Capítulo 4

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—Lo siento por el retraso, se acaba de parar el elevador – digo nerviosa entrando a la oficina de Antony, el levanto su mirada de los papeles que tenia por todo el escritorio.

—Lo se – su respuesta me sorprendió. ¿Como sabría si fue solo hace unos minutos?.

—¿Como?, fue hace solo un momento – pregunto confundida.

—Me llamo la secretaria del señor Steven.

—¿Lisa?

—Si ella misma, dijo que el señor Steven quería informarme sobre su retraso.

Tal vez también le informo sobre mi condición física, ¿el seria capaz? claro que si, es el dueño de toda esta empresa, no se estaría interesando en mi, en cubrirme.

—¿No le dijo nada mas?

—¿Tendría algo que decirme?

—No, solo que pensé.. ya olvídelo me pondré a trabajar en el proyecto.

El me dedicó una sonrisa y luego asintió con su cabeza, salgo de su oficina y camino hacia mi escritorio, trato de concentrarme en el trabajo pero me es imposible hacerlo, muchas preguntas se cruzaron en mi mente y el dolor de mi cuerpo era otra causa, en el descanso tome alguna pastilla para el dolor pero casi no me alivio.

La tarde paso muy rápido, me despido de Antony y luego bajo por el elevador, dentro puedo recordar lo que ocurrió, ¿como lo supo? ¿como pude dejar que me viera? sus ojos eran penetrantes y de la manera que me pregunto quien había sido, fue un Steven distinto, lleno de rabia y odio.

Tal vez solo es mi imaginación.

Mis pies parecían que iban a estallar del dolor y mi cuerpo literalmente estaba muerto. El ultimo esfuerzo, caminar hacia casa. Espero que Cameron no vaya esta noche porque sino mañana tendré que decir que estoy enferma o inventar una excusa para no venir, no creo poder resistir.

Salgo del gran edificio Seymour y comienzo a caminar de camino a casa, pero unas fuertes manos me toman por la muñeca. Mi mente comenzó a maquinar y mi corazón se aceleró.

Era el, Cameron estaba aquí, las sostuvo con tanta fuerza que creí que en algún momento me rompería algún hueso.

—Aquí no – susurro.

–¿Porqué? ¿acaso tienes vergüenza de mi? ¿no quieres que me vea tu jefe? o ¿te acostaste con el?

—Por favor – suplico.

—Esta bien, da lo mismo, de todos modos tendrás tu merecido.

El me empujo bruscamente hacia su auto y me obligo a entrar de una manera muy agresiva, solo espero que nadie lo haya visto o estoy perdida. Frotó mis muñecas, estás ya habían tomado un color rojo, el condujo a mucha velocidad a pesar del trafico, a veces maldecía a los autos, su auto es muy potente, en realidad es caro, el tiene una gran fortuna por su padre, no diría que millones pero una gran cantidad.

Antes me ayuda a pagar mi departamento o me hacia regalos todos los días, ahora solo son golpes y abusos.

El no era mas el chico que me ayudo aquel día de lluvia.

*Flash Back*

Maldita lluvia, si hubiera sabido que iba a llover no hubiera salido caminando. New York, mi sueño, hace semanas que estoy aquí pero mi emoción me gano al saber que hoy habría un festival en el centro comercial, ahora me encuentro a treinta cuadras de mi departamento corriendo como loca, chorreando agua, me resbalo en el barro y pronto estoy cubierta de lodo por todo mi cuerpo.

Unas manos dulces y cálidas me ayudan a levantarme.

—Una princesa como tu no debería estar debajo de la lluvia – sus ojos verdes me enamoraron por completo.

Era perfecto, como un príncipe.

Yo solo sonreí.

—Gracias – murmuro.

—Quieres que te lleve a tu casa?

¿Debería subirme al auto de un extraño? ¿con todos los casos de secuestros en New York?

—No gracias, estoy bien.

Podía ver la desilusión en su rostro.

—No te haré daño, solo me encargare de que esta princesa llegue a su reino sana y salva – dijo con ternura.

El me llevo a mi departamento, me avergonze un poco al ver que todavía estaba cubierta de cajas por todos lados.

Los días pasaron, Camerón, el dulce chico me ayudo a acomodar mi departamento y me suele visitar siempre, me lleva a lugares en los que nunca pensé estar y es muy tierno conmigo.

Creo que me enamore.

*Fin de Flash Back*

El estacionó frente a mi edificio y me obligó a bajar, tomó mi mano de una manera muy posesiva, podía decir que hasta trataba de romper mi mano.

Subimos por los elevadores, para mi mala suerte no había nadie y comenzó a sacarme la blusa, nada a comparación de como lo hizo Steven, las manos de Steven eran suaves, grandes, pero no las usa como Cameron, en cambio el solo las tiene para producirme dolor.

Me arrastró por todo el pasillo hasta que llegamos a mi departamento, con una patada en mi estomago me dejo en el piso retorciéndome del dolor, puedo ver como el caminó hacia la cocina y volvía con una lata de cerveza en la mano.

—¡Quiero que me hagas la cena! – gritó para luego levantarme del piso bruscamente, trate de acomodarme la blusa pero el la tomo y la tiro al suelo.

Le gusta humillarme, hacerme sentir como si no valiera nada. ¿Cocinar en sostén? era demasiado.

—No voy a cocinar – murmuro, no me atrevía a mirarlo a los ojos.

—¿Me acabas de decir que no?– dijo con asombro.

No me atrevo a responderle, solo puedo sentir un golpe en en mi cabeza que me hace perder la razón y caigo al suelo produciendo ruido.

Trato de cubrirme pero el de nuevo comienza a pegarme, esta vez patadas, en tantos lugares que perdí la cuenta.

Puedo ver como la sangre comenzó a cubrirme sin ni siquiera saber de donde.

—¿Sabes? – sus ojos destilaban odio puro – ¡aprende a nunca decirme que no!- gritó y luego soltó una risa, pude ver como tomó otro trago de la cerveza y la tiro lejos, me dio otro golpe en mi estomago.

—Ya basta, no aguanto mas – digo con un grito ahogado.

—¿Solo eso aguantas? Amor ¡vamos! sabemos que puedes aguantar mas – y comenzó a darme una patada seguida de otra.

—No mas – puedo apenas decir.

—Esta bien, creo que no aguantas mas cariño.

Me levanto del suelo pero no podía, no podía mantenerme en pie.

—Levántate, creo que deje entendido que no me gusta que me digan que no.

Pero estaba tirada en el suelo, respiro  profundo y trato pero no puedo, caigo de nuevo, mi mano se resbalaba con mi propia sangre.

—Te advertí – otro golpe en mi cabeza y fue suficiente para que me rindiera, ya no podía, ya no, espero el próximo golpe pero veo como el cae al suelo, era el, sus zapatos.

El me tomo en sus brazos y comenzó a gritar a otros hombres cosas que no podía escuchar, ya no podía escuchar, lo ultimo que pude ver fueron sus ojos y su boca susurrando mi nombre antes de que caiga en un profundo sueño. No mas dolor, solo paz...

Más que mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora