(7) El otro lado de la moneda

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Nota de la autora: He añadido una sección al Capítulo 0 con las advertencias para cada capítulo en caso de ser necesarias

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Nota de la autora: He añadido una sección al Capítulo 0 con las advertencias para cada capítulo en caso de ser necesarias. Las pondré al principio de cada actualización, como hice con el 5; pero también estará toda la info recogida allí. 

"Si ya no puedo verte sonreír no acaba el peso de crecer en mí,

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"Si ya no puedo verte sonreír no acaba el peso de crecer en mí,

el de mis párpados que no duermen,
el de mi conciencia,
el de mis palabras en el bolsillo,
el de los besos que se me acumulan
en los labios derretidos por las comisuras..."

"De verdad soy tan estúpido que sigo escribiendo sobre él día y noche, ¿verdad? Esto es patético." Jimin soltó la pluma, cerró Mein Traum de mala gana y se puso a mirar por la ventana, apoyando su barbilla en su puño. El cielo gris plomizo parecía darle la razón de que sería un día infausto de nuevo. No había más que un gris aburrido que predominaba toda la escena: el cielo gris, los edificios de enfrente grises igualmente, las vidas de la pobre gente que intentaba resguardarse del viento, probablemente grises también. Las pocas hojas que quedaban en el árbol medio muerto que decoraba pobremente la avenida se meneaban con hastío, indecisas de si dejarse llevar por su destino trágico finalmente o no. Jimin se veía reflejado en ellas, pequeñas, exánimes, sin nadie que reparara la lucha por sobrevivir que aún intentaban mantener y que, sin embargo, estaba condenada al fracaso.

Había pasado algo más de una semana desde el incidente. El malo. Bueno, los incidentes. Era doloroso pensar que tiempo atrás había llamado incidente al beso que había dado a Jungkook en aquella misma cafetería en la que estaba volviendo a perder el tiempo esperando por si se decidía a volver. No lo había hecho. Cómo había cambiado esa palabra y su sabor en las últimas semanas.

Jimin era del tipo de personas que piensan que si no pones un nombre a las cosas estas no existen. No recordaba mucho de sus clases de Filosofía, pero era un poco lo que decía Wittgenstein, ¿no? Los límites del lenguaje limitan tu percepción del mundo y tu mundo en sí. Algo así. Si se limitaba a llamar a las cosas incidentes y no ponía un nombre real a todos los eventos catastróficos de su vida, entonces estaban más cerca de no existir que de existir. O a lo mejor era todo una tontería y el que no quería existir más era él. Estaba agotado y ya no tenía ánimo ni fuerza para más.

Si te amo, ¿a ti qué te importa? · [ JIKOOK ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora