Capítulo 24

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Cuando la mirada de Louis se encuentra con la suya después de colgar la llamada, es cuando Harry se da cuenta de que las vocales se le han escapado de la garganta y no tiene nada para decir.

Entonces, al verle, sus ojos azules convertidos en un lío que no entiende y aroma cargado de eso que desconoce, Harry sabe que no está bien.

Pese a tener su cabeza inundada de cosas que a él le gustaría decir, no sale nada. Es incapaz de pronunciar una sola palabra solo porque nada parece coherente en este momento.

Harry pasa saliva, traga con dificultad ese nudo que se ha formado en su garganta y, después de lo que parece una eternidad, él logra coordinarse.

—¿Pasó algo? —Y se escucha ridículo, él lo sabe, pero en su situación, más incómoda que cualquier otra cosa, él no sabe qué más decir.

Louis suelta un suspiro, como si hubiese estado esperando lo peor de parte de Harry, como alguien que recibe una sentencia corta después de años de espera.

—Sí —dice el alfa. Su teléfono ahora junto a él, sus manos a su lado y el cabello desordenado. Harry sabe que no debería, pero termina pensando que Louis luce bien sin importar la situación—. Es mi hija. Viene para acá.

El omega, con más preguntas que respuestas, parpadea solo para disipar la sequía que siente en sus orbes y poder enfocar al hombre como es debido.

—Pero… ¿Le pasó algo? ¿Ella está bien?

La mirada de Louis cae sobre él. Harry encuentra en ella un profundo vacío que no sabe identificar, y es entonces que se da cuenta que ese alfa carga con más piedras de las que pretende.

—En teoría lo está —murmura. Remueve sus piernas para apartar las sábanas y quedar completamente expuesto al frío de la primera hora de la mañana—. Según los médicos, claro. Pero no quiero arriesgarme.

—Oh.

De sus labios no sale nada más.

—Lo siento —dice Louis. Harry le ve, cerrando los ojos por un par de segundos y abriéndolos una vez más, como si apenas se estuviera dando cuenta de que, de hecho, Harry no tiene idea de lo que habla—. Nimbe presenta convulsiones desde hace tres meses —comienza, su voz baja y cansada de repetir lo mismo por sabrá Dios cuántas veces—, los medicamentos no cumplen su función y nadie encuentra una razón de sus crisis, es como si su cerebro no quisiera dar una respuesta.

Harry pasa saliva y, de repente, el cuerpo de su hijo se siente como plomo sobre él, aplastándolo, cortando su respiración solo porque sí.

—Cielos —murmura como un jadeo.

—Ha tenido seis convulsiones seguidas esta madrugada y aún no despierta desde la última, que ha sido hace dos horas. —El hombre comenta, ignorando por completo lo poco o nada que Harry ha dicho.

El omega, como puede, se sienta en el sofá. Él no quiere que Louis lo note atento, ni siquiera tiene idea de la razón, pero es importante para él.

—¿No es normal eso? —pregunta. Kenai se remueve—. No sé nada sobre convulsiones, lo siento.

Louis asiente con una pequeñísima sonrisa en su rostro perfilado, y ante la poca luz que hay en el lugar, Harry cae rendido.

—Ven, recuesta al cachorro aquí —dice antes de darle una verdadera respuesta. Harry le obedece, por supuesto. Como puede, toma el cuerpo de Kenai y lo tiende sobre las mantas y cobijas que Louis preparó, y por un segundo cruza en su mente la idea de lo similar que luce al compararla con un nido—. Se supone que sí, es normal que duerma demasiado después de un ataque, pero usualmente ella está consciente. Si le llamas y la sacudes un par de veces, Nimbe va a abrir los ojos y decir que la dejen dormir.

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora