24 • Nombres de Mascota

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Su nuevo hogar era espacioso, quedaba en uno de esos nuevos edificios altos recién construidos en la ciudad, en el piso dieciocho.    

La sala de aquel lugar era gigantesca, con paredes y techos blancos, con suelos de mármol pulido impecables, decorada con cuadros de arte abstracto de lienzos azules con líneas azul claro, azul oscuro y verde a lo largo y ancho, con una cocina relativamente grande con una nevera moderna, topes azabaches con compartimentos y alacenas de madera negra, horno eléctrico empotrado; el área se dividía del resto de la sala por la barra alta de mármol azabache, misma que debajo presumía de tener estantes en donde se colocaban los platos y manteles para preparar la mesa. La sala constaba de un televisor pantalla plana anexado a la pared, con un gran sofá de cuero blanco en “L” inversa, teniendo una amplia biblioteca de madera blanca pegada a la pared tras el sofá, cuyos estantes se veían repletos por unos cuantos tesoros que el mayor de la relación pudo llevarse en conjunto de los libros del menor, a la par de las puertas corredizas de vidrio blindado que se extendían por todo lo ancho de la sala, vestidas por cortinas de seda celeste que daban hacia el amplio balcón, mismo en donde se encontraban grandes macetas con arbustos y palmeras pequeñas en pleno crecimiento y junto a ellas se encontraba una pequeña mesa rodeada de un par de sillas, con un suelo especial de madera pura.

La joven pareja se encontraba entonces sentada en el sofá de blanco, acompañados por la presencia de aquel pequeño felino de pelaje naranja, mismo que maullaba y ronroneaba ante las caricias que el lobezno ejercía sobre él, dándole al zorro un poco de celos en el proceso.

— En verdad agradezco que hayamos podido llevarlo con nosotros —comentó, acariciando con cuidado por debajo del cuello del pequeño felino, percibiendo sus ronroneos en el proceso—, aunque claro, prefiero que se quede con los demás, a fin de cuentas es la mascota del equipo.

— No soy de gatos, pero ¿qué podía hacer, Loby? —musitó, aportando sus caricias al felino, quien al notarlo le sonrió con confianza— es realmente adorable, sí o sí debía aceptarlo por esta semana.

— ¿Perdona? —alza sus orejas, girándose a verlo, deteniendo sus caricias, viéndolo con sorpresa.

— ¿Dije algo malo? —ladeó su cabeza, tomando al felino entre sus manos, acariciándolo por toda su espalda mientras la criatura frotaba su mejilla en su brazo, ronroneando.

— Me llamaste de una forma diferente —sonríe, viéndolo con atención pero, es casi al momento cuando aquel semblante de dicha pasa a ser uno de terror y preocupación— ¿Todo bien?

— ¿Eh?

— ¿No estás enfermo? —preguntó de forma apresurada, colocando el dorso de su mano en la frente de su novio— ¿Te duele algo? ¿Estás enojado? ¿Me engañaste?

— ¿Disculpa? —chilla, frunciendo el entrecejo, viéndolo ofendido.

— Descuida, cielo —interrumpe, tomándolo de la mano, palmeandola con paciencia—, aprendí de mí error la última vez y te perdono.

— ¿¡Pero qué mierda, Lobo!? —gritó, separándose de golpe, provocando que el gato saltase fuera de su regazo— ¡No te engañé con nadie, no estoy mal y mucho menos hice algo malo!

— ¿Entonces por qué me llamas de esa forma? —alza una ceja, viéndose confundido todavía, sin entender lo que se trataba ser tratado de aquella forma tan especial.

— Porque lo mereces, Loby —insiste, tomándolo de las mejillas, acercándolo a él, sonriéndole con suavidad—. Además, empezaba a cansarme de llamarte por tu nombre real.

— Nadie me había dado un apodo antes —confiesa, moviendo de lado a lado su cola ante la dicha que siente de que su amado lo reconozca por un nuevo nombre.

— Pues ya era tiempo, mí gran Loby —sentencia, extendiendo sus manos hacia las orejas del mencionado, rascandolas con suavidad.

Oh, aquel astuto zorro había dado con su talón de Aquiles, su mayor debilidad física, aquello que lo convertía de un Lobo Alfa a un Simple Perrito Domesticado.

No pudo resistirse, cerró sus ojos, encorvandose hacia su pareja, recibiendo gustoso las caricias, sintiendo como las mismas se iban repartiendo contra su cuello, haciéndole caer finalmente sobre su regazo, emitiendo pequeños chillidos típicos de su especie, viéndose tan sumiso, a merced de su pareja, esplayandose a lo largo del sofá, disfrutando de las caricias, agitando su cola de lado a lado, notablemente felíz.

— Gracias, Nicky —musitó, frotando su mejilla con el mismo del mencionado.

— No es nada, Loby —responde, besándolo en los labios, sin detener sus caricias.

Happy To Meet You ft. WolfickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora