EL CAMBIO

16.2K 3.3K 240
                                    

Cabello suelto con ligeras ondas, sin gafas, un maquillaje suave remarcando sus ojos, mejillas y labios había sido todo lo que le había hecho a Eloise, pero suficiente para parecer otra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cabello suelto con ligeras ondas, sin gafas, un maquillaje suave remarcando sus ojos, mejillas y labios había sido todo lo que le había hecho a Eloise, pero suficiente para parecer otra.

«En realidad había querido hacer aquello desde que la conocí» pensé en mi fuero interno.

—Para ti es fácil decirlo porque tu no dependes de... —la giré frente al espejo y enmudeció al verse.

—Esta es la verdadera Eloise, esa que ves en el reflejo es la versión que estas privando al mundo de conocer por no enfrentarte a tus miedos —alegué mientras ella parecía estudiar su reflejo.

—Soy...

—Bella —dije desde atrás apoyando mis manos en sus hombros—, pero no es solo la apariencia externa lo que importa, sal ahí fuera y deja que el mundo te conozca. No lo hagas por Nathaniel, ni por tu tío, ni siquiera por tus padres, te lo debes a ti Eloise.

Sentí como sonreía con los ojos iluminados y se dio la vuelta para darme un abrazo.

¿Cómo de sola había estado esa pobre chica en la vida? A pesar de tener familia, nadie, absolutamente nadie se había preocupado por ver como pedía ayuda a gritos solo con verla. Bueno, en realidad si hubo alguien... la reina Genoveva.

Como me gustaría haber podido conocer a esa mujer.

Era casi la hora de almorzar, así que me di una ducha y me arreglé sabiendo que tras la comida tendría programada una cita que no podría eludir en mi agenda. Helia me había mencionado que se trataba de un comité de mujeres de la alta sociedad que organizaban recaudaciones de fondos para obras benéficas. Al parecer yo entraba a formar parte por el simple hecho de ser la reina de Bélgica, pero aún no había sido presentada oficialmente y hoy sería solo una toma de contacto además de tratar algunos temas referentes a futuras organizaciones.

Eloise y yo caminamos charlando animadamente hasta el comedor, ni siquiera era consciente de quien asistiría al almuerzo, esperaba que estuviera el hermano menor de Alexandre, David para amenizar nuestro tiempo, pero sobre todo esperaba que no hubiera rastro alguno del tío Jacob y la parejita infernal, por lo menos podríamos estar tranquilas una hora y media más.

Pero, ¿Desde cuando tenía yo suerte en la vida? Vi como la pechugoncia de turno movía sus caderas adrede enganchada del brazo de Nathaniel al otro lado del pasillo dirigiéndose hacia nosotras.

—No estés nerviosa, te asegura que estas estupenda y maravillosa, mil veces mejor que ella, imagina que es una víbora que se ha tragado dos melones por tetas —susurré con una sonrisa y Eloise no pudo evitar soltar una carcajada y sonreí al volver la vista e imaginarla de aquella manera.

Podía notar la cara de mustia de la pechugoncia, pero no me pasó inadvertido el escrutinio que Nathaniel hizo sobre el cuerpo de Eloise de forma minuciosa.

Cuando se cosque de quien es, se va a quedar con las patas colgando.

—Pensaba que no estaba permitido la invitación de personas desconocidas a palacio, querido... a este paso nos meterá a toda la chusma pueblerina en casa —dijo Amanda con desgana.

Sabía que sus palabras solo trataban de herir los sentimientos de Eloise, lo cierto es que estaba irreconocible y no me extrañaba que ninguno de los dos se hubiera percatado de que era ella realmente. ¿Quién en su sano juicio se creería que vendría vestida de esa guisa?

—Creo que con meterte a ti, hemos tenido suficiente chusma —contesté retándola con la mirada.

Vi rabia en sus ojos, ¿Se debería a no haber logrado su objetivo de dejarme encerrada en la sauna? Nathaniel parecía curioso en mi acompañante, al punto de no intervenir siquiera en las frases hirientes de la pechugoncia.

¿Tan absorto le había dejado Eloise?

—No puedes meter a quien te de la gana en palacio, —habló al fin el tonturrio de turno —. Me sorprende que mi hermano no te haya mencionado que toda persona que traspasa estos muros debe entrar de forma rigurosa y pasar unos controles —agregó tenso.

—No he metido a nadie en palacio —respondí cruzándome de brazos—. Mírala bien y quizá dejes de hacer el imbécil por una vez en tu vida.

Noté como Nathaniel me miraba con el ceño fruncido y después volvió a repasar minuciosamente a Eloise para después mirarme rápidamente como si no pudiese creerlo.

—¿De que habla esta? —replicó Amanda ante el desconcierto de Nathaniel y el silencio por parte de nosotras.

—Si no os importa iremos almorzando Eloise y yo, porque tengo un poco de prisa.

Acto seguido percibí el rubor de la que se había convertido en mi pupila y entramos sentándonos una frente a otra en la mesa del comedor mirándonos cómplices por lo que acababa de suceder.

El almuerzo transcurrió tranquilo, bastante silencioso. Ni el tío Jacob, ni David, ni por supuesto Alexandre aparecieron, pero Eloise y yo hablábamos animadamente mientras Nathaniel guardaba silencio —algo asombroso en él, pero a mi parecer es que aún no había procesado que la chica que había a su lado fuera de verdad Eloise— y por ende Amanda también lo hacía limitándose a mirar el teléfono en todo momento como si el resto del mundo no le importara.

Era bastante desconsiderado e inmaduro por su parte, pero no me extrañaba en absoluto, había comprendido que la verdadera razón de la pechugoncia era volver a llamar la atención de Alexandre y crear una fisura entre nosotros, mientras él no estuviera presente, los demás no importábamos.

Y me atrevería a decir que eso incluía al propio Nathaniel

________________________
Oioioioioioi flores, quiero muchos comentarios, muchas teorías conspiranoicas sobre el final de este capítulo!!!!!!

________________________Oioioioioioi flores, quiero muchos comentarios, muchas teorías conspiranoicas sobre el final de este capítulo!!!!!!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora