CAPITULO 30. ENTRE ABOGADOS TE VEAS.

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Lo supo desde hace tiempo.

Ese instante, cuando descubrió a su jefa contemplando a su mujer con ojos de lujuria, lo tenía grabado en su cabeza como si de una corona de espinas se tratara.

Su esposa correspondió a esa mujer, la miró como nunca lo había mirado a él; ni siquiera en el día de su boda. Cómo olvidar ese hecho tan bochornoso, que la mujer a la que había puesto en un pedestal frente a su jefa mostrara su más sucia cara justo frente a ella; a Carol Rovira.

Su amada Paula se ofreció a ella con los ojos, con una pose de prostituta que no pudo disimular. Y ella, su jefa, estaba encantada por la idea de un ligue nocturno, lo adivinó en su expresión... si él no estuviera allí de seguro pasaría algo entre ellas esa misma noche. Odió a su esposa a muerte. Quería causarle un inmenso dolor, así que solo la dejó en la calle, como lo que era... una fulana.

Ahora estaban juntas, eran amantes, sucias lesbianas que despreciaban el calor de un verdadero hombre.

Su mujer y su jefa habían lastimado su hombría, su orgullo masculino.

... Su esposa, su dulce y sucia esposa.

Quería llorar a gritos, romper cosas, aplastarla con todas sus fuerzas... pero lo que más deseaba, era tenerla dominada en todos los sentidos. La amaba. La necesitaba.

Tres semanas habían pasado desde que el juez le había concedido el divorcio; pero Paula no esperó ni siquiera que su cama se enfriara para meterla a ella.

—¡Raziel Terán!, su abogado le espera.

—Licenciado Terán Arteaga para ti. —masculló en respuesta.

—Aquí todos son iguales.

Raziel caminó al lado del guardia, en una discusión inútil, allí no le importaba a nadie.

Su abogado lucía serio, impaciente, tamborileaba los dedos sobre el maletín puesto en la mesa; una horrible mesa con las patas oxidadas.

—Ya me dieron el importe que le debes a tu exesposa —dijo José, mientras sacaba un papel membretado del maletín y lo ponía frente a él.

—Eso es mucho dinero, no voy a poder pagar ni la tercera parte de esto —protestó Raziel, cuando leyó la cantidad.

—La cantidad era más grande, Terán. Tuvimos que llegar a un acuerdo con la defensa de la señora Usero.

—Lo he perdido todo ¿Eso quieres decir?

—No sé a cuánto asciende tu fortuna —dijo José—; pero si consideramos que tu esposa nunca se vio beneficiada de ella... debes tener una buena cifra en ahorros.

—Mi profesión también implica gastos.

—Yo gano mucho menos que tú, y tengo una asistente privada que se lleva un cuarto de mis honorarios, mi esposa tiene niñera, empleada del hogar y cocinera. Además, tengo un hijo en la universidad...

—Y eso a mí porqué tendría que importarme.

—Porque tú tenías todo eso con tu mujer, y no le dabas ni un centavo.

—José, controla tu envidia. Te falta mucho profesionalismo.

—No es envidia, es que necesito que me digas cuanto de ese dinero puedes pagar...

—No tengo dinero.

—No me lo creo. Es mucho dinero el que ganabas para Rovira. ¿En qué gastabas? ¿Tienes inversiones en alguna empresa?

—Prostitutas. Ellas gastan mucho, no salen baratas. Pero qué vas a saber tú de eso.

—No pierdas el tiempo en bromas de mal gusto. El tiempo se acaba, Raziel. Dime, cómo vas a pagar, necesito llevar una respuesta en breve.

EL PÚRPURA EN TUS OJOS (fanfic Paurol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora