Cuando el tiempo vuela

3.3K 258 61
                                    

Cuatro años más tarde, Anya y Damian estaban usando sus trajes de académicos imperiales y caminaban tomados de la mano por los pasillos de la academia. Ambos habían conseguido las Stellas necesarias a lo largo de su vida escolar y así pudieron acceder a todos los privilegios que se obtenían por ser alguien tan importante. La reunión pasó sin penas ni glorias, era más que nada como una inducción a los nuevos estudiantes que habían conseguido el logro de ser académicos imperiales.

Para Anya, la situación que ocurrió hace años atrás sobre el conocimiento de su secreto, le hizo sentir más cómoda alrededor de sus padres y de por supuesto, su novio. Ante lo cual, recordó dicho momento con ternura.

Los minutos pasaron y tanto Anya como Damian, se separaron avergonzados por la comprometedora situación en la que se encontraban.

Lloyd frunció el ceño. No le gustó para nada ver esa escenita de SU hija con el hijo de los Desmond. Iba a lanzar algún comentario que reflejara su enojo, pero Yoru intervino.

—Oh, hacen tan linda pareja —dijo la sicaria aun en el borde de la puerta.

Ante ello, Lloyd no pudo refutar la premisa por lo que solo ingresó a su departamento.

—Anya, veo que estás bien ahora —dijo Lloyd, camuflando su enojo con preocupación.

—Sí, padre. Estoy bien, pero —Anya caminó un paso hacia sus padres con temor—. ¿No están enojados por haberles ocultado que soy telépata?

—Claro que no, Anya —dijeron Lloyd y Yoru en sintonía logrando que ambos se sonrojaran, luego tomó la palabra Lloyd esclareciendo su garganta —. Por supuesto que no, al contrario. Durante el camino hablamos de esto y concordamos en que eso te hace una hija muy especial y no por eso te vamos a querer menos.

Así, la familia se dio un abrazo grupal, por lo que, Damian sonrió. Luego, Lloyd le dijo a Damian que se acercara porque él también pertenecía la familia. Y así fue como ese día tan agitado, culminó, en un tierno abrazo familiar.

Al finalizar el encuentro, Damian fue a dejar a Anya a su departamento en su auto y al llegar, Anya lo detuvo.

—Hoy debo sacar a pasear a Bond, ¿quieres ir conmigo? —Anya dijo mientras se sacaba el cinturón de seguridad.

—Sí, ya comenzaba a extrañar a Bond.

Así, la pareja de tórtolos fue a buscar a Bond al departamento. Este los recibió feliz de la vida moviendo su colita y lamiendo la mano de Damian y de Anya.

Anya fue por la correa y salieron.

Ellos se encontraban hablando de temas triviales, cuando unas chicas se acercaron a la pareja. Se interesaron en Bond al principio, pero no era más que una vil estrategia. La chica más atrevida usaba un vestido rosa ajustado a su medida, era atractiva y coqueta. Poseía ojos azules y era rubia natural.

—Oye guapo, toma mi tarjeta y llámame cuando te sientas solo —ella le ofreció su tarjeta.

Anya estaba molesta. Sí. ¿Y cómo no estarlo? Si solo con leer su mente y por su actitud, Anya se dio cuenta de que esa chica quería algo más con SU novio. Y no, no lo iba a permitir. Anya tomó la tarjeta en lugar de Damian y la tiró al suelo.

—Ups, se cayó de mi mano —Anya fingió inocencia.

—Aish, que desagradable eres —dijo la chica frustrada y poniendo sus brazos como jarra sobre su cadera— como sea, ese chico—. Apuntó a Damian— será mío. Ya verás.

—Já, sigue soñando —respondió Anya con molestia.

Se podía sentir la tensión en el aire y Damian estaba sin palabras. Siempre había sido tímido con las chicas, por lo mismo, siempre se sonrojaba en presencia de Anya, pero ahora verla celosa, de alguna u otra forma, le gustaba. Pero sintió que debía intervenir.

—Cof cof—se aclaró la garganta—Lo siento, pero esta es mi chica y es el amor de mi vida—. Dijo Damian sin ninguna vergüenza alguna mientras abrazaba a Anya desde la cintura.

—Aish, me largo.

Anya se sonrojó y lo quedó mirando con cara de ternura.

—Aw Damian, eres un amor.

—Pero soy tu amor —dijo Damian guiñándole un ojo.

Así siguieron con el paseo y se devolvieron al departamento. Se encontraban Lloyd y Yoru haciendo la cena y sirviendo los bebestibles correspondientes. Para ellos la edad no les jugaba en su contra, al contrario. Se veían tan jóvenes como siempre, aunque en realidad no fuese así. Cuando llegaron los otros tres integrantes, cenaron en cordialidad y hablaron de temas variados como la reunión, mientras que a Bond le dieron de comer su comida.

Luego, sonó el celular del novio de Anya, él se disculpó y se levantó de la mesa para poder contestar.

—¿Sí?, ¿diga? —respondió Damian—. ¿Qué? Claro, iré ahora mismo.

—Discúlpenme, pero mi padre esta grave en la clínica. Debo irme con urgencia.

Anya, y los demás estaban levantado la mesa, cuando Anya intervino:

—Vamos, iré contigo —dijo tomando la mano de su novio.

Así y después de que los padres de Anya le desearan lo mejor, partió la pareja a la clínica.

Con tal que, al llegar se dieron cuenta de que todos estaban agitados, y parecían con miedo. Como si les llegase a caer a las mil penas del infierno debido a algún tipo de error cometido.

Damian detuvo a uno de los hombres que corrían de aquí para allá en pánico.

—¿Qué está pasando aquí?, ¿Dónde está mi padre?

El pobre hombre estaba vistiendo un delantal y le respondió:

—En la sala 409.

Así, ambos subieron a la sala mediante el ascensor. Al llegar, notaron que el pánico iba creciendo.

Anya no decía nada, pero no soltaba la mano de su novio en ninguna circunstancia, él necesitaba apoyo por lo que fuera que fuera a pasar. Y eso que evitó leer mentes en esta oportunidad.

—Joven Desmond —le dijo un hombre de unos treinta años con delantal blanco—. Su padre fue llevado de urgencia debido a que le dio un accidente cerebro vascular. Esta en cirugía ahora.

—Gracias por informarme.

Así, tanto Damian como Anya se fueron a sentar a los asientos de la salita de espera, esperando lo mejor. Aunque debido a su avanzada edad y a la gravedad de lo que pasó, las esperanzas de que despertara, eran casi imposibles.

—Anya...

—Dime —dijo la joven.

—No estoy tan triste como debería estarlo y me siento mal por ello —dijo son seriedad.

—¿Por qué lo dices?

—Porque es verdad, es mi padre. Pero jamás estuvo presente en mi infancia ni en ningún momento de mi vida. Si vive o no, me da igual. Porque...porque para mí es solo un padre de nombre, un total desconocido —se sinceró Damian sin arrepentimientos observando el suelo como si fuera muy interesante— lo lamento, estoy hablando cosas raras.

—¿Qué?, nada de eso, nada de lo que me dices es raro. Aunque si, es triste, pero sé que en el fondo él te aprecia y quiere lo mejor para ti —Anya abrazó a su novio para transmitirle tranquilidad.

—Gracias amor, eres la mejor.

Así mismo, el tiempo fue pasando y la cirugía terminó. Entonces, salió el doctor a cargo de la operación a informar el estado de su padre.

To be continued...

Fanfic en recta final :c 

El amor siempre floreceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora