LA INDIA

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Coged el extintor porque en este capítulo vais a arder flores... y el que avisa no es traidor.

La India era espectacular

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La India era espectacular. Un lugar colorido lleno de alegría y caos al mismo tiempo. La finalidad del viaje era establecer lazos con el país para el comercio y debía que el trato —muy a pesar de que no me gustaran los favoritismos o de que prefería vivir la ciudad con sus gentes de a pie y no con la élite social— era maravilloso.

Olores, sabores y bailes tradicionales que me maravillaron, un viaje que jamás olvidaría, pero más aún porque cuando finalizaron nuestros días y nos montamos en el avión privado, Alexandre decidió hacer una escala de tres días en Bali para celebrar lo bien que habían ido las negociaciones.

—Definitivamente tres días no es suficiente para estar en este paraíso —admití en voz baja cuando contemplé sus playas paradisiacas.

Tres días en los que nos alojamos en medio de lo que parecía una selva, lejos de todo y de todos, donde lo único que podía escucharse era el ruido de la naturaleza y del agua de las piscinas que caían en cascada.

Si eso no era el jodido paraíso, estaba muy cerca.

Estar allí junto a Alexandre me hizo sentir que era otra persona. Una Adriana desconocida que se podría adaptar muy bien a esa vida. Una Adriana diferente que podría encajar en aquel mundo perfectamente. Una Adriana distinta que podría enamorarse y formar una familia.

Una Adriana que no era yo.

—Mi fortuna por tus pensamientos —susurró Alexandre inclinándose detrás de mi vientres estaba apoyada en el borde de la piscina viendo el inmenso paisaje verde que se abría frente a nosotros.

Para revelarte mis pensamientos estoy yo...

—Pensaba en la razón por la que has decidido hacer escala en este lugar antes de regresar a Bélgica.

—Bueno... —susurró mordisqueando mi oreja mientras sus manos me acariciaban la cintura para apretarme contra él—. Tenía que ganar puntos y Bali no estaba en tu lista, así que decidí adelantarme e incluirla.

Sabía que estaba bromeando, tal vez solo deseaba un descanso antes de regresar a sus funciones, al fin y al cabo el viaje a la India había sido realmente por trabajo aunque lo disfrutáramos.

—Si sigues ganando tantos puntos, al final no me vas a echar ni con agua caliente —renegué dejando que sus manos ascendieran a mis pechos.

La suerte de ir de vacaciones con un rey es que los aposentos tenían aquella piscina y vistas privadas, porque estábamos alojados en la mejor habitación del hotel.

Y la más cara.

—Tal vez no me importa que te quedes —mencionó con aquella voz ronca cargada de deseo que si no fuera por la situación hasta podría creer que era cierto, pero sabía que solo hablaba su lujuria y no el raciocinio de sus pensamientos.

—De momento estoy aquí —admití alzando las manos para acariciar su cabello a pesar de estar de espaldas. En ese momento los labios de Alexandre estaban en mi cuello y sus manos deshaciendo la parte de arriba de mi bikini nuevo.

Sentí como Alexandre me giraba para dejarme frente a él y me apoyaba en el bordillo para deleitarme con su boca recorriendo mi piel. Succionó uno de mis pezones provocando que gritara de placer y su mano se perdía entre la parte de mi bikini inferior, abriéndose paso entre mis pliegues para hundir sus dedos en mi interior.

—Adriana Abrantes, no sé como lo haces, pero logras que pierda el sentido cada vez que estoy contigo —susurró tornando de nuevo a mis labios para apresarlos con fuerza.

¿Yo le hacía perder el sentido? Más bien diría que era al contrario.

—Yo diría que tus sentidos van muy bien encaminados —gemí buscando meter una de mis manos bajo el pantalón corto que usaba como bañador.

Alexandre mordió uno de mis pechos en respuesta y eso propicio que diera un respingo, momento que él aprovechó para quitarme la parte de abajo del bañador y dejarme completamente desnuda en la piscina.

—¿Funcionan los parches esos que te recetó el médico? —preguntó en un momento de lucidez y casi no supe de lo que estaba hablando hasta que lo recordé.

Debía ponerme unos parches anticonceptivos durante varias semanas para imposibilitar completamente la concepción hasta que mi cuerpo eliminara por completo la sustancia que había ingerido.

—Si —gemí y acto seguido sentí como guiaba mi mano aferrada a su miembro hasta el punto exacto mientras se abría paso bajo el agua llenándome con una sola estocada—. Joder... ¡Joder! —exclamé sintiendo que algo dentro de mi iba a estallar.

Nunca. Jamás de los jamases había tenido sexo sin preservativo y mucho menos debajo del agua.

Aquello era otro nivel.

Aquello era el mismísimo Olimpo hecho realidad.

Las vistas, el clima, el ambiente, el agua y aquel inmenso placer que sentía cada vez que Alexandre salía para adentrarse de nuevo llevándome más y más a la pleitesía de un climax sublime.

Me alcé sobre él mientras me acogía con sus manos en mis caderas balanceándome sobre las suyas bajo el agua, mientras nuestras bocas se unían del mismo modo y su lengua danzaba junto a la mía presa de la más pura lujuria.

En el momento que sentí llegar la ola, que me arrasó por completo provocando que todo mi ser temblara ante los espasmos de aquel increíble orgasmo, supe que ya no había más, que por mucho que buscara o encontrara a alguien, nunca podría superar aquel momento.

Y fui consciente de ello.

Fui consciente de que me pasaría el resto de mi vida conformándome con menos.

Fui consciente de que me pasaría el resto de mi vida conformándome con menos

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De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora