Capítulo XVI

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—Oliver, ¿te gustaría comer alguna chuchería? Traje de diferentes tipos, a ver —Abby se metió por entre los asientos y agarró la bolsa de plástico que estaba sobre el banco de atrás —La verdad es que no soy muy fan de las golosinas, pero, las que sí me gustan mucho, son las de algodón de azúcar —sacó la bolsita de plástico de dichos dulces y la sacudió ligeramente, buscando atraer su atención—toma —dejó la bolsa junto a él —puedes coger lo que te apetezca, o si prefieres otra cosa, me lo pides y yo lo voy a comprar. ¿Oliver?

Cuando le tocó el hombro, él lo sacudió y se encerró más en su silencio.

Abby abrió los labios con la intención de cuestionarle qué le sucedía, pero no lo hizo. Sabía que él no le respondería, así que mejor decidió permanecer en silencio, meditando sobre qué habría hecho para que él se comportara como si estuviera enojado.

—Oliver, te equivocas, no me molestó que me miraras —eso fue lo único que se le ocurrió.

¿Qué?

Ese interrogante se formó en el interior de la cabeza de Oliver. ¿Acaso él había hablado sin percatarse? No tenía ni idea de cómo Abby conocía la razón de su repentino cambio.

—Eso pensaste, ¿verdad? Pensaste que me estabas incomodando con tu mirada, lo sé porque yo me sentí así hace tiempo —Abby mostró cierta tristeza al recordar aquella época en que por otros llegó a detestarse.

Oliver se la quedó mirando con atención, hasta que las manos de ella surgieron ante sus ojos y envolvieron sus manos.

—¿Te acuerdas? —le cuestionó Abby con ternura— Te dije que en el pasado me hicieron bullying. Me denigraron tanto por mi color de piel que llegué a caminar con la mirada gacha. Creí que le incómoda a los demás con mi presencia, y para evitar disgustos, tanto a ellos como a mí, era mejor dejar las cosas de ese modo. Pero déjame decirte algo, Oliver, yo estaba completamente equivocada. Nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de hacer sentir mal a alguien más. Además —apretó suavemente sus manos —si te soy sincera, me parece un desperdicio que andes escondiendo tus hermosos ojos verdes.

Con un temor todavía presente en él, fue alzando la mirada, y allí estaban aquellos ojos castaños y aquella sonrisa risueña, aguardando por su atención.

—Así es, en verdad tus ojos son muy hermosos —insistió ella con absoluta sinceridad.

Su voz era una nana para el corazón magullado de Oliver.

***

Un día más, Alexa se asomó al aula de Oliver y se deparó con el pupitre vacío. Oliver seguía ausente, y desconocía la razón. Quizás estaba enfermo, eso era lo que creían los demás, pero ella estaba segura de que su ausencia se debía al temor de su amenaza.

—No pensé que se lo fuera a tomar tan a pecho —murmuró para su amigo, el que estaba junto a ella, masticando pan con chorizo.

—No podrá estar faltando a clases para siempre —habló Roger tranquilo, viendo a sus compañeros pasar.

—Sí puede —corrigió Alexa, viendo a su amigo con una expresión de molestia —Le falta poco para cumplir los dieciocho, y entonces podrá dejar de venir al instituto y esconderse en su casa. Y estoy segura de que eso es lo que hará.

—Bueno, pues la tendrá difícil para trabajar sin los estudios mínimos, y mucho más con el aspecto de su cara —se carcajeó.

—Roger —Alexa pareció mascar su nombre, víctima de la impaciencia y presionó dos dedos contra la frente —¿Acaso crees que Oliver se ha parado a pensar alguna vez en su futuro laboral? ¡Seguro que tiene bien presente que no hay ningún futuro brillante para él! ¡Lo que él va a hacer es quedarse encerrado en su casa, viviendo de su tía, hasta que esta se canse de mantenerlo y lo expulse!

Por favor, mátame o ayúdame [Completa]Where stories live. Discover now