ULTIMATÚM

9.9K 2.4K 59
                                    

—No es lo que parece y puedo explicarlo Nathaniel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No es lo que parece y puedo explicarlo Nathaniel. Solo nos aseguraba el futuro en caso de...

—¿Nos asegurabas? Yo diría más bien que te lo asegurabas a ti porque ni una sola de esas cuentas está a tu nombre, ¿Verdad? —inquirió realmente enfadado—. Pensabas utilizar eso para coaccionarme a mi también, ¿no? Así haría todo cuanto desearías una vez ascendiera al otro como ha sido siempre tu plan. Ese era sin duda tu brillante idea, que pena que te saliera mal. Dime, ¿Desde cuando planeaste todo esto? —bufó llevándose las manos a la cabeza—. Muchas de estas cuentas fueron creadas hace años...

—Llamaré a la guardia real —mencionó Alexandre desbloqueando su teléfono con toda la intención de marcar el número para que vinieran de inmediato.

—¡No! —gritó Jacob—. Nada de esos documentos me incrimina a mi, sino a tu hermano Nathaniel y si llamas a la guardia real, a quien procesarán será a él, no a mi.

—Llámales —terció Nathaniel a su hermano—. El dinero será rastreable, se demostrará que no he sido yo, sino él quien creó todas esas cuentas a mi nombre.

—¿Te arriesgarás a otro escándalo público?, ¿Qué tu hermano vaya a la cárcel? Él no ostenta los mismos derechos de inviolabilidad que tu Alexandre, le procesarán de inmediato —amenazó Jacob.

Alexandre pareció dudar durante unos segundos sobre que hacer al respecto. Tal vez fuera posible demostrar que quien abrió esas cuentas fue Jacob usando el nombre de Nathaniel, pero hasta que que pudiera demostrarse y teniendo en cuenta que muchas de ellas fueron abiertas hace años, sería un proceso largo, tedioso y que probablemente acabara desgastando las energías de los involucrados además de lograr que el pueblo se desmotivara al saber que un miembro de la casa real estaba involucrado en blanqueamiento de capitales.

Era una decisión difícil y seguramente determinante en el futuro de todos ellos, así que comprendía que Alexandre valorase muy bien las posibilidades.

—No llamaré con una única condición —dijo finalmente mirando a su tío que estaba expectante por la decisión. Jacob no era tonto, sabía que si llamaba a la guardia real, más tarde o más temprano el procesado sería él, aunque se tardaran años en conseguirlo, pero pagaría por sus crímenes—. Te irás de Bélgica y no regresarás nunca más. No volverás a acercarte a ningún miembro de esta familia y desaparecerás por completo de nuestras vidas, como si jamás hubieras existido para nosotros —dictó tajante—. Si llega a mis oídos un simple rumor sobre ti o una aparición tuya en el país, te aseguro que estos documentos no serán los únicos que tendré contra ti, me encargaré personalmente de que pases cada uno de tus últimos días en el interior de una celda y te aseguro que no será nada cómoda.

Observé como Jacob titubeaba e incluso sus manos temblaban cuando trataba de guardar la calma.

Estaba solo. Su único apoyo siempre había sido Nathaniel y él era la única razón por la que permanecía ligado a la familia, ahora éste había descubierto que incluso a él le había traicionado y de la peor manera posible, incriminándole en delitos de los que podría verse afectado. Su única opción era aceptar la condición de Alexandre o enfrentarse a un juicio donde no había que ser muy inteligente para saber que acabaría del mismo modo en el que acababan de amenazarle.

—¿Y donde pretendes que vaya? Todas mis propiedades están aquí —mencionó como si pudiera negociar aquella condición.

—Ese no es mi problema, deberías haber pensado mejor en tus acciones o haber jugado bien tus cartas. Es evidente que has subestimado a tus oponentes, te creíste vencedor cuando habías perdido la partida antes de jugarla —continuó Alexandre—. Acepta mis condiciones o el siguiente paso será la expropiación de todas tus propiedades, tienes tres segundos para hacerlo: tres, dos, uno...

—¡Está bien!, ¡Está bien! —exclamó ofuscado—. Me marcharé del país.

—Te irás de palacio inmediatamente, se te enviarán tus pertenencias a una de tus propiedades. Tienes diez días desde ahora para deshacerte de todo lo que te vincula a Bélgica y abandonar el país para siempre. Diez días y ni uno más, Jacob... no seré flexible sobre este asunto y tendré a gente vigilando tus pasos.

Jamás había visto a Alexandre tan tajante y taciturno como en aquel instante, estaba realmente enfadado pero a pesar de ello se podía ver la seguridad y firmeza en cada palabra sin dejar que ese enfado nublara su buen juicio.

Jacob asintió e inmediatamente se giró sobre sí mismo sin despedirse y abandonó el despacho en un asombroso silencio conforme todos le observábamos.

—¿Por qué has dejado que se vaya? —preguntó Nathaniel con reproche

—Eres mi hermano, mi familia y como tal es mi deber protegerte aunque tu no quieras.

—Habría preferido que pagara por sus delitos —susurró Nathaniel.

—Y pagará —advirtió Alexandre—. Para Jacob estar lejos de Bélgica supone una condena, él siempre ha deseado reinar este país, aunque no fuese él quien llevara la corona, saber que no podrá volver nunca más y que pasará el resto de sus días lejos de aquí es infinitamente peor que pasar el resto de su vida en una prisión.

—Te debo una disculpa —afirmó al fin bajando su cabeza como si estuviera realmente apenado—. No he sido el mejor de los hermanos los últimos años, la envidia me cegó demasiado.

Alexandre se acercó lentamente hacia Nathaniel y pasó un brazo por sus hombros animándole a abrazarle.

—Y yo lamento no haber estado a tu lado cuando debí hacerlo, no debí dejar que Jacob alimentara tus deseos con esperanzas falsas y manipulaciones. No elegí ser el primogénito hermano, como tampoco elegí ser rey y lamento que no fueras tú o que lo veas de ese modo. Quizá yo siente envidia de ti y de no tener que albergar con tantas responsabilidades. Tienes la libertad de ser quien desees, de ir donde quieras y descubrir que es lo que quieres hacer, yo nunca tuve esa opción.

Nathaniel alzó la vista y miró a los ojos de su hermano.

—Yo nunca tuve envidia porque fueras el rey, no deseaba reinar Bélgica, al menos no hasta que me autoconvencí de que sería la única manera —confesó Nathaniel.

—Yo nunca tuve envidia porque fueras el rey, no deseaba reinar Bélgica, al menos no hasta que me autoconvencí de que sería la única manera —confesó Nathaniel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De Plebeya a Reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora