𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓: ¿𝒂𝒖́𝒏?

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Nota: ¡Feliz día del libro a todas!


—¿Cómo que aún? —Le di un empujón en la espalda cuando salíamos del salón—. Nunca me vas a ver desnuda.

Noah sonrió y echó la mirada atrás con una ceja alzada, fingiendo estar sorprendida por aquella revelación que acababa de hacer.

—Ah, ¿no? —Dijo entrando en la cocina, donde salía la única pareja que estaba para dejarnos la estancia a nosotras—. ¿Tú estás segura de que no? —Agarró un pomelo que había en el frutero de la encimera y lo lanzó al aire.

—Segurísima. —Me apoyé en la mesa con las manos a la espalda—. Además, no eres mi tipo y no soy tu tipo. No va a pasar. —Hice una mueca, negando levemente con la cabeza.

—¿Estás segura de que no va a pasar? —Cruzó las piernas y se apoyó por completo en la encimera, sin apartar la mirada del pomelo—. No eres mi tipo para casarme y tener hijos, pero sí para pasármelo bien.

—¿Y con mi hermana no te lo pasarías bien? —Achiqué los ojos, separándome de la mesa en la que reposé el cuerpo.

—Lo de tu hermana no es posible. —Ella también se incorporó, quedando ambas frente a frente.

Los mechones de pelo ondulados relucían bajo la luz púrpura de la piscina que se colaba por la ventana de la cocina. Las ondas del agua se reflejaban tambaleantes en las paredes, bailando con sus ojos, esos que miraban mis labios, aunque no pronunciaba una palabra.

—Así que soy un segundo plato para ti. —Ladeé la cabeza, esperando una reacción titubeante, pero simplemente esbozó una sonrisa sibilina.

—Lo que me provoca tu hermana y lo que me provocas tú no es lo mismo —afirmó. Cada vez la sentía más cerca.

—¿No?

—No. —Acercó su cara a mí y su nariz rozó la mía. Soltó aire entre sus labios y cerré los ojos al sentirla tan cerca, tan caliente, tan real delante de mí—. Con Dafne el roce durante meses hizo el cariño.

—¿Y yo?

—A ti se te ve la lujuria en los ojos y haces que de quien te encapriches caiga contigo. —Bajó los dedos del cinturón de mi chaqueta y los colocó sobre mis caderas, pegándonos en mitad de la cocina—. ¿Me equivoco?

—No. Pero que te quede claro... —Puse un dedo sobre su pecho, colándome por el hueco entre los botones de su camisa, para tocar su piel desnuda—. Jamás tendría nada contigo.

—Lo sé. —Asintió, agarrándome de la mano para bajarla poco a poco hasta el cinturón de su pantalón—. Te has manchado el pómulo de rímel. —Pasó el pulgar por la zona que suponía estar manchada.

—¿Sabes dónde están los baños?

—No, pero podemos buscarlos.

Noah subía las escaleras de dos en dos con las manos metidas en los bolsillos. Las habitaciones del pasillo superior estaban todas ocupadas, algunas de gente hablando, otras de gente acostándose sin pudor alguno. Al final del pasillo encontramos el último baño de la casa, el más pequeño pero el único que estaba vacío.

Entré y me miré en el espejo. No tenía ni una mota de rímel del que hablaba en el pómulo, pero, aun así, mientras ella cerraba la puerta del baño me miré al espejo con un suspiro que terminó cuando su mano me agarró del cuello estando de espaldas. Apretó suavemente los laterales de este con los dedos, pasando la punta de su lengua por el cartílago de mi oreja para terminar chupándolo lentamente como si de mi boca se tratase.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora