Cap. 10 El caso

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En cuanto llega a casa, se mete en la cama, aunque le cuesta conciliar el sueño. Todas las emociones vividas esa noche se pasean por su mente con una confusa secuencia de imágenes. 

Se lamenta por lo estúpida que ha sido al no haber probado bocado en todo el día y tomarse un gin-tónic con el estómago vacío. Es lo que no soporta del alcohol, y por eso nunca suele tomarlo, porque odia perder el control. Y esa noche, además también había perdido el conocimiento. ¡Lamentable!

Había despertado en la habitación de un desconocido, tumbada en su cama, completamente indefensa. Menos mal que había topado con alguien como Jared...

Y al tener ese pensamiento, abre los ojos. ¿Cómo podía estar pensando eso? ¿Cómo podía estar agradecida de que Jared le hubiera socorrido? ¡Jared! Precisamente el hombre del que quería vengarse por haberse aprovechado de su amiga. Pero la imagen que se había hecho de él, distaba mucho de la que le había ofrecido esa noche, comportándose con tanta amabilidad y respeto. 

¿Sería porque ella no había mostrado en ningún momento interés por él? ¿Era eso lo que la diferenciaba de Laia, que ella sí que le había dicho que quería tener sexo con él?

¡No! ¡No podía pensar eso! ¡Eso nunca puede justificar un abuso! Laia estaba desconsolada. Ella misma le había contado que no quería acostarse con su amigo, que la habían obligado. Si una mujer dice que no, nada justifica que la obliguen a hacer lo contrario a su voluntad. 

Tal vez, Jared se mostrara más respetuoso esa noche, porque estaba trabajando. Era una fiesta que él había organizado y, aunque parecía claro que el juego sexual era entre dos hombres y una mujer, por lo que había visto, también parecía que todos actuaban bajo consentimiento explícito. Tal vez, Jared mostrara una actitud completamente diferente en su vida privada, tomándose unos derechos que nadie le había otorgado, creyendo que puede hacer lo que le viene en gana, con quien le da la gana. 

Y eso era con lo que Ellen estaba dispuesta a acabar, para lo que contaba con la ayuda de Caleb. 

Caleb...

¿Qué extraña conexión le unía a él? ¿Por qué se había empeñado en que fuera él su entrenador? Había algo en él que la desconcertaba. Había sentido todo tipo de emociones a su lado; miedo, respeto, admiración, gratitud, enfado, excitación... Sí, tenía que reconocerlo, ese hombre le gustaba mucho. Le gustaba la seguridad que demostraba, su habilidad, su fortaleza, su físico... Era tremendamente atractivo y tenía un cuerpo de escándalo. Pero también le gustaba su sentido del humor, la amabilidad con la que la había tratado, aunque solo fuera en algunos momentos, pues también se había mostrado muy rudo con ella. 

Y desprendía un halo de misterio que también le resultaba muy atractivo. 

Le gustaría conocer más sobre él, su historia. Dónde se había formado, cómo había aprendido todo lo que sabe, en qué lugares había estado, si solo se dedicaba a entrenar a otras personas... También siente curiosidad por esa otra actividad que realizaba, ayudando a prostitutas. ¿Qué tipo de ayuda les ofrecía? 

Y de repente,  recuerda que Caleb sí sabía que ella era abogada y todavía no le había preguntado cómo había conseguido esa información. También la había tratado como a una niña rica y caprichosa, por lo que también debía de saber que venía de una familia adinenarada. Así que, estaba claro que él sabía más de ella, que ella de él. 

De momento, el lunes empezaban de nuevo, así que contaba con que tendría ocasión de obtener más información sobre su entrenador.


El domingo tiene comida familiar en casa de sus padres. Cuando sale de casa, Laia sigue durmiendo, así que le deja una nota avisándola de que no volverá hasta la noche. 

El entrenadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora