Perdóname

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KEVIN LÓPEZ

—Perdóname Kevin, no puedo, tengo que pensar.

—Oye, ¿qué pasó? Dime.

—A solas, Kevin, a solas. Perdóname.

Y así, como si nada, agarró su bolsa, su abrigo, y pasó por la puerta, dejando ese ruido aturdidor de la campana.

No entendía qué estaba pasando, hace un minuto me dijo que no aguantaba las ganas de besarme.

¿Habré besado mal?

Parecía estar disfrutando el beso, siguiendo el ritmo de mis labios.

Se fue así, sin ningún motivo.

Estaba sentado, allí solo.

Todos estaban mirando como si tuvieran un show en frente suyo, a un payaso.

Estaba muy deprimido y avergonzado.

Creí que estábamos haciendo un avance, ¿será que está con Mateo y me mintió?

Me puse la mano en la nuca, rascándome la parte inicial de mi pelo.

Me paré, tocando mis labios rojos por el beso, mientras caminaba hacia la puerta cuando de repente:

—Señor, usted no ha pagado.

Cierto, ni eso hice.

Le pagué y me fui, triste porque Lucía no había terminado el beso conmigo.

Mis manos en mis bolsillos y mi dientes tiritando, pero no de fría, sino de nervios, nervio a perderla para siempre.

Me dirigí a mi casa.

La casa de Lucía quedaba de paso a la mía por lo que tuve que pasar por enfrente a su puerta y luchar contra todas mis ganas de tocar el timbre, sabía que ella quería estar sola.

Mire por la ventana que daba a su habitación.

La luz estaba prendida y ella estaba tirada en su cama boca arriba, con auriculares cerrando los ojos e intentando distraerse.

Pasé de largo, suspirando, intentando no llorar.

¿Qué es eso de que los hombres no lloran?

Se me ocurrió una idea, volví al frente de su ventana y saqué mi celular:

—Hola Lú, sé que quieres estar sola pero me gustaría saber qué pasó.

La vi, sentada en su cama, sacándose sus auriculares y viendo directo al celular.

Rápidamente me fijé en mis notificaciones pero nada, me había clavado el visto.

— ¿Hice algo mal? ¿No te gustó el beso? Háblame por favor.

Vi que ella, de nuevo miraba hacia su celular para hacer una mueca de tristeza y clavarme el visto otra vez.

Se puso sus auriculares de vuelta y se volvió a recostar.

Fui a mi casa, esta vez con los ojos llorosos.

Cuando llegué a mi casa me encerré en mi habitación a llorar. Me sentía fatal. Era la primera chica con la que me besaba, debía ser perfecto, no así.

LUCÍA MARTÍNEZ

Estaba en mi habitación, sola.

Mi mamá estaba con Celeste en la casa de una amiga de la infancia y mi padre estaba trabajando en su oficina.

Kevin no me paraba de escribir diciendo que hable con él y preguntándome si había hecho algo mal. Me mataba lo tan bueno que era, y yo siendo tan mala de haberle mentido y de estar con Mateo a la vez.

Es que cada uno tiene algo distinto, bueno, en realidad los dos son muy similares, amables, cariñosos, responsables, dedicados y sobre todo super sexy.

Estaba acostada mirando al techo, escuchando música e intentando descifrar con quien quedarme, no quería hacerle daño a nadie.

Después de un tiempo de puro e intenso pensamiento, creo que lo mejor será no decirle a ninguno de esto y que ninguno de los dos se entere.

Me gustan los dos lo suficiente para querer mantenerlos cerca mío a toda costa.

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¿Qué opinan de esta elección? ¿Habrá sido la más inteligente?

¡Leo sus comentarios y opiniones! 

Los amo <3

Un trago de mal gustoWhere stories live. Discover now