Viva la Vida // Ziam

Part 7

"¿Cómo que no me dejarás entrar? Es un..." El hombre que intenta entrar en la celda de Liam balbucea, como si las palabras fallaran ante la crueldad de Liam. "Estamos en el mismo lado. Él está en el otro lado. Esto es una mierda, que lo protejas así".

Louis se encoge de hombros, todavía de pie en la puerta de la celda de Liam, con los brazos cruzados sobre el pecho y la barbilla inclinada hacia arriba. "Me lo dices a mi, Michael. Pero no voy a dejar que te involucres en una especie de jodida venganza como esta. Te mereces algo mejor y...", mira por encima del hombro hacia donde está Liam, encorvado y receloso en la esquina. "-Este tipo se merece algo mejor. Sabes que él no tiene la culpa de tus hermanos. Sólo quieres un chivo expiatorio. Pero créeme, como el rey de desquitar mi ira con gente que no lo merece, no te hará sentir mejor".

Michael -no es un hombre, se da cuenta Liam al ver su cara, sino un niño- intenta esquivar a Louis, pero el otro rebelde es demasiado rápido, agarra a Michael por los hombros y lo inmoviliza contra la pared.

"Sabes mejor que nadie que", le espeta Louis. "si das un paso más hacia él, no serás mejor que un miembro del Círculo. Lo sabes muy bien".

Los dos rebeldes se miran con la intensidad de una bomba nuclear, los dedos de Louis blancos donde se clavan en los hombros de Michael. Finalmente, Michael se relaja y mira hacia otro lado, con la cara hundida de una forma que no se suele ver en chicos que aún no tienen edad ni siquiera para la universidad. Parece un anciano, agotado de todo menos del cansancio y de la amarga ira.

"Tienes razón", murmura. "Como siempre".

"Como siempre", asiente Louis, dando un paso atrás y dándole una palmada en la espalda. "Ve a buscar a Niall; seguro que tiene algo que hacer para ti y te hará sentir mejor".

"Sí".

Liam observa a Michael alejarse, arrastrando un pie contra el suelo. Hay algo terriblemente derrotado en su postura.

"¿Todo bien?" pregunta Louis con desgana, dándose la vuelta para ver cómo está Liam.

"Sí". Liam se siente apagado, ya sea por el sabor ácido de la culpa en la parte posterior de su garganta que Michael había logrado poner ahí, o por el miedo a que su vida esté en peligro una vez más, es difícil de decir. "¿Qué le pasó?"

Louis inclina la cabeza hacia un lado, un movimiento que de alguna manera acentúa su pequeñez, la forma en que su delicada estructura desmiente su poder físico y su enorme personalidad. "¿Qué quieres decir?"

"No estaba del todo..." Liam traga saliva, piensa en la expresión de un anciano en un rostro joven. "No está del todo bien, ¿verdad?"

Louis frunce los labios, endereza la columna vertebral como un soldado y fija su mirada en un punto situado a unos metros por encima de la cabeza de Liam. "No, creo que no lo está. El ejército de la corona mató a sus tres hermanos adoptivos delante de él hace unos meses". Baja los ojos para encontrarse con los de Liam. "Cuando digo 'mataron', tampoco quiero decir que lo hicieran bien y rápido con una bala en la cabeza. Tardaron horas".

Liam siente que la vergüenza -una emoción que casi nunca recuerda haber sentido- le arde en lo más profundo de sus entrañas, un recordatorio de que si el ejército real hizo algo así, fue por un fallo de la corona. No un fallo intencionado, porque no cree que ninguno de los generales -a los que todos conocen por su nombre- ordenara algo así, sino porque las órdenes de alguien no fueron claras, o no vieron a los soldados rebeldes en su tropa.

"¿Por qué no lo mataron?" Siente la garganta rasposa.

Los ojos de Louis son afilados y duros como diamantes. "No tiene mucho sentido practicar un deporte si no hay nadie que lo observe, ¿verdad, Alteza? Lo dejaron vivir como advertencia, porque esos enfermos hijos de puta no pueden soportar que nadie esté ahí para contar lo grandes y poderosos que son". Respira profundamente y lo suelta. "No digo que haya hecho bien en intentar matarte, pero puedes ver por qué lo hizo. El chico está jodido".