Zhou LengMei esperó a Jiang Cheng y a los invitados en la entrada de Muelle de Loto. Supo los resultados de la competencia de caza desde temprano por la mañana, así que al ver a Lan SiZhui acercarse caminando le regaló una sonrisa y sus felicitaciones. Jiang Cheng se acercó a ella y le preguntó lo mismo de cada día:
—¿Cómo te siente? ¿Comiste bien?
Se le pusieron las mejillas un poco coloradas y asintió. Le gustaba que Jiang Cheng le preguntara en cada ocasión cómo se encontraba, de alguna forma se sentía como un ser preciado—. Tuve un almuerzo ligero; tenía un poco de nauseas, pero ahora estoy bien.
Mientras lo convencía de que su estado actual era mucho mejor que el de la mañana y Jiang Cheng la instaba a ir a descansar, distinguió a Zhou LiQin a lo lejos. A diferencia de la última vez que lo miró, su semblante ya no tenía el brillo ni la confianza para fanfarronear como lo estuvo haciendo. Se sintió tan bien en su corazón al verlo de esa forma que por poco se suelta a reír ahí mismo, mas supo controlarse al ver a su padre pasar a marcha fuerte y sin detenerse. Le dijo a Jiang Cheng que tomaría su palabra y volvería a su residencia a descansar.
Le hizo una señal a Li WanYu para que la acompañara y se fue.
Cuando perdió de vista a su esposo se desvió hacia la misma dirección por la que se fue enfurruñado Zhou LiQin. A lo lejos, lo miró regañar a los discípulos de su clan. Si bien se alegró por la derrota de su padre, sintió pena por ellos y odio en su ser cuando la bota de Zhou LiQin golpeó el pecho de uno de los cultivadores más jóvenes. Inhaló inestable, apretó los dientes y el puño, pero todavía se animó a acercarse.
—Padre...
Con la cara desencajada, Zhou LiQin se giró en su dirección—. ¡¿Qué?!
—Lamento mucho lo que sucedió; sin embargo, se han esforzado durante estos dos días —quiso desviar la atención hacia ella segura de que no le haría nada por miedo a las represarías que tocarla tendrían—. No los lastimes y permite que vayan a descansar.
—¿Me estás ordenando? —su tono fue bajo y frío.
El corazón de Zhou LengMei tembló sin poder evitarlo. Toda la confianza titubeó y se esforzó por no bajar la mirada. Elevó un poco la comisura de los labios, apenas lo suficiente para verse complaciente—. No es así, padre.
—Ah, ¿no?
—¿Cómo podría atreverme a hacer algo así?
Zhou LiQin les echó una mirada a los discípulos. Estos le hicieron una reverencia y después se dirigieron a Zhou LengMei.
—Madame Jiang —y la reverenciaron también antes de retirarse.
Zhou LiQin crispó la ceja. Estaba seguro que la reverencia hecha a su hija fue incluso más profunda que la que le hicieron a él y se encontró todavía más ofendido al ver que, frente a los demás, el respeto hacia ella era mayor que el que él recibía. Le hizo una seña a Li WanYu para que se alejara; cumplió la orden al ver que Zhou LengMei asintió en respuesta a la indicación de su padre.
Al verse los dos en un espacio privado, se acercó a ella. Con los dientes apretados habló—. Que no se te olvide quién manda aquí. No vas a venir a darme órdenes sólo por haberte convertido en Madame Jiang.
Cuando se acercó a él lo hizo con la intención de calmarlo. Sabía, de primera mano, lo mal que se ponía al estar enojado y perder cara. A Zhou LiQin se le hacía fácil ahogar la razón en el alcohol y temió que eso sucediera mientras los demás clanes rondaban por todo Muelle de Loto. Si bien quería que sintiera cómo los ojos de todos aquellos a los que quería impresionar lo juzgaban, no era el momento correcto; no obstante, al ver cómo maltrató al discípulo no pudo mantenerse a raya e intercedió, cosa que su padre no toleraba. Mucho menos de una mujer, y es que, ¿cómo una mujer se atrevería a ordenarle y a meterse donde no la llamaban?
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Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D A
Historical FictionCANCELADA. "Hay dos almas solitarias en el mundo del cultivo que aparentan fortaleza cuando el sol está en el punto más alto del cielo y que lloran de tristeza cuando la luna se encuentra luchando por iluminar la oscuridad. Un loto marchito, un jad...