|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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DESDE QUE ALINA HAZELWOOD TENÍA USO DE RAZÓN, supo que no iba a ser nunca como la sociedad londinense esperaba que fuera. Y es que además de ser una mujer con aptitudes y deseos más allá del matrimonio, sumados a su placer y satisfacción personal por los libros y la escritura, la joven dama era además una fanática de las cosas de hombres. Ja... Tanto burlarse de esos pimpollos mal vestidos para ahora acabar admirando las mismas cosas que ellos. Alina era tenaz y fuerte, jamás se perdía una competición de esgrima que se diera en la ciudad y adoraba apostar en las carreras de caballos y verles las caras de fastidio a todos los presentes al ver que sus apuestas habían quedado los últimos mientras ella se adueñaba de la mayoría de las ganancias de esa carrera hípica. Alina tenía un espíritu orgulloso y prepotente poco acentuado en las mujeres, y cuando la ocasión lo requería, podría incluso decirse que era arrogante y susceptible.
Durante gran parte de su vida, Lady Danbury le había enseñado a hacer de todo para camuflar su inquebrantable carácter y sus malas contestaciones con un aleteo ligero de pestañas o una sonrisa bien puesta en el momento justo. Se había entrenado durante años para fingir delante de toda la sociedad de Londres y lo había logrado con éxito...
Pero cuando estaba con Benedict Bridgerton, Alina sentía que no tenía que fingir.
Era extraño y algo estimulante poder tener una conversación sincera con alguien de más o menos su edad que no la miraba como si fuera un ser extraño de la mitología griega y quisiera abrirle en canal para poder ver que se cocía dentro de su mente.
Por eso, y por el innegable buen aspecto que Benedict llevaba ese día, Alina sintió un revoltijo de emociones al ver al joven Bridgerton caminar hacia ella, con sus dos hermanos (Anthony y Colin) seguirlos hacia ella.
—Señorita Hazelwood—el vizconde le hizo una inclinación de cabeza y Alina hizo cuanto pudo para no reírse en su cara y parecer una bravucona—. Es un placer volver a verla, como siempre.
—El placer es mío, mi Lord.
—Si me disculpa, he de atender unos asuntos antes de entrar en el combate de boxeo con mi corredor de apuestas personal—dijo Anthony—. Espero que no me lo tenga en cuenta.
—No hay problema.
—Si, hermano. Hazelwood estará bien cuidada por los machirulos de tus hermanos menores—comentó Colin.
Anthony rodó los ojos.
—Señorita Hazelwood... ¿Puedo tutearla?
—Claro que sí.
—Alina... No sabe lo bien que está sin tener hermanos que le incordien la existencia.
—¡Eh!
—¿Porque me incluyes a mi, hermano?—protestó Benedict con una sonrisa lobuna—. ¡Ni siquiera me ha dado tiempo de abrir la boca!