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Chuuya siempre fue una persona con sueño pesado, el cual se fue degradando después de la tragedia que envolvía a su familia ante la alerta constante en la que permanecía su cerebro, después de varios años, logro superar esto y mejorar su calidad d...

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Chuuya siempre fue una persona con sueño pesado, el cual se fue degradando después de la tragedia que envolvía a su familia ante la alerta constante en la que permanecía su cerebro, después de varios años, logro superar esto y mejorar su calidad de sueño.

La noche anterior, una vez encendida la calefacción, decidió dormir en simplemente una camiseta negra con su ropa interior, tenía frio. Aun. Sin embargo, la calefacción y sus frazadas serían suficientes.

Una vez despertó, sucedió algo que rara vez había ocurrido en su vida.

Él era una persona diligente, no necesariamente madrugadora, pero sin problemas para hacerlo o molestarse por su alarma.

Pero aquí estaba, frunciendo el ceño apenas después de despertar.

Y es que no quería levantarse.

Resoplo, tratando de levantar sus brazos y quitar las sábanas.

Pero sus brazos tenían sueño...

Aparentemente su espalda no, porque estaba matándolo. Su garganta se sentía reseca. Alejo sus pensamientos que solo apuntaban a una cosa.

Se removió quedando sobre su costado, dándole un descanso a su espalda baja, sentía como si la piel de sus costados se adhiriese a sus costillas, apretándolo.

Su garganta estaba picosa, trato de aclararla y un sonido particular lo confirmo todo.

Él estaba enfermo.

Desvió la mirada hacia su reloj, dio un salto con si sus piernas fuesen un resorte, lo cual lo saco inevitablemente de la cama... Eran las nueve de la mañana, y él estaba acostado patéticamente en lugar de estar listo para salir a su trabajo.

Entro al baño, lavo su cara y noto ojeras en esta, y es que no había dormido muy bien...

Su columna seguía torturándolo, de hecho, ahora todo su cuerpo lo hacía.

Cepillo sus dientes y acomodo su cabello con los dedos, silbo de dolor ante un enredo difícil.

La puerta sonó.

Ignoro sus rebeldes mechones para prestar atención, escucho el collar de sus perros, moviéndose alerta ante la inesperada visita.

Se quejo bajito ante el dolor en todo su cuerpo, con los hombros caídos, se dirigió a la puerta, enviando una mirada de advertencia a los canes para evitar que estos trataran de ver con él.

En parte fue una sorpresa ver a la otra persona en su puerta, dada la hora. En parte no, porque esta misma persona venía haciendo su vida a cuadritos desde que lo conoció.

—¡Chuu— Cerro la puerta, el timbre chillón aumento su dolor de cabeza, si, ahora tenía dolor de cabeza. Probablemente era por la ausencia de café en su organismo.

La puerta fue abierta nuevamente, volteo ofendido por la intrusión a su espacio. Un alegre y aparentemente madrugador castaño le dedico una sonrisa juguetona.

Cuando sea amorWhere stories live. Discover now