capítulo 38

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Los segundos se sienten horas

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Los segundos se sienten horas.

Solo han pasado unos pequeños instantes desde que Edward anunció la llegada de esos nómadas.

Ellos...mataron a mamá.

No estoy lista.

-Nadie te hará daño, te lo prometemos cariño-Alice trata de consolarme pegándome más a ella-

Pero solo puedo oír con claridad los palpitantes y erráticos latidos de mi corazón golpeando mi pecho. El resto del mundo ha enmudecido.

Siento que el collar de mamá se calienta hasta el punto de arder en mi pecho.

Olas de calma me abrazan y me rodean, como una manta resguardándome del frío.

Quiero agradecerle a Jasper, pero aún no puedo hablar, simplemente no puedo, he perdido toda capacidad de pensar.

Los brazos firmes de mis parejas a mi alrededor son lo único que aún me conectan con el mundo real, que me garantizan que aún estoy consciente.

Tragando con dificultad alzó mi mirada que hasta ahora se había quedado en mis zapatos, hacia el bosque.

A lo lejos entre los árboles por fin puedo ver a tres figuras.

La niebla a su alrededor les da un aire de misterio mientras que sus andares, algunos despreocupados y otros elegantes, avanzan hacia nuestra dirección.

Están a nada de llegar a una distancia prudente a estas alturas. Puedo fijarme mejor en ellos

En lo primero que me fijo es en una cabellera pelirroja, su melena estufada es lo que me llama la atención, está despeinada, una clara muestra de salvajismo, sus rasgos desprenden perfección gracias al don vampírico, sus ojos rojos gritan peligro. Me doy cuenta entonces que lleva la chaqueta de mi madre.

¿Como se puede ser tan cínica?

A su lado se encuentra un hombre de piel oscura, también contando con ese atractivo característico de los vampiros, su pelo largo medio recogido le da un toque más sofisticado, pero sus ojos también desprenden algo de inquietud.

¿Por qué va sin camiseta?

El último de ellos es rubio, también lleva el pelo largo pero recogido con una coleta o un moño la verdad es que no lo veo bien desde mi ángulo, su piel tan blanca, casi parece frágil, como si fuera de porcelana, aunque se que eso es mentira, el es el más inquietante de los tres, ladra su cabeza como un gato, como si buscará algo o estuviera analizando.

Paran de caminar quedándose frente a nosotros.

El hombre del centro levanta la mano enseñándonos una pelota.

-Creo que esto os pertenece -su voz es grave y profunda, habla despacio, gesticulando mucho sus palabras-

Lo siguiente que escucho es el sonido de la pelota impactar contra la palma de Carlisle.

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