𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟗: 𝒏𝒊 𝒕𝒆 𝒊𝒎𝒂𝒈𝒊𝒏𝒂𝒔 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒍𝒐𝒓

4.5K 472 102
                                    

TRIGGER WARNING: ABUSOS SEXUALES

—Ahora mismo le atenderá la gerente del resort. —La chica de la recepción me sonreía de forma autómata con las manos apoyadas en la mesa que yo no llegaba a ver.

—Que se apresure, es importante —mascullé, mirando el reloj de mi muñeca. Aún quedaba una hora para el almuerzo, todavía estaban en esa hora libre, pero la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí y se mostraba en los golpecitos que daba sobre el mostrador de piedra rojiza que brillaba bajo las luces del hall.

Tardó unos diez minutos, pero la gerente, esa que estuvo en con nosotros en la oficina, apareció por la puerta de la recepción con otra sonrisa autómata.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarla? —Se agarró las manos delante del cuerpo.

—Me gustaría hablar con usted en privado. Es importante. —La mujer frunció el ceño, miró a la recepcionista y volvió la cabeza hacia mí, expectante.

—Está bien, pasa por aquí.

Me llevó a la parte trasera de la recepción, donde había una sala de descanso y unas escaleras que estaba segura de que llevaban a algún despacho, y así era. Había un pasillo con varios despachos, el suyo era el más pequeño, pero me hizo entrar, sentarme y servirme un vaso de agua.

—¿Qué ocurre?

—Ha habido un caso de acoso sexual por parte de uno de sus trabajadores a mi compañera de habitación. —A la gerente se le abrieron los ojos como si acabasen de clavarle un puñal por la espalda.

—A ver, tranquilidad, son acusaciones muy graves...

—Ni tranquilidad ni mierdas. Lo he visto y está grabado. —Señalé a una esquina del techo donde imaginaba una figurada cámara—. Usted no sabe quién es mi compañera de habitación, ¿verdad? —Me levanté de la silla, quitándole de la mano el vaso de agua que se había servido a ella misma—. Olivia Archer, ¿le suena el apellido? Rima con Don Archer. —Su gesto se truncó.

Ni ella ni yo sabíamos que Don no quería a su hija, ni ella ni yo sabíamos lo que luego me contaría Olivia. No sabíamos que prefería ver a su hija muerta que su negocio hundiéndose, no sabíamos que sería capaz despellejar a su hija, aunque no le diese beneficio alguno.

—Quiero que mire las cámaras del pasillo donde está el ascensor de la planta baja o le juro que tal como han abierto ese resort van a tener que cerrar.

—No hacen falta las amenazas, señora. Déjeme hablar con el director, es importante.

—Está bien, pero una última cosa: que no se entere nadie.

*

Cuando abrí los ojos habían pasado dos horas. Eran las tres de la tarde y la habitación seguía a oscuras, pero olí pastel de carne y puré de patatas, o eso creí. ¿Estaba soñado? Sí, aunque no me entraba nada en el estómago, tenía hambre y seguramente mi mente estaba imaginando olores que no existían en este mundo físico y mi subconsciente traía a mi cabeza ese olor de la infancia que casi había olvidado.

Cuando tenía ocho años mi hermana Dafne y yo actuábamos en concursos de belleza y nuestra alimentación era totalmente restringida. Ni una chocolatina, ni un caramelo, nada que pudiese cambiar nuestro físico ni un solo gramo, pero a la señora que cocinaba en casa le parecía cruel eso que hacían con nosotras.

Se llamaba Betty y ya rozaba los cincuenta cuando éramos pequeñas. Tenía cinco hijos, pero se preocupaba por mi hermana y por mí tanto como lo hacía como por sus hijos de sangre. Siempre le decía a mi madre que estábamos muy delgadas, que debíamos comer más, pero mi madre siempre le hacía un gesto de desprecio cargado de un tinte clasista.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora