¿Y si descubres que tu novio te engaña con tu mejor amiga?
¿Y si te vengas de él... fingiendo salir con su hermano mayor?
+18
Cuando Alia descubre que su novio, Ben, la engaña con su mejor amiga, planea una traviesa venganza.
Sin embargo, las cosas...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
—Deberíamos llamarle.
—¿Y si no nos coge el teléfono?
—Por lo menos lo habremos intentado. Estoy cansada y tengo hambre.
—¡Y yo!
Llevábamos dos horas dando vueltas por la ciudad. Incluso la temperatura había bajado. Porque Ben sabía dónde estaba la facultad de Kai, primer sitio que visitamos y donde, por supuesto, no lo encontramos. Sin embargo ya no vivía en la residencia donde había estado el último año, y tampoco nos atrevíamos a contactar con sus padres porque entonces sabrían lo que habíamos hecho.
Por mucha libertad que los Yoshida les diesen a sus hijos, no estarían felices de saber que Ben y yo nos habíamos escapado hasta Los Ángeles sin permiso. Más aterrador era que se lo contaran a mi padre, como estaba bastante segura de que harían.
—Te propongo algo: entramos a un bar a tomar algo y comer, y...
—-... y luego llamas a tu hermano —terminé la frase por él.
Refunfuñó un poco, pero al final terminó por aceptarlo. Si nuestro plan inicial hubiese salido bien, a estas horas ya estaríamos regresando a casa, con o sin Kai. Cuanto más tardase, más posibilidades había además de que mi padre lo descubriera todo.
Tendríamos que haber llamado a Kai nada más llegar a la ciudad. Por cada momento que pasaba, más claro lo tenía.
Encontramos un lugar con buena pinta. A aquellas horas había gente cenando en la terraza, otros tomando una cerveza. Decidimos entrar y allí llamaríamos por teléfono. Además, con el estómago lleno se toman mejores decisiones.
El local estaba bastante concurrido y nos sentamos en una mesa casi al fondo. Ojeé la carta un par de minutos mientras Ben observaba la pantalla de su teléfono móvil, indeciso. Un camarero llegó a tomarnos nota y, cuando se fue, perdí la paciencia.
Le quité el teléfono de las manos, busqué el contacto de Kai y di a llamada. Acto seguido se lo regresé.
—Toma. Habla con él.
Tardó un par de segundos en reaccionar, pero supe que era porque habían contestado a la llamada, ya que se llevó un dedo a la oreja para cubrir el ruido.
—Eh... Hola ¿dónde estás? —le escuché decir.
Frunció el ceño.
—Porque sí, dime donde estás.
Casi me llevo la mano a la cara. Se me olvidaba que esos dos no sabían mantener una conversación.
—Ya sé que en Los Ángeles, ¡digo en qué maldito lugar de Los Ángeles!
Apretó los labios, pero al menos su ceño fruncido se esfumó. Y entonces, en un tono casi imperceptible, vi que articulaba:
—Porque yo también estoy aquí —silencio—. ¡Qué yo también estoy en Los Ángeles!
Lo último lo gritó, y las personas que había en la mesa de al lado nos miraron entre enfadados y sorprendidos.
—He venido a buscarte, ¿qué haré aquí si no?
Las expresiones de Ben eran todo un poema. Desde indignación, a sorpresa, a molestia, a vergüenza... Escuchar aquella conversación me había bajado un par de tonos el enfado por no encontrar a Kai, e incluso me estaba divirtiendo.
—Porque sí, porque eres un idiota y tienes que volver a casa.
Uhm, ¿debería echar un cable?
—No, tú eres el idiota.
Definitivamente debería echar un cable.
—¡He dicho que...!
Le quité el teléfono de la mano a Ben y, haciendo de tripas corazón, me lo llevé al oído. No protesto, solo se cruzó de brazos y empezó a farfullar por lo bajo. Del otro lado me llegó la voz de Kai, también protestando.
—¡...regresa a casa ahora mismo!
Esto iba a ser complicado. Me aclaré la garganta y, notando el corazón latiendo deprisa, dije:
—Hola, Kai.
Silencio.
—¿Alia?
La misma. Tomé aire y continué.
—Uhm, sí, soy yo. Esto... ya que hemos venido hasta aquí, ¿crees que podríamos vernos?
Unos segundos más de silencio, pero esperé pacientemente hasta que Kai preguntó:
—¿Dónde estáis?
Miré hacia todos lados en el bar, encontrando el nombre en un servilletero. Se lo dije y me prometió que estaría allí lo antes posible.
Colgué la llamada y le devolví el teléfono a Ben, que continuaba con el ceño fruncido.
—¿Por qué a ti te hace caso y a mí no?
—Quizás porque no le he llamado idiota y porque se lo he pedido con educación.
—Ya, claro...
Por fortuna nuestra comida llegó, y pasamos los siguientes diez minutos llenando el estómago y sintiéndonos un poco mejor.
Mis ojos se iban cada pocos segundos a la puerta, esperando ver a Kai. Me daba un vuelco el estómago cada vez que alguien la abría.
Hasta que finalmente fue él.
Me limpié la boca con una servilleta mientras daba un codazo a Ben, que también lo vio. Tardó unos segundos en hacer contacto visual con nosotros, y después comenzó a acercarse.
Sus ojos iban de Ben a mí. Este era el momento de la verdad, la única ocasión donde podríamos hablar con él. No se trataba de convencerle, sino de darle la oportunidad de conocer toda la historia y valorar su situación.
Y así fue como lo supe.
—¿Qué haces? —Me preguntó Ben cuando me puse de pies.
—Os voy a dejar solos. Es tu hermano, esto lo tenéis que hablar entre los dos.
Abrió la boca en señal de protesta.
—No, solo te escuchará a ti.
Sacudí la cabeza. En realidad, si alguien podía hablar con Kai... ese era su hermano.
—No tardaré —le aseguré.
Kai llegó a nuestra mesa justo cuando yo me alejaba. Le sonreí de lado como saludo, aparentando tranquilidad, aunque el corazón martilleaba como loco en mi pecho. Tenía ojeras profundas bajo sus ojos, algo que no había visto aquella mañana, y barba de varios días. ¿Cómo no me había fijado?
Asintió con la cabeza y me alejé. Solo esperaba que, al regresar, todavía siguiera en la mesa con Ben.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.