43 - Cena con los suegros II

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NOTAS

¡Hola, familia!

Quedaba pendiente el desenlace de la cena. Ya les adelanto que hace calor y que convendría que tuvieran una bebida refrescante a mano como mínimo... Yo ya me deshidraté. Estoy peor que una momia polvorienta.

Les recuerdo que pueden seguirme en mis redes sociales, no solo para apoyarme, sino también para estar al tanto de las novedades. Gracias por sus votos y sus comentarios. Casi siempre que actualizo, refresco la página a cada rato para deleitarme con los primeros comentarios. Me alegran mucho.

Feliz domingo, familia. ¡Un besote!

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Cena con los suegros II

Me encanta hundir el muslo entre los de Ana y sentir el aumento del temblor de su mano sometida por la mía. Ese mismo temblor se expande por todo su cuerpo. Ella arquea el torso hacia atrás para evitar que el roce de nuestros vientres se convierta en el de nuestras bocas. Las sienes le brillan. Supongo que la asusta que nos sorprendan en una situación tan comprometedora o que la tentación está agrietando el decreto de su distancia. En lugar de frenarme, me retiene contra ella por la cintura. ¡Ay, Ani!

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás sudando? —Sonrío como toda una pícara.

—Estás muy cerca y hace calor. ¿Por qué no te apartas? —¡Qué excusa tan patética! Aunque es su forma de decir que yo la hago entrar en calor. ¿Y esa es toda la resistencia que va a oponer para ejecutar su ley de la distancia?

Me echo más sobre ella, tanto que nuestros pechos se tocan. Mi muslo fricciona su entrepierna. Noto el estremecimiento de Ani hasta en los dedos que se entierran en mi piel por encima del vestido. Su inquieta mirada se reparte entre mis ojos y mis labios, de los que se aleja temerosa, pero temerosa de devorarlos. Por mucho que intente huir de mi contacto hacia atrás, no puede escapar.

—Yo... —Me inclino sobre ella hasta llevarla al límite, donde su única alternativa sería tumbarse en la encimera. Sus latidos se revolucionan cuando insinúo que le robaré un beso—. Solo vengo a ayudarte a coger los platos —aclaro, aunque río por dentro en el momento de tensarme en sus narices.

Me gusta jugar con ella a este juego de tentaciones, pero más me gusta su descaro por decir que quiere eliminar el contacto físico y no hace algo al respecto. Ni el miedo a que nos descubran la empuja a reaccionar. De hecho, su agitado aliento humedece mi escote, a donde mira mientras estiro el brazo para coger los platos. A lo mejor fantasea con morderme los pezones. Es tal su frescura que desliza la mano por mi cadera hasta aventurarse en mi trasero.

—¡Ani! —Finjo alarmarme cuando me agarra una nalga, incluso sobreactúo que casi se me resbalan los platos al apartarme de ella. Saboreo la satisfacción de su gesto atrevido en mi interior—. ¿Por qué me tocabas ahí? ¿No se suponía que no seríamos igual de mimosas? —La dejo en evidencia.

—Bueno... Es que... me estabas asfixiando. —Miss Justificaciones de pacotilla. Me deseas, admítelo—. Mira, déjalo porque estamos tardando demasiado. Lleva los platos y las cucharas. Yo me encargo del postre. ¿Podrás hacerlo sin que se te caigan? —bromea, así se libra de la tensión que la gobierna.

—Yo no soy la que está temblando —enfatizo y, sosteniendo mi sonrisa triunfante, me voy.

Tu distancia se desmorona en menos de un día, Ani.

***

De vuelta en la mesa, mi plan de poner a Ani a prueba sigue su curso. Algo que seguro que ella no pensó es que las distancias pueden ser vencidas jugando con la imaginación. Precisamente su imaginación es la que estimulo mientras disfrutamos del postre. Además, sé que a ella le fascina porque me busca con la mirada con más constancia desde que regresamos de la cocina.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora