Cuando asechan los problemas

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Los meses pasaron volando en la vida de Anya y Damian. Tenían citas, estudiaban juntos y todo con el objetivo de llegar a ser académicos imperiales, cuestión que estaba por realizarse. Esto era así, porque ya habían sido notificados por las autoridades que velaban por esa clase de académicos que ellos habían sido considerados para poder ingresar a la clase élite. La familia de Anya se alegró y la felicitaron. Tanto Lloyd como Yoru decidieron festejar el anuncio, pero Anya les había comentado que lo mejor era celebrar el mismo día de la ceremonia de bienvenida, ante lo cual sus padres accedieron.

De esta manera, Anya se encontraba estudiando en su habitación junto a su novio, aprovechó que sus padres no estarían durante ese día. Algo que decepcionó a Damian, porque quería conocerlos. La pareja estaba sentada alrededor de una mesa que poseía varios papeles por aquí y por allá, no hablaban porque estaban concentrados en sus labores. Anya usaba un tierno vestido amarillo y unas sandalias, mientras que Damian usaba una camisa manga corta y unos bermudas. Pero Anya suspiró.

—Esto es muy aburrido —dijo Anya contemplando a su novio.

—Amor, esto es necesario para poder pasar el último examen que nos queda —Damian dejó su lápiz en la mesa para mirarla.

—Lo sé, pero podríamos estar haciendo algo más interesante quizás...

Anya gateó hacia donde estaba el chico y se sentó a su lado. Le dedicó una sonrisa seductora, mientras que Damian se sonrojaba por tener tan cerca de su chica, y no era que le molestara, es más, le encantaba estar así con ella, pero solo pensó que todo lo anterior había sido repentino.

—¿An-Anya? —dijo Damian nervioso.

Pero la chica no respondió, lo único que hizo fue robarle un beso a su manojo de nervios favorito. Porque sí, le gustaba poner nervioso a su chico, y le encantaba saber que sólo ella podía hacerlo sentir de esa manera.

Damian le pilló de sorpresa lo anterior, sin embargo, no por eso no le iba a corresponder el gesto, pues presumió que no podía perder el tiempo y le correspondió sin más.

El beso tenía una cadencia lenta y tierna. Sus respiraciones se acompasaban a medida que el beso iba subiendo la intensidad y se volvía más apasionado. Para profundizar más, Anya abrazó a Damian con sus brazos su cuello y Damian le acariciaba la espalda. El beso sabía a chocolate, porque Damian había traído chocolate para que comieran. Cuando el aire se les acababa se volvían a besar con fiereza y así la sesión de estudio se convirtió en una sesión de besos imparable. No fue hasta que Damian cortó uno de los besos.

—¿Anya?

—¿Di..dime?

Pero en ese momento, ambos escucharon como la puerta principal del departamento se abría y se separaron. Anya volvió a su puesto simulando estar muy concentrada estudiando, mientras que Damian la miraba desconcertado.

—¡Anya! Llegamos —dijo una voz femenina que correspondía a Yoru.

Anya le dijo a Damian que fueran a la sala principal para que pudiese conocer a sus padres, él la siguió nervioso por ser la vez primera en conocerlos.

Después, Anya presentó a Damian como su novio frente a sus padres. Ante lo cual, éste saludó con una reverencia.

—Espero que cuides bien a Anya, Damian —dijo Lloyd con tranquilidad.

—Por supuesto que lo haré —le dijo Damian con una sonrisa.

—Hacen una bonita pareja —dijo Yoru sonriéndoles.

Ambos se sonrojaron. Al rato, Damian recibió una llamada en la cual le decían que debía atender un asunto importante, por lo cual, debía ir a su casa. Él se fue y ella iba camino a su habitación para evitar el interrogatorio que seguro sus padres le harían.

—Alto ahí jovencita —dijo Lloyd deteniendo el paso de Anya.

