Capítulo 32

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Derrame casi todo el café, no podía controlar el temblor de mis manos, solo era consiente de que haría una locura, sin duda alguna, pero sin embargo quería ir, esa duda de saber el porque de todo, se que el fin ya paso, Steven ya se hizo cargo de que yo me fuera como me habían advertido pero ¿porque?.

No debería preocuparme pero yo estuve involucrada y necesito una explicación sobre lo que paso, lo mas lógico seria seguir con mi vida y alejar todos los recuerdos muy lejos, pero una parte de mi no quiere dejarlos ir, no quiere dejar ir a Steven.

Un vació me invadió por todo mi cuerpo al darme cuenta de que ya no podré ver su sonrisa, escuchar su risa, discutir con el o simplemente charlar, ya no tendré a alguien que me seque las lagrimas.

Cuando el reloj marco media hora antes del mediodía me levante rápidamente de la silla teniendo miedo de arrepentirme.

¿Y si es un loco psicópata? ¿Y si me secuestran? Deje de preguntarme esas cosas y salí del apartamento.

El día estaba nublado y apuesto que en cualquier momento va a empezar una gran tormenta, pare a un taxi con la mano y al entrar el taxista me dedico una sonrisa pervertida acompañado de "¿A donde te llevo dulzura?". Le dicte la dirección seriamente y me dedique a mirar a través de la ventanilla.

Ya comenzaba a frustrarme a medida que el taxi avanzaba, nos alejamos mucho de la zona céntrica y ahora estábamos en un barrio alejado, no me refiero a esos barrios que dan miedo, solo es un barrio con muchas casas una al lado de la otra.

Avanzamos unas quince cuadras mas y el taxi paro frente a una gran casa, le pague y salí rápidamente, llegue con media hora de retraso pero ¿que hacia yo aquí? Me quise dar la vuelta y pedir de nuevo un taxi pero una voz me detuvo.

-¡Eh! ¡Tu!-

Me gire, un joven adolescente se me acerco, con un paquete en mano.

-Llegas tarde, ya se fue pero dejo esto para ti- dijo entregándome el paquete, no lo quería tomar pero al instante lo hice, era estúpido que tuviera una bomba o algo por el estilo.

-¿Quién?-

-Tu sabes-dijo con impaciencia.

-¿Cómo se llama?-pregunte.

-Mira suficiente que me quede aquí media hora, ahora largarte-

El se dio vuelta y me dejo allí, sola y con un paquete en mano, mire lo que pensé que era una casa, pero me doy cuenta de que en realidad es un restaurante en una antigua casa de siglos pasados.

Sin pensarlo entre, me senté en una de las mesas junto a una ventana, miro el paquete y lo examino, lo voy a abrir pero alguien esta al lado mío, levanto la vista y veo a una mujer con una agenda en su mano.

-Buenos Días, mi nombre es Kendra. ¿Ya tiene pensado lo que va a pedir o le traigo la carta?-

Pensé en que ya era mas del mediodía y aunque no tenia mucho apetito, debía comer, mire a la mujer y asentí.

-Un plato de espagueti y una coca-cola-

Mi corazón sintió una puntada al recordar que la comida favorita de Steven son las pastas.

-Bien, en un momento estará listo- dijo mientras lo anotaba rápidamente en su agenda y luego se fue haciendo notar sus pasos con sus ruidosos tacones.

Volví a observar el paquete, es un gran sobre aunque no contiene nada grande.

Lo abro y saco su contenido, me sorprendí al ver que que se trataba de un gran cuaderno rojo, pero no es un simple cuaderno, es un cuaderno de firmas, esos que pones en tus cumpleaños o en algún acontecimiento especial y todos los invitados te dejan un mensaje sobre lo increíble que eres.

Más que mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora