Capitulo 20

721 121 10
                                    

Cuando llegaron a Perthshire decidieron dejar el carruaje guardado en la posada y tomaron un carruaje de diligencia para ir a Dunkeld. Para sus anfitriones ellos pasarían una semana en el pueblo siguiente, en una cabaña escondida en el bosque. Había una pequeña casa escondida muy dentro del bosque, donde alquilar esa propiedad había costado un dineral, pero valía la pena. Ellos estarían una semana entera disfrutando de largos paseos y disfrutando el uno del otro en su luna de miel. Al estar tan apartados nadie notaría que ellos entrarían al bosque y estarían más horas de las indicadas.
  Sonrieron, se tomaron de la mano y agradecieron por la comida para dos semanas que les dejaron. Cuando la puerta finalmente se cerró tras ellos, ambos se separaron y cada uno comenzó a arreglar sus cosas. Ella dormiría en la habitación y él en el sofá, según dichos de la propia Raven; pero Christopher sabía que eso no iba a pasar. Guardaron las joyas que les quedaban debajo de la cama y se cambiaron rápidamente. Cuando ella salió de la habitación con botas y pantalón él levantó las cejas sorprendido.

— Según lo que leí, el bosque es húmedo.

El asintió y se colgó el bolso. Tomó la pala y abrió la puerta. Durante el viaje ella se la había pasado leyendo y él no le dirigía la palabra para mucho más que hacerle saber algo.
  Ella no se sentía incómoda, pero tampoco estaba acostumbrada a su frialdad. No sabía cómo volver a lo de antes, y eso la entristecía.

  Caminaron en silencio y Christopher la observó sin poder quitar los ojos en ese maldito trasero redondo. Ella se había superado poniéndose un pantalón y botas de caña alta. Él estaba seguro de que si el infierno existía era seguro que él ya estaba ahí, observando ese cuerpo sensual sin poder tocar, viendo esos labios entreabiertos sin poder besar y esos ojos sorprendidos que miraban todo con emoción. Sin contar cómo sus manos con largos dedos acariciaban los troncos de los árboles, dándoles largas caricias como si fueran cuerpos que deseaba palpar.

Ella tenía sentimientos por él, no lo dudaba. Y lo que ella le había dicho hacía una semana finalmente él lo había entendido. No es que era estúpido, solo que había desarmado y vuelto a armar sus respuestas durante horas hasta finalmente comprender lo que ella había tratado de decirle. Jamás había tenido una relación de pareja, no había sentido lo que sentía por ella. Comprendió que ella no se entregaría a alguien por solo el hecho de desearlo y luego seguiría adelante, ella involucraría no sólo su cuerpo sino también su corazón.

Había sido tan arrogante, tan estúpido como para no darse cuenta. Se había olvidado de lo que significaba hacer el amor, durante demasiado tiempo se había hundido en sus placeres para notar la diferencia entre hacer el amor a follar sin compromiso. Y ella quería a alguien con quién hacer el amor, con quién compartir su vida. Ahora la pregunta era ¿Qué quería él? La respuesta era tan simple como rápida. A ella, la quería a ella. Y se preguntó si una vez que él la tuviera podría verla estar con otro, compartir sus risas y afectos con otro que no fuera él. El enojo lo arrasó como cuando creyó que ella se casaría con Sterling, a pesar de que claramente no había pasado y el creía que no pasaría, pero aún lo enfurecía saber que le había roto el corazón. Nunca había sido posesivo con nadie, pero intentar imaginarla con alguien más, dejándolo fuera de su vida… ese pensamiento lo arrasó.

No, el quería algo más que meterse entre sus piernas. Suspiró y negó suavemente. Su Pajarita había hecho algo más que darle su amistad, le había quitado el corazón y se lo había adueñado. Su corazón tartamudeó cuando se imaginó poniendo un hermoso anillo en el dedo, proclamandola como suyo.
  Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de que ella había parado y él se chocó de lleno con su espalda, la tomó de la cintura para parar su empuje y luego miro hacía adelante. Habían llegado al arroyo.

— Debemos tener cuidado aquí, Christopher. — Dijo ella alejándose despacio. — El suelo está resbaloso.

El asintió y puso la brújula en el piso y se agachó para ver mejor. Ella estaba mirando la cascada hermosa y hablo sin pensar.

Mentiras Negras ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora