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Narra ____

Desperté con unos dedos tibios rozándome la cara. Abrí los ojos y encontré la sonrisa de Bellamy a centímetros. Le devolví la sonrisa por reflejo... y entonces el cuerpo me cayó encima como un cubetazo: me separé de golpe, con el corazón acelerado.

—Buenos días, bella durmiente —bromeó, riéndose bajito.

—No me despiertes así —me toqué el pecho; aún sentía el cosquilleo de sus dedos. Él me señaló como si me hubiera descubierto en falta.

—Y ahí estás otra vez.

Se incorporó y alzó a Charlotte en brazos. Afuera, el aire ya no olía a ácido ni ardía en la piel.

—La niebla se fue. Podemos salir —dije, revisando mis bolsillos. Buscaba la cajita de metal con mentas. Nada. Revisé el pantalón, los dobladillos, el piso.

—¿Qué perdiste? —preguntó.

—Una cajita... de metal. No sé si la traía —mentí a medias, todavía agachada.

—¿Por qué es importante? —insistió, cruzándose de brazos.

—Me la dio alguien especial —respondí, peinándome con los dedos.

Bellamy metió la mano en la bolsa interna de su chamarra, rebuscó y sacó la caja. La levantó entre nosotros, con gesto seco.

—No debe ser tan especial si la perdiste hace tres días y apenas te diste cuenta —me la puso en la mano, molesto.

—Perdón si no ando oliéndome el aliento a cada rato —abrí la caja, partí una menta con los dientes.

Su siguiente frase me golpeó como un puñal.

—Entonces es verdad lo de Marcus Kane. Que te acuestas con él para tener esos privilegios.

El aire me desapareció de los pulmones.

—¿Qué carajos acabas de decir? —la voz me salió baja, dura.

—Tu ropa nueva, las botas, que no te flotaran, mentas... Nadie tiene eso —se encogió con un gesto de burla que no le había visto antes.

El cachetazo sonó en la piedra. Me ardió la palma.

—No te atrevas a volver a hablarme —le escupí—. ¿Te quedó claro?

Charlotte se plantó frente a él, cuchillo en mano, el filo apuntándome al vientre.

—Y tú no te atrevas a tocarlo otra vez —dijo, con ojos de animal acorralado.

La miré sin creerlo, con el zumbido de la rabia en los oídos. No dije más. Me di la vuelta y caminé, primero rápida, luego más y más, hasta que el bosque me tragó. Cada crujido de rama sonaba como su acusación repitiéndose. Le había abierto una puerta a un pedazo de mi historia que no conocía nadie. Y él... lo convirtió en veneno.

Caminé horas. El sol se fue apagando entre copas y sombras. Cuando por fin encontré el campamento, ya era de noche. Subí a la nave con pasos de fantasma y me asomé al catre de Jasper. Octavia estaba con él, pasándole un paño por la frente.

—¿Cómo está? —pregunté, y ella se levantó para abrazarme.

—Sobreviviendo. Apenas —dijo, limpiando el sudor de Jasper.

—¿Bellamy volvió también? —su mirada me buscó.

Apreté la mandíbula.

—Octavia, por favor... no vuelvas a nombrar a ese idiota —me salió áspero.

—¿Te hizo algo? —sus ojos se pusieron serios.

Negué. —No hablemos de eso.

Asintió, mordiéndose el labio. No era fácil: era su hermano.

~Experimento 00- Bellamy Blake y Tu~Where stories live. Discover now