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—Concéntrate Diggory.
El Hufflepuff asintió y apartó la mirada de cierta Gryffindor la cual casi se dormía en el discurso de Dumbledore, presentando el nuevo año escolar. —Debería acercarme a ella, ¿no crees?
Anthony rodó los ojos aguantando todas las cosas que quería decirle a su amigo para que actuara correctamente. —No, si te parece la ignoras como si no existiera...— murmuró mientras jugaba con una uva que había en la mesa.
—Pero no se como... un momento.— empezó a explicar este mirando por su mesa de Hufflepuff algo extrañado.
—Brookie...— le decía George mientras le hacía una trenza.— Quiero saber algo. —No, no voy a decirle nada a Diggory ya que está muy ocupado con sus amigas y no, no me importa en absoluto porque... ¿recuerdas que era solo un estúpido juego? Bien. ¿Te he respondido?
Fred en ese momento miró a su hermano pensando exactamente lo mismo. —Y no, no me he encariño de él, para mi es una persona más en el mundo.— añadió ella.
—Vale, tranquilízate... ya te pareces a Herbert.— bromeó el gemelo mayor haciendo que tanto Brooke como George miraran a la mesa Hufflepuff.
Y es que por mucho que lo buscaran, no había rastro del alumno. Herbert no estaba. —¿Donde se ha metido?— preguntó la chica ahora mirando al director.
Dumbledore para colmo, ya la miraba con cierta sutileza. —Además, tenemos la suerte de tener con nosotros a un nuevo alumno de último año como remplazo del señor Herbert Fleet quien lastimosamente ya no estará con nosotros.— explicó ahora mirando a la puerta principal.
—Que cojones.— soltó Brooke mirando ahora a McGonagall quien sonreía disimuladamente.
Y por la puerta, se dejó ver nada más que un chico completamente solo. —Por todo Godric.— murmuró George al igual que Angelina la cual no tenía palabras.
Cuando Brooke lo vio, no evito sonreír del nerviosismo. Se notaba que el chico era atractivo, y el lo sabía. —Estoy viendo un ángel... ¿sigo en tierra?— preguntó ella apoyando su cabeza en la palma de su mano y suspirando.
—Oh, esto será bueno.— bromeó Fred viendo como Cedric mataba con la mirada a la chica la cual ni se inmutaba en él.
Todos los ojos iban al chico de gorra, que caminaba en modo pasota, sin mirar a nadie, creando más interés en todos pues, era bastante atractivo.
Su pelo era color oro, era un rubio que resaltaba pues parecía bien cuidado, al igual que su imagen.
Era alto. Se notaba que estaba en forma y si te fijabas bien en su expresión, podrías deducir que mantenía una pequeña sonrisa en sus labios. Sonrisa traviesa como dirían muchos.
