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Narrador omniciente

[Mundo de Sanguinem]

La reina Krul estaba impaciente y furiosa. Su hijo no había aparecido en todo el día para cumplir con su itinerario, y ningún guardia lo había visto o escuchado salir de su habitación. Seguramente, había utilizado algún encantamiento para evitar ser atrapado.

Mikaela estaba desaparecido. Lo buscaron por todos los rincones del reino, en el bosque, y en los pasadizos del castillo, pero no había rastro de él. Los encantamientos de rastreo resultaron inútiles, y ni siquiera Ferid tenía idea de dónde podría estar.

Las únicas personas que la reina Krul pensó que podrían saber algo eran los dos amigos de Mikaela: Lacus Welt y René Simm. Ordenó su búsqueda en todo el reino y, una vez encontrados, les haría decir todo lo que sabían sobre su hijo.

Mientras tanto, Lacus y René estaban encerrados en la biblioteca, buscando información sobre el espejo y cómo regresar a su amigo. Al no recibir señales de Mikaela, salieron del lugar para buscar reservas de comida. Sabían que serían buscados por la desaparición del príncipe heredero. Tenían que encontrar una manera de traer de vuelta a Mikaela o, al menos, comunicarse con él.

[...]

Mikaela Tepes

Un estruendoso ruido comenzó a salir de una caja negra. Al instante, Yuu se levantó para apagarla, se estiró y, con una sonrisa, se giró hacia Mikaela.

—Buenos días, Mika.

Mikaela escuchó la alegre voz de Yuichiro. Ya había despertado, y Mikaela sintió celos, ya que él sí podía dormir. Pasó toda la noche leyendo los libros de la habitación de Yuu. Había descubierto cosas fascinantes sobre la historia humana y la biología, un tema que desconocía por completo. Este mundo era realmente interesante.

—Buenos días, Yuu. ¿Descansaste bien?

—Descansé muy bien, aunque me hubiera gustado dormir más —respondió Yuu, sentándose en el borde de su cama y quedándose en silencio unos segundos antes de levantarse y dirigirse a su armario en busca de ropa—. Veo que estuviste ocupado en la noche.

Mikaela miró el escritorio lleno de libros y apuntes, sintiéndose un poco avergonzado por el desorden. ¿Qué pensaría Yuu de él ahora? Espera, ¿por qué me importa su opinión?, pensó.

—Ponte esto, debemos ir a la escuela —dijo Yuu, entregándole ropa.

—¿Escuela?

—¿No hay escuelas en tu mundo? —preguntó Yuu, susurrando.

—Sí, hay —respondió Mikaela, rodando los ojos—. ¿Por qué tengo que ir a la escuela?

—Te lo explicaré mejor cuando estemos afuera. Mientras tanto, cámbiate para que bajemos a comer.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Mikaela al pensar en volver a comer comida humana. Antes no tenía problemas con ello, incluso extrañaba la comida que su padre preparaba. Pero ahora, le resultaba repulsiva. La noche anterior, tuvo que comer fideos y casi vomitó. Saltó por la ventana para vomitar en un arbusto y, una vez que Yuu dormía, pudo comer debidamente.

Yuu pareció notar su incomodidad y soltó una carcajada. Sabía que Mikaela no podía digerir la comida humana.

—Tengo una excusa para que no comas nada hoy —susurró Yuu—. Pero creo que solo aplicará para hoy. Buscaré excusas para que no comas.

Mikaela agradeció sus palabras. El uniforme consistía en una camisa blanca debajo de un saco gris, pantalones del mismo color y zapatos negros. Agradeció ser casi de la misma estatura que Yuu, quien le daba ropa que le quedaba grande pero que, a Mikaela, le quedaba justa debido a sus músculos.

Cuando bajaron, los padres de Yuu los estaban esperando. Shinya, con su cabello gris, sonrió y saludó a Mikaela, quien devolvió el gesto. Guren, con su cabello negro, solo lo miró con seriedad, como si en cualquier momento fuera a atacarlo. Qué ironía, pensó Mikaela.

—Hoy nos iremos temprano, pasaremos por un libro en la biblioteca —dijo Yuu, mientras llenaba una bolsa con pan.

—Antes de irte, tenemos que hablar contigo, jovencito —dijo Guren.

Yuu tragó saliva—. Claro... Mika, ¿puedes esperar afuera?

Mikaela asintió y se despidió de los dos hombres antes de salir de la casa. Aunque se alejó, podía escuchar los regaños de Guren hacia Yuu. Se sentía mal por causar problemas, pero no era su intención.

Después de unos minutos, Yuu salió con una sonrisa, como si nada hubiera pasado. Mikaela se preguntó si Yuu recordaría que sus sentidos estaban mejorados y que había escuchado todo, pero decidió no mencionarlo.

Yuu tomó su mano y comenzaron a caminar. Pensó que sus amigos estarían afuera como ayer, pero no fue así.

—Te voy a explicar el plan —dijo Yuu, mientras comía un pedazo de pan—. Hoy te llevaré a la biblioteca para que puedas investigar. Mientras tanto, yo iré a la escuela y averiguaré si te puedes inscribir, al menos temporalmente.

—En tu escuela, ¿aprenden cosas humanas? ¿Como esos libros que leí en tu habitación?

—Sí, a veces también hacemos deporte en educación física. También tenemos matemáticas, que personalmente odio. Siempre me va mal, y espero que a ti te vaya mejor que a mí para que me puedas enseñar —dijo Yuu, alzando el pulgar y sonriendo.

—Puede ser.—respondió Mikaela, sonriendo.

Le agradaba la sensación de estar con Yuichiro. No era como estar con sus amigos del mundo vampiro; era algo más. Aunque no sabía qué era, le resultaba agradable, y por alguna razón, su personalidad se volvía más sumisa a su lado. ¿Sería algún encantamiento?

Yuu cumplió con su parte del plan y dejó a Mikaela en la biblioteca de la ciudad.

—Suerte, Mika —dijo Yuu, palmándole la espalda en un intento de darle ánimos.

—Muchas gracias, Yuu.

—Vendré por ti cuando salga de la escuela. Considero que es tiempo suficiente para que obtengas algo de información —dijo Yuu, y Mikaela asintió—. Ya es hora de irme, o llegaré tarde. ¡Otra vez!

Mikaela lo vio alejarse a toda velocidad.

Dimensiones || MikaYuuOnde histórias criam vida. Descubra agora