Capitulo 12

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Christopher se adentro mas en el bosque en silencio, observo a su alrededor y detecto lo que buscaba luego de un par de horas, espero pacientemente mientras cazaba.
  Sabía que esa pequeña liebre no alcanzaría para los dos, pero no importaba, por lo menos Raven podría comer.
  Con el pasar de las semanas había descubierto que cuando ella no comía se convertía en un monstruo mordaz y malhumorado. Sonrió a su pesar, porque a pesar de su lengua bífida lo hacía reír.
   Las primeras semanas de viaje habían sido un infierno, donde se arrepintió inmediatamente de traerla consigo, pues ella aun estaba enojada y dolida por lo de su padre. Pero con paciencia y charlas él había logrado pasar por esa terrible prueba. Era la primera vez que compartía tanto tiempo sin guardar secretos o fingir alguien que no era. Durante toda su vida había fingido, y a pesar de no recordar muchas cosas, había en el fondo que muchas veces había escondido su verdadero ser a todos.
  Con ella no sentía la necesidad de mostrarse diferente, ella aceptaba sus cosas malas y buenas con naturalidad y él había descubierto que ella también tenía aristas desconocidas.
   Solía esconder su verdadero ser con charlas y risas, pero él había descubierto que era manipuladora y su mente era más rápida que la liebre que él estaba cazando. Sin contar sus manos rápidas. Ella había descubierto que sus manos rápidas y mangas abultadas podían esconder algunos artículos que necesitaban cuando entraban a una tienda en algún pueblo en el que decidían parar. Cuando el dinero se había acabado, ella compraba algunas cosas que pagaba y otras robaba y aunque se sentía mal, según sus propias palabras, era necesario. Como por ejemplo las barras de jabón que había robado de la tienda, había pagado por las latas, le confesó, pero para el jabón no alcanzaba y como lo necesitaban lo había guardado en su pecho. Había dejado de sentirse mal algunos pueblos atrás,y desde entonces entraba a una tienda como una cazadora experimentada, mientras le daba charla al dependiente guardaba más artículos de los que compraba. Sus habilidades como cocinera también la habían ayudado, habían parado en un pueblo durante quince días, donde ella había trabajado y cocinado en una pequeña posada a cambio de una habitación y un poco de dinero para seguir con su viaje. El, como su hermano, había trabajado como lacayo por unas monedas extras y luego partieron en medio de la noche, con la carreta llena de comida y artículos robados, y ella a cambio había dejado una tarta en agradecimiento, le contó. Pero su sorpresa fue grande cuando él había sacado esa misma tarta unas horas más tarde para compartirla y aunque se había enojado con él, luego había reído sin parar.
  Él nunca había oído un sonido tan hermoso como su risa, o su voz. Raven solía cantar mucho y a él le encantaba cuando ella lo hacía, incluso él había cantado con ella y le había enseñado una canción obscena. Y aunque ella había tratado de no cantarla, la descubrió tarareandola mas tarde, hasta que dejó la vergüenza y mientras viajaban por las largas calles desoladas ella solía cantarla a todo pulmón hasta que ambos acababan entre risas y jadeos divertidos. Pero la diversión se acaba si ella tenía hambre, lo había descubierto a las malas, la escuchaba quejarse durante horas e incluso siempre había cosas nuevas de las que se quejaba. Sin contar si estaba con su periodo, que recordó el, seria pronto si no estaba equivocado con las fechas. En esos momentos ella recordaba que necesitaba una cama o bañarse en una tina. Después del primer mes, el procuraba acampar y esperar que su periodo se vaya, esa era la única comodidad que le podía proporcionar pues el dinero no le alcanzaba para una posada y eso le pesaba todos los días. Aunque ella no se quejaba mucho, excepto en esas ocasiones y él se lo agradecía. Pero a medida que se acercaban más a Rusia hacía más frío y bañarse en el río o lagos con agua helada no era lo ideal. Sabía que estaban cerca de llegar y aunque él no había parado, sabía que ella lo necesitaba y él también. Si hubiese tenido dinero suficiente habría bastado un mes de viaje tranquilo, pero la necesidad y la falta de dinero estiraron el viaje a tres meses. El rogaba porque el cofre tenga lo suficiente como para comprarse ropa, cambiar la carreta por un carruaje, mantas y una semana o dos en una posada no vendrían mal.

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