Capítulo XXIX

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Alessandra

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Alessandra

Pasaron tres días desde el accidente con Alexander. Fue agotador para mí estar por lo menos una hora maquillando mi cuello, pero abajado un poco las marcas y la inflamación.

Sonrió al verme en el espejo, parezco normal... Sin ningún problema a la vista de las personas.

Cuando estaba por salir de mi habitación la puerta se abre de par a par, dejándome ver a Adrien.

—¿Todo bien? —cuestionó viendo la cara seria de Adrien.

—Me he enterado de que el cobarde de Alexander te ha levantado la mano, ¿es cierto? —Adrien preguntó mirándome con seriedad.

En ese momento sentí como mi corazón empezaba a latir con rapidez y mis manos empezaban a temblar levemente.

—Es mentira. Porque me haría eso —admito con tranquilidad.

—Querida hija, solo te diré que no soy ningún tonto para no darme cuenta de que Alexander y tú están teniendo algún tipo de relación. ¡Ahora dime la verdad! —grito harto

—¡Es verdad!, Adrien —confieso de un solo golpe.

—¡Lo mataré! —anuncio hecho furia.

Con cuidado lo agarro de sus hombros, sacudiéndolo repetidas veces.

—¡No harás nada, Adrien! —ordeno.

—Es un desgraciado, Alessandra, porque no dejas que le dé un buen golpe —replico alterado.

Estaba por protestar, pero el sonido de la puerta me desconcentro haciendo que suelte Adrien.

—Yo abro —sonrió para ir a ver de quien se trataba.

Camino por los pasillos del segundo piso, para bajar con tranquilidad las escaleras. Al llegar a la puerta la abro con calma, pero mi sonrisa se me borra al ver a la persona parada.

—Eres tú —murmuro entre dientes.

—Quería traerte todo la florería, pero eso es muy básico, así que te traje un libro, tiene como tema el maltrato psicológico —Alexander sonríe con malicia.

—Eres una mierda.

—Te vez tan hermosa hoy.

—Me quedaría hablar un rato más, pero soy alérgica a los Alexander —declaro.

Trato de cerrar la puerta, pero Alexander de un solo tirón empuja hacia delante la puerta, yo caiga rendida al suelo.

—Dejáme ayudarte, destripadora —Alexander me extiende la mano.

Con enojo la recibo para levantarme con dificultad, gracias a que me di un cabezazo con la pared.

Sin darme cuenta las manos de Alexander viajan a mi cintura, trato de soltarme de su agarre, pero eso solo hizo que me apretara aún más.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora