CAPÍTULO XX

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Todos los habitantes de Pemberley y los invitados aplaudieron la canción que Elizabeth había presentado en canto e interpretación. Siempre dotada de su característica alegría que de alguna forma impregnaba a sus golpes en las teclas del piano.

- Le agradezco que haya accedido a mi petición - le agradeció Georgiana a Elizabeth mientras aplaudía suavemente con sus gráciles manos.

-Es un placer tocar cuando es en tan buena compañía - reconoció la joven observando a sus parientes y los señores  - y con un instrumento tan precioso.

-Mi hermano mandó a arreglar este salón para mí y me ha regalado este piano forte para que pueda seguir practicando. Pero no creo llegar a tocar o cantar tan bien como usted - le respondió Georgiana con modestia.

-Creo que no está siendo sincera jovencita - le respondió Elizabeth de forma juguetona - estoy bastante segura de que he oído informes tan buenos sobre su habilidad que debe superarme con creces en todos los aspectos de la materia musical.

-No, no creo que sea así - le respondía Georgiana con mucha timidez, agradecida por lo bien que Elizabeth la trataba a pesar de conocerla desde hace tan poco. La inocente conversación contrastaba con la atmosfera que despedía la otra esquina del cuarto.

Caroline Bingley no veía con buenos ojos esa nueva complicidad que se desarrollaba entre Georgiana y Elizabeth, menos como Darcy parecía alentar a su hermana a acercarse a la señorita Bennet. Los primeros días de su visita a Pemberley, la timidez desenfrenada de Georgiana le había hecho pensar que sería suficiente protección contra la elocuente y seductora conversación de Elizabeth; pero con el pasar de los días parecía que la señorita Darcy comenzaba a hablarle y responderle con más libertad. Maquinó entonces una forma de avergonzarla o al menos sacarla de su zona de comodidad, cuando vio en un lado del salón a Mary conversando muy animadamente con la señora Gardiner y el señor Ferguson.

Justo cuando Elizabeth iba a pedirle a la señorita Darcy que la reemplazara en el piano vio como Caroline se acercó de forma malintencionada a su hermana y la instó a tocar una de sus canciones favoritas.

"Esas melodías tan extrañas y que no son del agrado de nadie seguro pondrían en su lugar a las Bennet frente a los Darcy" - pensó Caroline.

-No me siento inclinada a tocar este día, señorita Bingley; pero le agradezco la invitación - respondió lo más amable que pudo Mary; algo contrariada porque por un lado era muy evidente que quería avergonzarla frente a los invitados y porque en realidad sí le apetecía tocar frente a personas que sabía que tenían tan buen gusto. Su renuencia era muestra de autocontrol, algo que antes había fallado en cultivar.

-En Hertfordshire - declaró la señorita Bingley para que todos la escucharan - no había jovencita más culta y hábil en el piano que la señorita Bennet. Por favor háganos el honor - la tentó.

Mary se vio entonces obligada a ocupar el lugar de su hermana mayor y comenzó a tocar una tonada de Céol Mor, que dedujo era lo suficientemente intrincada como para exhibir su talento como pianista y lo suficientemente agradable como para ser de la satisfacción de las personas que no la hubiesen escuchado nunca.

La canción elegida, como siempre, no era el problema de su interpretación sino la voz que la acompañaba. Una voz hecha gruesa y grave a propósito para encajar con la tonada de la canción. Caroline se sintió satisfecha al ver que la mayoría no prestaba atención al concierto que daba Mary... hasta que terminó de tocar y el señor Ferguson comenzó a aplaudir más fuerte que todos los del salón llenando de alabanzas a la señorita Bennet.

Le preguntó con mucho fervor en donde había aprendido sobre Pibroch y si sabía que era un clásico de escocia para las marchas de guerra y canciones de dolor de la viudez.  La señorita Bennet le respondió que cuando era pequeña sus tíos pudieron llevarla a Londres a admirar a los maestros de piano y que un compositor de Irlanda tenía en venta varios libros de música y folklore de los países nórdicos.

ORGULLO Y PREJUICIO - Aceptando la propuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora