PENITENCIA

15.6K 3.1K 206
                                    


Mañana tendremos maratón de esta historia... ¡siiiiiiii! Los queréis seguidos o repartidos? Os dejo por aquí la pregunta y mañana leeré las respuestas.
Pd: El viernes habrá POV de Alexandre en mis redes... ¡Estad atentas!

Después de pasar una semana con mis padres y otra lejos de Bélgica junto a Alexandre, casi se me hacía impensable regresar de nuevo a mis funciones como reina consorte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de pasar una semana con mis padres y otra lejos de Bélgica junto a Alexandre, casi se me hacía impensable regresar de nuevo a mis funciones como reina consorte. Ya sabéis lo que dicen, después de catar lo bueno, nadie quiere lo malo.

Y menos aún cuando no coincidía con Alexandre salvo en la hora de la cena que compartíamos con el resto de comensales, eso si lograba llegar a tiempo, porque algunos días ni siquiera lo conseguía o tenía tanto trabajo que cenaba en su despacho mientras repasaba informes.

Esa era la penitencia por aquellos tres días en Bali.

Lo único cierto de todo aquello es que desde nuestro regreso, la pechugoncia de turno se mostraba con una sonrisa socarrona, de evidente regocijo que me provocaba ganas de darle una buena bofetada en toda la cara.

¿Por qué? Quizá solo para quedarme a gusto o porque aún no perdonaba que hubiera llamado a mi madre inculta o quizá porque sabía la razón de aquella sonrisa que no era otra que mi supuesto aborto. ¿Tal vez creía que sería el fin entre Alexandre y yo?, ¿Quizá creía que el viaje a la India y Bali fue por deber?

Esta se dio un buen topetazo al nacer, te lo digo yo.

Si de verdad creía que Alexandre volvería con ella solo por tener dos pechugas bien puestas que encima no eran naturales, lo llevaba claro. Tal vez unas semanas atrás habría creído que podría ser posible, ahora empezaba a estar segura del porqué nunca vería a Amanda como futura reina de Bélgica.

Era el interés personificado y Alexandre se había dado cuenta de ello.

Ni siquiera comprendía que hacía Nathaniel con ella aún y como era posible que no la hubiera echado de palacio a patadas. ¿Tendrían algún acuerdo tácito?, ¿Tal vez los dos anhelaban una meta en común? No tenía la menor idea de cuál era la razón pero aquella noche la pechugoncia parecía más feliz aún si cabe y desconocía el motivo en cuestión.

Dudaba que Nathaniel continuara con Amanda solo para fastidiar a su hermano mayor, habían pasado algunas semanas desde que la metió en palacio y la reacción de Alexandre había continuado invariable. No. Allí había algo más y se escapaba a mi comprensión.

Miré a Alexandre que parecía bastante fatigado, se veía a leguas que había sido uno de esos días difíciles y la verdad es que casi habría preferido saltarme la cena después de asistir a un certamen de narrativa que había durado cuatro horas. Estaba realmente cansada y lo único que me apetecía era deslizarme bajo las sábanas, acurrucarme junto al cuerpo de Alexandre que era una fuente de calor permanente y dormir de forma serena. Probablemente si le hacía un gesto para marcharnos, no tendría ningún reparo en asentir y así nos libraríamos de la pesadez que suponía tener que aguantar a su tío, su hermano y la pechugoncia con su sonrisa falsa extrema.

—Vamos querido, díselo —Oí decir a Amanda mientras interrumpía la conversación que Eloise mantenía conmigo sobre su participación en el certamen al que había asistido esa tarde años atrás.

Lo cierto es que hablaba más ella que yo, pero no dejaba de citar que era uno de los más importantes a nivel estatal, ya que el premio era considerable y conllevaba la publicación del libro ganador.

Eloise guardó silencio, yo por ende también lo hice. Alexandre no parecía lo más mínimo interesado pero colocó las manos bajo el mentón esperando escuchar aquello que parecían tener que informarnos. Jacob estaba serio y con la mirada baja, probablemente porque ya lo sabría y David seguía comiendo como si creyera que no sería algo relevante.

Y sinceramente, me esperaba cualquier chorrada por parte de esos dos.

—¡Nathaniel y yo estamos prometidos! —gritó eufórica enseñando un anillo en su dedo que brillaba condenadamente demasiado.

¡Venga ya!, ¿Qué broma de mal gusto es esta?, ¡Si la tía quiere meter a Alexandre de nuevo en su cama!, ¿Cómo tiene la caradura de casarse con Nathaniel para ser la amante de su hermano?

No entendía nada. A mi cada vez me dejaba más fuera de onda aquella familia. Esa relación no tenía ni pies ni cabeza desde el principio.

¡Por el amor de Dios!, ¡Nathaniel sabía que había sido la novia o lo que fuera de su hermano! E incluso fue consciente de su ataque de ira diciendo que la había estado engañando todo ese tiempo y que yo era una cornuda.

Cuando giré el rostro hacia Alexandre, vi que cogía de nuevo el tenedor y pinchaba un trozo de carne para llevárselo a la boca, era como si tuviera que digerir la noticia y aquel bocado se lo haría más fácil en cuestión. Volví la mirada a Eloise, ¡Dios mío como lo podía haber olvidado!, ¡Ella estaba enamorada de Nathaniel! Y descubrí que trataba de disimular las lágrimas que estaba a punto de verter sobre sus mejillas.

Nadie parecía felicitarles, tal vez porque nadie estaba feliz con aquel compromiso.

—¿No vas a felicitarme, hermano? —preguntó Nathaniel mirando directamente a Alexandre.

—Si es lo que deseas hermano, te felicito —contestó Alexandre sin apenas levantar la vista.

¿De verdad que esos dos pensaban seriamente en casarse? Mira que Nathaniel no me caía nada bien, pero elegir como esposa a la ex de su hermano que aún está despechada y que sigue pretendiendo tener algo con él es muy pero que muy retorcido.

Aunque claro, igual para Nathaniel ella había olvidado todo y estaba perdidamente enamorada de él, quien sabe lo que pasaba por la cabeza de aquel tipo.

Y pensar que había llegado a creer que Eloise podría gustarle. Habría jurado que existía ardor en aquella forma de mirarla, un deseo innegable acompañado por los sentimientos de dos personas que se conocen desde hace tantos años.

Desde luego no servía para escribir novelas románticas, eso se lo dejaba a la experta que era mi hermana.

—¿Y tenemos fecha del gran evento? —pregunté solo por intervenir y decir algo para cortar la tensión que había entre Alexandre y su hermano.

Literalmente volaban cuchillos invisibles y no de pescado precisamente.

Literalmente volaban cuchillos invisibles y no de pescado precisamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora