Capitulo 18

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Raven jamás se había sentido tan bien y tan mal a la vez. Le había llevado casi todo el día tomarse medidas para sus vestidos nuevos. Luego comprarse guantes y sombreros, zapatos y todo lo demás. Christopher había interpretado su papel de esposo a la perfección, la había ayudado a elegir algunos colores y la hacía gastar más de lo que quería, para la modista era el hombre ideal, le había dicho cuando habían estado solas mientras le tomaba las medidas. Cuando habían salido de la habitación donde ella se probó algunos vestidos, él estaba lleno de cajas y telas de colores. Sintió que se ruborizaba cuando él la miró con una sonrisa en el rostro y miles de cintas en sus brazos.

— He elegido todas estas. — Le informo mientras esperaba que se acerque.

— ¿Que? — Chillo acercándose.

— Me gustaron todas. Pero el color que más me gusta es este, Pajarita. — Le dijo tendiendole varias cintas de color rojo. — También estos guantes del mismo color. ¡ah! Y quiero que mi esposa tenga varios vestidos de este color. — Dijo a la modista mientras señalaba la tela roja.

— No pienso usar rojo, Christopher. — Gimió avergonzada.

— ¿Por qué no? — Preguntó él levantando los hombros. — Tu color de piel luce hermoso con este color ¿Verdad? — Le pregunto mientras le ponía la tela debajo del cuello y miraba cómo le sentaba.

— Tiene muy buen gusto señor Fisher. - Alabo la modista.

—  Salieron del lugar a pedido de Raven, pues él seguía pidiendo y encargando.

— Eso ha estado realmente mal. - Dijo después de caminar unos metros.

— ¿Por qué? Deja de tener ese pensamiento de pobre, disfrutalo.

— Gastamos demasiado dinero. - Murmuró ella negando con la cabeza.

Le pasó un brazo por sus hombros y le habló al oído.

— ¿Y si te digo que solo gastamos el equivalente a una sola joya de diamantes?

Ella se volteó a verlo y sus rostros quedaron a centímetros de distancia.

— ¿Lo dices de verdad?

— Te lo juro, Pajarita.

Ella apoyó la cabeza sobre su hombro.

— Me siento mejor.

— No se porqué. - Le contestó él sonriendo y abrazándola más fuerte. El viento soplaba con fuerza. - Deberíamos haber traído una de las capas de la modista, hace un frío de los demonios.

— Podemos volver. - Dijo ella levantando la cabeza divertida.

— Basta de compras por hoy. - Le dijo poniendo los ojos en blanco. - Te convertirás en una mercenaria.

— Es tu culpa.

— Y no me arrepiento. - Le dijo divertido.

Comieron en el comedor hablando sin parar. Su próximo destino estaba a varios días de viaje en el nuevo carruaje que ambos habían elegido. Pero debido a todas las compras que había hecho debían quedarse una semana en esa posada. Como eran supuestos esposos dormían en la misma habitación, después de la incómoda primera noche ambos dejaron de lado las incomodidades y con una pared de almohadas dormían cada uno por su lado. El siempre amanecía de su lado a diferencia de ella que abrazaba la almohada y que siempre terminaba con una mano encima de él.
  Cuando sus vestidos llegaron lo hicieron al mismo tiempo que el pedido de él, y verlo con sus nuevos trajes le quitó el aliento. Había dejado su barba en el pasado y lucía sus mejillas afeitadas, el corte de los trajes lo hacían lucir gallardo y estilizado. Cuando ella se probó sus vestidos él se paró detrás de ella mientras se veía en el espejo, tratando de aceptar que esa mujer que le devolvía la mirada era realmente Raven Anderson. No es que ahora era delgada, pero bajar algunos kilos había hecho que su rostro se viera más despejado.

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