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Lo único que se oía en el lugar eran los objetos que caían al suelo, destrozándose.

Cuando Rabastan y Phoebe les contaron a los demás sobre su encontronazo con Helena lo último que imaginaron era que se iban a enojar. Por supuesto que fueron imprudentes, pero lo único que intentaban era encontrar respuestas.

Había un Horrocrux en la escuela, literalmente lo único que tenían que hacer era buscarlo en el castillo, un lugar para nada pequeño, pero iba a ser bastante fácil de encontrar comparado con el resto de los Horrocruxes que podían estar, literalmente, en cualquier lugar del mundo.

James cada tanto miraba con mucho odio a Rabastan, quien se limitaba a buscar la diadema entre las cosas abandonadas del lugar. Phoebe no tenía nada por lo cual disculparse, por lo que ignoraba las miradas de su padre y su padrino. Las hermanas Evans solo estaban preocupadas, mientras que Remus, Draco y Regulus se mantenían al margen. Ya habían aprendido que cuando se trataba de Phoebe y sus planes, si no ibas a ayudarla lo mejor era mantenerse fuera de su camino.

Harry, por su lado, estaba tan enfadado como su padre pero no por las mismas razones. Por supuesto que estaba preocupado porque pudo morir, y al igual que a Sirius no le simpatizaba la idea de Phoebe en una relación (o lo que sea que tuvieran) con Rabastan, pero le enfadaba aún más que lo mantuvieran al margen de la búsqueda de los Horrocruxes.

Sabía que Phoebe quería protegerlo, pero estaba un poco harto de su sobreprotección. Tal vez al otro Harry no le molestaba, o estaba acostumbrado, pero este no lo estaba, y no iba a dejar que su hermana lo dejara fuera de los planes.

—Insisto en que deben ser más cuidadosos.

—Por Merlín, ya olvídalo —soltó Rabastan—. Potter, tu hija está viva. Helena no iba a matarnos.

—Y nos dijo dónde encontrar el Horrocrux —opinó Phoebe, abriendo una caja de la cual salieron unos pájaros. Los inmovilizó antes de que lastimen a alguien—. Yo lo llamo una victoria.

Sirius dejó lo que estaba haciendo para mirarla, por lo que la muchacha se cruzó de brazos preparándose para un tonto comentario.

—Felicidades —dijo el ojigris con una sonrisa—. La próxima vez intenta conseguir esa información sin que te congelen el corazón en el camino.

Phoebe le dedicó una falsa sonrisa. Aún sentía esa extraña sensación en su corazón que Helena le había dejado cuando la atravesó, como un punto frío en el medio de su pecho.

—¿Más de lo que ya está? Imposible —comentó Harry por lo bajo.

Sin embargo, Rabastan lo oyó. Soltó las cajas que estaba revisando y lo miró con molestia, ganándose las miradas de todos los presentes.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora