Capítulo 2

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Al terminar mi horario me despedí de Anthony, quien me felicito por mi comienzo y luego tome el elevador, por suerte nadie estaba dentro.

Me apoye sobre un costado y me prepare mentalmente para lo que vendría. Alce mi mirada y me vi en el espejo que había dentro, mis ojos ya no transmitían nada, antes eran de un color miel que daban la impresión de misterio en otras personas pero ahora solo son de un café común.

Tal vez si Cameron no recuerda ir hoy, llamare a mi madre, hace mas de una semana que no lo hago.

El ascensor para en la planta baja, ya no hay tantas personas como esta mañana. Ya son mas de las seis de la tarde, me quede mas tiempo de lo que implica mi horario pero pensé que seria mejor dar una buena impresión luego de mi atraso.

No entiendo como Steven Seymour pudo enterarse o quien me habría reportado, Anthony me lo había perdonado.

Camine hacia la gran salida de Seymour Enterprises, al salir pude sentir la fresca brisa que despeino mi cabello y lo hizo danzar a su compás.

El trafico era el doble y toda la gente salía de sus trabajos. Comencé a caminar sin mirar a nadie. Ya no puedo ver a nadie a los ojos, ya no tengo las agallas. Puede ser algo insignificante, pero para mi es mucho, antes demostraba todo lo que sentía, ahora solo me escondo en mi cuarto y derramo unas cuantas lagrimas.

El dolor en una de mis manos aumento, siendo sincera hoy me dolió bastante al escribir en la Lap-Top. Pero a estas alturas no le tengo que tomar importancia, he tenido heridas mucho mas graves.

Al pasar por una librería me detuve en la vidriera, ¿hace cuanto que no leo? Siete meses o ocho tal vez, hasta eso me prohibió, mi identidad. El opinaba que esos libros me llenarían la mente de basura.

Pero uno de los tantos que estaban expuestos llamo mi atención. No dude en entrar, la librería era mucho mas grande de lo que parecía y varias personas se encontraban dentro.

Me acerque a un estante y comencé a hojear varios libros, distintos nombres, tamaños, editoras y autores. Amaba estar aquí, siempre soñé con poder escribir un libro. Que sea famoso y luego puedan adaptarlo a una película.

—¿Necesitas algún libro en especial? – al girarme una chica joven me estaba mirando.

—No solo miraba - dude- bueno, en realidad si, quería consultar el precio del libro de la vidriera – respondí.

—¿Recuerdas el nombre?

—Si, "Aprender a Vivir".

—Espere un momento, ya regreso.

Ella se fue moviendo su trasero, tenia una forma muy provocativa de caminar. Y eso atraía la mirada de varios hombres que se encontraban allí, mientras esperaba mire a una niña, ella quería alcanzar un libro y no llegaba. No dude en caminar hasta donde ella se encontraba.

—¿Necesitas ayuda? – le pregunte, ella me miro. No debería tener mas de siete años, su mirada era muy dulce y de un color especial, marrón-verdoso, eso me llevo a pensar en Steven de nuevo - tenía que sacarlo de mi mente.

—Si no te molesta necesito aquel libro, el morado – dijo ella señalando un pequeño libro morado con unos dibujos de animales en su tapa.

Estire mi brazo y lo saque, se lo entregue y ella lo tomo con una gran sonrisa.

—Gracias.

—No hay de que.

—Lilly ven aquí – grito una delgada mujer que estaba charlando con un hombre de traje.

Le sonreí a la niña antes de que saliera corriendo con lo que parecía ser su madre.

Me gire y pude ver de nuevo a la provocativa chica viniendo hacia mi con el libro en mano. Ella me dijo su precio y lo compre, podía que se excediera un poco de mi presupuesto pero en realidad quería leer de nuevo.

Antes de salir la pequeña de hoy me despidió con su mano, le devolví el gesto y salí de aquella librería.

Ya estaba oscureciendo y eso me asusto un poco, actualmente hay mucha inseguridad. Aunque creo que la verdadera inseguridad me debe estar esperando en mi departamento.

Una vez en mi edificio subo por uno de los tres elevadores hasta el piso donde me encuentro.

Para mi suerte Cameron todavía no había llegado o eso pensaba.

Cuando fui a recostar mi dolorido cuerpo en uno de los sillones recibí un golpe que me hizo sobresaltar. De nuevo empieza mi sufrimiento.

—¿Donde mierda estabas? – gritó el.

Golpe tras golpe, quería explicarle pero no podía, trate de evitar algunos golpes pero el era mas fuerte.

Mi vista se comenzó a nublar pero el me tomo de mi cabello y me tiro al suelo, un dolor muy familiar.

—¿Con que te compraste esta basura? – apenas pude ver como tomaba el libro que acabe de comprar hace minutos y lo lanzaba hacia mi. Este me golpeo en la cabeza y luego reboto cayendo en el suelo.

—Un puto libro no te enseñara a vivir.

El se acerco a mi y me tomo de nuevo de mi cabellera, me arrastro con fuerza sin importarle mi dolor o cuantas cosas me chocara en el camino. Me tomo bruscamente de la cintura y me tiro sobre la cama, sabia lo que vendría.

Golpe tras golpe, me desnudó, rompiendo mi mejor ropa de trabajo que tanto me costo pagar, su furia, su ira, todo lo demostraba abusándome, sus embestidas producían un terrible dolor hasta en las pequeñas células de todo mi cuerpo. Las lagrimas salían sin control y algunos gritos eran inevitables pero las cachetadas callándome eran mas de lo que podía soportar.

Podía sentir sangre en mi entrepierna, pero el no paraba, me estaba lastimando demasiado pero parecía no importarle y de este modo continuo hasta las tres de la mañana. El se fue pero me dejo peor de lo que estaba, apenas podía superar lo de la noche pasada. Camine o se podría decir arrastre hasta el baño, al mirarme al espejo solo pude ver a una chica lastimada, desnuda, mis huesos eran muy notables, casi no comía, la sangre cubría todas mis piernas. Con muecas de dolor fui hasta el living, recogí el libro, estaba un poco arruinado pero todavía servía. El florero que recibí como regalo de mi abuela se encontraba destruido por todo el suelo, era uno de los pocos recuerdos que tenía de ella. Hace unas semanas recibí la noticia de que ella falleció y apenas pude superarlo.

Quería llorar, cortarme, no vivir mas.

En tan solo cinco horas y media tendría que estar en el trabajo y apenas puedo moverme. Tampoco tengo ropa presentable, las marcas que tengo en la cara dudo que se puedan disimular. Me siento sobre el suelo y me abrazo a mi misma, llorando hasta quedarme sin fuerzas.

Hago un ultimo esfuerzo para llegar al baño nuevamente y abro el grifo de la ducha, al meterme dentro los suaves golpes de las gotas eran como piedras que caían sobre mi. Cierro los ojos y suspiró, me lavo lentamente con el jabón. Una vez lista me envuelvo en una toalla y seco cuidadosamente cada parte de mi cuerpo, me pongo el resto de crema que me quedaba, la verdad sale cara y apenas me alcanza para dos botes por mes y la verdad necesito uno por día.

Me quedo en ropa interior para luego recostarme, trató de dormir pero lo único que estaba haciendo era dándole un descanso a mi cuerpo porque mi mente estaba destruida y llena de pensamientos, solo queria saber cuando terminara esto...

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Más que mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora