49

3.1K 120 68
                                    

Edén.

Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.

Hebreos 11:4

°°

Reacomodo mi uniforme, a duras penas, metiendo mi camiseta dentro del pantalón y prendiendo el cinturón que sostiene a este. Tomo con el dedo pulgar e índice simulando una pinza la, ahora inservible, chaqueta. La tela rasgada es solo un recuerdo vívido de la falta de control en la que ambos sometemos al otro. Una risa profunda por parte de Caín, quien prende el botón de su pantalón de vestir a metros de mí, me obliga a llevar la mirada de la prenda a su rostro. Torso, mejor dicho.

Una fina capa de vello cubre su pecho trabajado y una casi invisible hilera del mismo se forma desde su ombligo, perdiéndose en su ropa con dirección a su entrepierna. No se molesta en recoger la camisa rota del suelo, más bien hace un par de pasos hacia mí, volviéndome a acorralar contra el escritorio. Paso saliva al verlo a los ojos.

- ¿Qué?

- Nada.

- Nada. – Repite en un bufido que se pierde en una risa irónica. - ¿Un polvo rápido es la solución a tus pataletas? Me lo hubieras dicho antes, Sánchez.

Y dale con eso. Caín encontró una forma más rápida y sencilla de sacarme de mis casillas, llamándome por mi apellido. Y el problema no es que lo haga, sino cómo lo hace. Similar a cuando se dirige a Raziel como Lans, es decir, con aires de superioridad y como si le asquease mi nombre. Además, muy dentro mío, sé que no toleraría un segundo más sin oír como sus labios se deleitan con mi nombre, haciéndolo sonar sucio y burlándose del significado de este.

- Sigo enojada.

- No decías lo mismo, hace un par de minutos, cuando me corría dentr... - No acaba la oración porque le he puesto mi mano contra la boca. Caín alza las cejas y en cuestión de segundos siento mi palma humedecerse. La quito con una mueca de asco y la seco contra mi abdomen. – Si no quieres recordarlo con palabras podemos recrearlo.

Su insinuación viene acompañada de una inclinación de su torso y rostro en mi dirección, acorralando mi trasero contra el filo de su escritorio. Me trago el valor y las palabras cuando siento su respiración recaer en mis labios, resecando el área y creando un impulso estúpido de volver a besarlo. Sin embargo, todo se esfuma cuando uno de los brazos de Caín pasa junto a mí, haciéndome creer que se detendrá a mi lateral para encerrarme, y termina presionando algo que emite un pitido. Frunzo el ceño y miro sobre mi hombro, dando con su dedo tocando un botón en el teléfono que sobrevivió a nuestro desespero.

- Señor Hale, ¿Qué puedo hacer por usted? – Reconozco esa voz, la cual me hace poner los ojos en blanco casi automáticamente. Caín se jacta del gesto torciendo una sonrisa.

- Abigail, necesito que traigas a mi oficina una camisa blanca. De carácter urgente.

Noto una intención de finalizar el llamado tras la orden, pero su asistente vuelve a hablar, evitando tal cosa.

- Señor Hale, tengo un comunicado por parte de su tropa para darle. – Se escucha el movimiento de papeles al otro lado de la línea. – Prefiere que se lo diga por aquí o quiere que entre a...

- No tengo tiempo de sobra, asique será mejor que comience a hablar. – La corta inmediatamente. Las cejas se me suben hasta la sien y echo el rostro hacia atrás, asqueada.

- El teniente Watson sugiere y solicita un cambio de horario de la reunión establecida a las 20hrs para el momento exacto en el que escuche este mensaje. Establece, textualmente, "es muy importante para el caso de la coca mutante y, ¿tengo la polla más grande que tú, Hale?". – Finaliza esa oración con un tono incrédulo. Caín suelta un suspiro.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora