Cómo MJ y Spiderman

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El joven mexicano subió algo incómodo al automóvil y le recibieron ambos adultos felices, se dió cuenta que también estaba Marco con una posición resignada. El viaje a la casa de los De la Cruz fue amigable, los padres le preguntaron sobre su origen, su familia y su sueño de ser músico. También le contaron sobre el problema que había sido el caer en deshonra al descubrirse los delitos de Ernesto de la Cruz. La familia tuvo que bajar sus ingresos y quedaron no solo olvidados, sino que repudiados por la sociedad así que tuvieron que comenzar desde cero; este relato hizo que el joven sintiera una puñalada de culpa y cierto arrepentimiento en su corazón, por lo cual se apretó disimuladamente el pecho y sus labios hicieron un curvatura de tristeza. La madre se dió cuenta y dulcemente le acarició la cabeza

—No fue tu culpa jovencito, hiciste lo correcto— le sonrieron ambos adultos. Cuando llegaron a su hogar, un pequeño departamento, el niño fue guiado por el lugar algo pequeño pero suficiente.
La señora había cocinado platillos típicos mexicanos y todos se sentaron a comer, los padres del joven no dejaban de hablar, gritar y reír mientras su hijo estaba callado como tumba. Terminando la comida fue invitado a la habitación de Marco y el De la Cruz lo guío resignado a una puerta al lado de un corto pasillo que llevaba a la recamara principal. Entraron, las paredes eran de un azul muy claro pastel que combinaba con las colchas de su cama individual, el lugar estaba adornado de un librero y un ropero, también había un escritorio con una laptop y una silla.

Ambos jóvenes estaban incómodos, ahogados en un profundo silencio, Miguel intentó comenzar una conversación

— Ahm...me gusta tu cuarto, el color azul te queda muy bien

—Gracias...— Marco se sentó en su cama y quiso ignorar al joven. Pero Miguel de repente vió en una apertura que mostraba dentro de su clóset una guitarra adornada de tallados mexicanos, no pudo con la emoción y olvidándose de sus modales se acercó al mueble y lo abrió

—¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!— pero no le dió tiempo de detenerlo antes de que Miguel jalara de la puerta provocando que una torre de pósters se viniera abajo y cayera encima de él. El Rivera alzó la cabeza y se vió hundido en pósters con el rostro de "Héctor, el mariachi nocturno" cómo lo había bautizado la prensa, estaba aún en  shock cuando vió como una almohada se iba encima de él. El De la Cruz en seguida corrió a quitarle todas sus cosas de encima pero ya era demasiada tarde, su compañero ya había visto todo, tomó la almohada y petrificado vió que era su figura la que estaba impresa en la tela como si él vestido de Héctor se hubiera acostado, levantado la camisa y bajado su pantalón mostrando un poco de sus boxers y su torso completamente desnudo...de repente la almohadilla se le fue arrebatada de las manos, era Marco quién estaba rojo como tomate e intentaba torpemente ocultar todas sus cosas de nuevo. Miguel igual estaba rojo, ahora sabía que el chico que le hacía bullying estaba completamente enamorado de él y tenía mercancía suya...vaya, esa era demasiada información para él.

Hubo un momento de silencio que invadió la habitación, ambos jóvenes no eran capaces de verse al rostro si quiera, pero el Rivera estaba comprometido con su meta: tenía que llevarse bien con Marco. Así que tomó aire disimuladamente, se levantó del suelo y se dispuso a sentarse al lado de su compañero. Ambos no se voltearon a ver.

—Ahm...entiendo....por qué te gusta tanto Héctor

—Vamos, no tienes que mentirme

—Lo digo en serio, simplemente es genial

—¿Tu...en serio crees eso?

—Claro que si, es simpático, de buen corazón y suuuuper guapo— se sentía bien al decir todo eso, y aún más sabiendo que el contrario creía lo mismo, el De la Cruz se lleno de seguridad al escuchar sus palabras pues ahora sentía que el joven tenía cierta simpatía con él y por lo menos concordaban con algo

Un nuevo héroeWhere stories live. Discover now