"Tregua II"

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Resulta que cuando Edmund se retiró de los alrededores para reunirse con sus compañeros de grado, dos intensas miradas cayeron sobre ella.

Anya los observaba con cierta vacilación deslizándose entre sus labios, analizando qué diablos decir.

Sin embargo, Becky tomó la palabra.

—No me dijiste que le conocías —le reprochó, y justo cuando iba a defenderse, Desmond irrumpió.

—Lo vio esta tarde, no la culpes. Ese tipo realmente es irrelevante que hasta a mí se me olvidaría —dijo, cruzándose se brazos con una postura aireada, para luego dirigir su mirada a la de Blackwell—. Tú también eres así, ¿No?

Becky frunció el ceño y los labios, hinchando sus mejillas queriendo refutar su verdad, mas le dio silenciosamente la razón. Cuando alguien no era considerado relevante para ellos a favor de sus intereses, entonces no valía la pena tratar con las personas. Becky y Damian se parecían en ese sentido; Anya lo aprendió bien.

La morena suspiró con resignación.

—Edmund es guapo, pero realmente me incomoda —susurró Becky, a lo que Segundo continuó:

—Estaba mejor cuando él y su familia estaban fuera. Que haya vuelto es jodido.

—Esperen —increpó Anya, captando la mirada de ambos adolescentes. Con una mueca, habló—: ¿Quién diablos es Edmund y por qué a ninguno le agrada?

La de coletas bajó la mirada, aunque Damian de inmediato le respondió.

—Edmund Brown, es hijo del ministro de Cultura y Deportes —informó con poca simpatía en sus palabras, cruzado de brazos. Anya pudo ver cómo él fruncía el ceño, cabreado con solo explicarle—. Se ausentó los últimos dos meses del año pasado porque fue parte de la selección nacional de basquetbol y ahora está de vuelta —graznó.

—Es guapo, insisto, pero es un mujeriego y realmente puede llegar a ser muy hostigante —expresó Blackwell con disgusto—. Cuando se fija en alguien o algo no se da por vencido hasta obtenerlo o hasta cuando se aburre.

—Anya —llamó su atención Damian—, no permitas que se acerque mucho a ti— la aludida quedó impresionada por la seriedad de las palabras de Desmond. No era una advertencia, una amenaza; era realmente una petición para que tuviera cuidado con ese chico.

“Seguro le interesa Anya por su reputación, pero ahora más ya que sabe que me interesa... Qué desastre... Solo espero que no la manipule”.

—Pierde cuidado, Segundo —agitó su mano, quitándole peso al asunto, sonriéndole a los chicos—. No soy para nada un blanco fácil.

[...]

—Entonces... —canturreó Becky Blackwell llamando la atención de Anya quien intentaba concentrarse en la tarea que tenía por delante. Habían acordado quedarse después de clases para que Becky hiciese la tarea con la de cabellos rosas, aunque la morena hace ya tiempo había perdido el enfoque en los estudios y solo corregía y ayudaba a su amiga— Edmund Brown.

Anya se tensó en el momento en que oyó el nombre y Becky suspiró.

—Lo vi éste viernes —comenzó la de coletas, mirando sus uñas con desinterés—. No creí que tuviera esperanzas en verte, pero al final sí fue invitado al evento de los Desmond y su padre no se negó en ir—relató Becky—. Incluso con una mala cara, se me acercó para hablar trivialmente e intentó sacarme información —acusó ella, exhalando dramáticamente—, pero ya sabes... Odio a ese tipo de personas. Bueno, me desagradan las personas. Excepto tú y los chicos... Un poco —murmuró lo último.

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