Así, Lloyd y Yoru le hicieron un par de preguntas a la chica y ella se limitó a responder con sinceridad, solo porque al leer sus mentes ningún plan malévolo estaba surgiendo en especial en la mente de Lloyd. Luego, Anya fue a su habitación a dormir y sus padres fueron a la suya imitando la acción de la chica.

Al otro día, ella se colocó el uniforme de su instituto. Colocó sus cuadernos y libros correspondientes y se dispuso a ir a sus clases. Ella decidió irse caminando, pero no sabía el grave error que había cometido.

La gente pasaba siempre tan igual de forma inevitable, ella vivía cerca del instituto por lo cual, no era tanta la caminata que debía hacer. Pero en eso sintió que la observaban, ella se dio la vuelta, pero no vio a nadie. Entonces siguió su andar y sin quererlo se metió a un callejón sin salida. Ante lo cual, se preocupó.

—¡Vaya! Has crecido mucho, niña esper, o mejor debería decir experimento 007.

Ella volteó para ver quien le decía eso y al darse la vuelta pudo ver a los científicos de antaño que experimentaron con ella de niña. Eran dos ancianos con barba blanca, tenían una bata blanca como delantal y usaban bajo este un pantalón de tela. Ella se preocupó. Leyó sus mentes y casi entra en pánico, pues sólo podía leer: secuestro.

—¿Qué quieren de mí? —preguntó Anya con el corazón latiéndole a mil.

—Mira, nosotros sabemos todo acerca de tu familia adoptiva y de tu novio. Así que sí. Es lo que piensas, quiero que te alejes de ellos para siempre y vengas con nosotros.

—¡Nunca! Ellos son importantes para mí.

—Pero tú eres un fenómeno el cual puede leer mentes ¿Acaso ellos saben tu verdadera naturaleza?

Silencio.

—Jamás podrás ser aceptada en la sociedad. Este es un ultimátum experimento 001. O cortas lazos con ellos o los matamos. Su destino esta en tus manos. Tienes hasta pasado mañana para unirte a nosotros —le tiró una tarjeta con la dirección a la cual ella debía ir.

Dicho lo anterior, los científicos se fueron dejando a una Anya llorosa y preocupada. No podía pasarle eso a ella. No. No ahora que había encontrado la plena felicidad en brazos de su familia y de su novio. Pero ¿qué más podía hacer? Si les contaba la verdad quizás sólo terminarían rechazándola porque ella era una abominación y lo más probable es que no pudiese salvar sus preciadas vidas. Por otro lado, si no les decía nada y cortaba los lazos, podía salvar sus vidas sacrificando su felicidad.

Listo. Lo había decidido. Pero ella sabía bien que, una vez tomada la decisión, no habría vuelta atrás.

Así que decidida y con una mirada de determinación mezclada con dolor, decidió asistir a clases.

El día pasó sin más. Pero Damian no estaba prestando atención a la clase, porque sentía a su novia distante. Quizás el intuía el peligro en el que se encontraba Anya, o tal vez no. Tal vez sólo le preocupaba el hecho de que Anya no estaba prestando atención a la clase, así como él tampoco. Al rato, tuvieron el examen y Damian solo esperaba que Anya pudiese estar concentrada en la prueba para que le fuera bien.

Después, al terminar las clases, Anya salió de la sala y Damian fue tras ella sin más. En su clase corría el rumor de que ellos estaban juntos, así que a nadie le sorprendió el hecho de que Damian fuera tras su novia.

—¡Anya! —dijo Damian.

Ella se detuvo y se dio la vuelta.

—¿Cómo te fue en el examen?

—Bien, pero fue gracias a ti, amor —dijo Anya camuflando su pesar en una sonrisa.

Y antes de que Damian pudiera reaccionar, ella se acerca a él a abrazarlo. Él la abrazó igual. Así, Damian se ofreció a dejar a la chica a su departamento a lo cual ella no opuso resistencia. Al llegar, ellos se dieron un beso de despedida y Anya entró, comenzó a llorar y se fue a su habitación a escribir algo.

To be continued... 

El amor siempre floreceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora