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corrías a toda velocidad hacía la tienda de motos donde trabajas, estabas llegando media hora tarde.
sabías que Shinichiro no se enojaría por la hora, sino por el motivo de tu llegada atrasada.
al entrar en la tienda y no ver a nadie, pensaste que sigilosamente podías pararte detrás del mostrador y fingir que llevabas mucho ahí, pero tu plan fue interrumpido por una voz que te hizo sobresaltar.
— miren quién decidió aparecerse — Shinichiro te observaba, apoyando su peso en una esquina de la pared que daba al almacén.
— mierda, casi me matas del susto — dijiste recobrando el aliento.
— llegas tarde — recordó en voz alta.
— ¿en serio? no me había dado cuenta — tu sarcasmo habitual no salía en el mejor momento.
Shinichiro arqueó una ceja frente a tu tono rebelde.
— y plus amaneciste de buen humor — contraatacó tu sarcasmo, siempre sabía cómo lidiar con el.
suspiraste, sabías que Shin no tenía la culpa de nada y él tenía derecho de estar enojado si quisiera, aunque la única molesta eras tú.
— lo siento, se me — antes de poder terminar, tu amigo te interrumpió.
— ¿olvidó poner la alarma? o se te pasó el metro, quizás se te fue la hora en la ducha o... ya sé un perro se comió tu pase para el transporte, se te perdió la billetera o quizás, vas a decirme la verdad — con su mirada analizadora, te dejó sin excusas.
— ¿que fue todo eso? — preguntaste.
— tus mentiras de siempre — levantó los hombros, desinteresado.
— está vez es verdad — respondiste molesta.
— ¿cuál de todas? — preguntó.
— me desperté tarde por irresponsabilidad propia así que el metro se me pasó — mentiste.
— nunca te habías hechado la culpa a ti, debes estar desesperada — analizó.
chasqueaste la lengua — no es mi problema sino me crees.
— es tuyo por no decirme la verdad.
— ¡te digo la verdad! — elevaste la voz, buscando de cualquier manera que te creyera.
— yo creo que la razón por la que llegaste tarde tiene nombre y apellido.
