13- Quiero hacerte feliz

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Cuando el fin de semana llegó, Wakasa se dispuso a encontrarse con la rubia fuera de su apartamento.
Se sentía tan nervioso que se había mirado el entrecejo por más de media hora, debatiéndose en si necesitaba inyectarse botox para la arruga que comenzaban formarsele en la frente.

Se había afeitado la cara antes de salir de casa después de la ducha más minuciosa de su vida.
La loción le había ardido como el infierno por lo sensible de su piel tras remover el vello facial, pero se repetía a sí mismo que valía la pena.

Shinichiro le había aconsejado ser simplemente él mismo, pero en cuanto vió las sandalias del chico, casi se golpea en la frente.

"Si vas en serio con ella, esfuérzate un poco".
Le había dicho el pelinegro, recordando lo muy "decente" que había intentado comportarse cuando había conocido a su ahora esposa.

Así que ahí estaba Imaushi, frente a la nueva caja de zapatos, suspirando mientras se ponía los mocasines cafés.
Odiaba ponerse zapatos, por muy bien que lucieran. Incluso prefería las botas de combate antes que el calzado elegante, pero tenía que dar una buena impresión si en verdad quería tener una oportunidad con la chica.
Incluso había aceptado tomar el viejo Audi de Benkei en lugar de la motocicleta para no tener que lidiar con el parking.

Se miró en el espejo una última vez: Si, lucía digno de estar parado al lado de la preciosa flor de loto que era Ren.

Emprendió el camino entonces, enviando un mensaje a su cita para indicarle que llegaría en 15 minutos.

Se sentía sospechosamente tranquilo al subir al coche, a pesar de haber tardado más de tres días en elegir un restaurante.
Había hecho un montón de planes en su mente, pero el Gyopao gyoza de Roppongi había ganado en todas las categorías.
Era un lugar cercano y popular que no lo dejaría en la ruina, además, Ren le había contado lo mucho que le gustaban los dumplings y ahí podría comer los mejores de todo Tokyo.

Quería tanto hacer cosas lindas por ella. Probablemente nunca se había esforzado tanto en planear una cita.
Había tenido a ______, Shinichiro y hasta a Shinjiro dándole ideas sobre a dónde llevarla.
Si la bebé rubia embobada con su nuevo corte de cabello pudiera hablar, probablemente también hubiera estado de acuerdo.

Por desición unánime ir a cenar había sido la opción ganadora. Él quería algo tranquilo que le permitiera hablar y hacer sentir a su cita cómoda.
Ren era tímida, lo gritaba a los cuatro vientos a pesar de su resplandeciente aura, tenía que darle un poco de confianza y un cálido restaurante familiar podía ser el paso inicial.

Tomó sus llaves, mirándose en el espejo una última vez —por casi 10 minutos— en busca de alguna imperfección.
Tenía ese mal hábito de ensimismarse tanto en sus pensamientos que podía pasar media hora mirando a la nada como una estatua. De hecho, eso casi le costaba un brazo a Shinichiro cuando conoció a sus cuñados... Pero era algo que simplemente no podía evitar.

Ya con el tiempo encima, metió la billetera en su bolsillo, se colgó al hombro su chaqueta larga y emprendió el camino hacia el sitio de Ren.

Al llegar al edificio de la chica, le envío un mensaje, esperando pacientemente a que saliera, comprobando mil veces si la chaqueta tenía polvo o si la bragueta de sus pantalones estaba en su lugar.

Unos minutos después, la puerta del edificio se abrió, dejando ver a una hermosa mujer en zapatillas altas, usando un vestido lila que tocaba bajo sus rodillas, sonriéndole de la forma más encantadora del mundo.

Simplemente era perfecta.

-Luces preciosa
Dijo con media sonrisa, dándose cuenta de que no había nada en el mundo que agradeciera más que haberse topado con aquel ser tan maravilloso.
-También te vez genial, Wakasa
Respondió con una risita, observando como el chico abría la puerta del copiloto para dejarla entrar.

Flor de loto [Wakasa Imaushi] TERMINADAWhere stories live. Discover now