Antes de la Tormenta

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La fulgente luz de la mañana filtrándose a través de las cortinas cerradas causó en su expresión — antes relajada gracias al sueño — una mueca de disgusto. Aún en su letargo se removió con molestia, bufando al sentir sus músculos resentidos y con esfuerzo, intentó cambiar de posición y estirar para destensarse, mas el peso del alfa sobre parte de su espalda interfirió con la tarea, obligándole a pestañear con pereza un par de veces en un vano intento por acostumbrar sus irises a la luz solar, que para su infortunio, se orientaba con la gracia de un reflector directamente en su rostro.

Fastidiado, soltó otro bufido. Culpó a la repentina calentura experimentada la noche anterior, su cuerpo yacía resentido por las continuas rondas de sexo que disfrutó con su alfa hasta altas horas de la madrugada. Recordó vagamente caer rendido luego de llegar al clímax y entregarse a los brazos de morfeo entre dulces besos y caricias.

Aquella remembranza de sensaciones pudo haber sido muy satisfactoria, sin embargo la incomodidad y la repentina necesidad de ir al baño ganó partida.

Intentó quitar nuevamente el cuerpo sobre sí, volviendo a fallar — ¡Hostias cómo pesa! — Pensó.

Pretendió despertarle, pero un quejido entre sueños por parte del mayor tocó su corazón, callándose al instante. Y es que aunque no se haya evidenciado el día anterior, sabía perfectamente que Viktor había tenido una semana dura de trabajo. Gracias a la presencia de Michelle en la ciudad, las horas donde tenía que estar presente en la oficina eran más extensas. El alfa ya le había expresado cuán agobiante era para él tener que hacer de jefe en un escritorio cuando se sentía más cómodo y disfrutaba estando "en acción" gestionando maniobras de seguridad o dando órdenes en cabinas de monitoreo a tiempo real.

Cerró los ojos, dejándose sentir el peso del hombre por sobre su cuerpo y el calor de su aliento contra su espalda. Imaginó a su novio dirigiendo a un equipo completo para salvaguardar la seguridad de políticos asquerosos o gente importante; imponente y comprometido con su trabajo. "Un buen hombre". Respetuoso, fuerte, cariñoso y comprensivo. El modelo de compañero perfecto que todo omega hubiese deseado.

Todo omega ajeno a su estirpe.

Después de todo era algo común, esperar encontrar el amor en su medio era algo absurdo y digno de burla dentro de su círculo social. Lo mejor a lo que podía aspirar el omega de un clan era conseguir algún buen alfa de clase que pudiese solventar su vida de lujos y aportara a conservar el prestigio familiar.

Después de todo ese también era su destino, su deber como hijo y omega.

Trataba fuertemente de no pensar en aquello con Viktor a su lado, pero a medida que las semanas pasaban su realidad le pesaba y los miedos infundidos por su padre llegaban a su mente cómo un tsunami eliminando todo rastro de paz mental.

¿A qué se pensaba que estaba jugando? Estaba siendo un completo imbécil al darle ilusiones al alfa. Ni su padre o familia aceptarían jamás a Viktor como su pareja. Se encontraba queriendo vivir una historia que no le pertenecía, su realidad actual que parecía estar sacada de una extraño cuento, cubría una serie de decisiones demasiado difíciles de tomar por su cuenta.

"No juegues con fuego Horacio" Recordó las palabras dichas por Viktor la noche anterior, y si bien en ese momento representaban otro significado, él se preguntaba ¿Cómo no iba a jugar con fuego? si el calor de sus brazos le resultaba mucho más gratificante que lo frío de la soledad que atestaba su existencia.

Siempre se había sentido de tal forma, y su necesidad de llenar aquella soledad lo orientaba constantemente a llamar la atención en su entorno social y familiar, ya sea con su peculiar estilo — el cual estaba lejos de ser aceptado por su familia — y sus resaltantes logros académicos que, por desgracia para él, resultaban insignificantes por la única y estúpida razón de ser omega.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora