Impaciencia

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Hyunjin estaba harto. Tan cansado, nervioso,
impaciente. Por todos estos vaivenes con Seungmin.
Porque cuando lo tocaba se sentía un Dios, como
quemaba su roce, su cuerpo temblaba. Los
nervios, el palpitar acelerado de su corazón, sus
labios secarse en busca de un beso, o lo que fuera
que significara que lo había elegido. Se sentía en
una nube. Pero cuando recordaba que podría no
ser nada más que amigos o una atracción física
sentía que esa nube se metía en sus pulmones y
se ahogaba.

—¿Te sigue sin contestar? —preguntó Félix
acostándose al lado suyo en una de las colchonetas
que tenían para descansar después del concierto.

—¿Por qué no apuestas?

—No.

—Ding, ding, ding.

Ambos miraron al protagonista de la conversación,
hablando animadamente con Jeongin. Aún cuando le
dijo parte de lo inseguro que estaba nada cambió,
y aunque ahora toleraba a Jeongin porque no era el
culpable le seguía molestando.

Félix miró su cara de disgusto y rió un poco.

—¿Has pensado en ponerle celoso tu?

—¿Qué?

—O sea, aquella vez con Changbin le molestó un
poco, y si sabe que te molesta y no lo tiene en
cuenta por qué no lo haces tú también.

—La diferencia es que a mí me importa, porque me
gusta.

—Prueba al menos —Félix sonrió maliciosamente.

Hyunjin sonrió de vuelta y paso un brazo por el
cuello de Félix atrayéndolo. Félix pasó su pierna
por encima de la cintura de Hyunjin y se pegó
dándole un beso en la mejilla.

Fue a apartarlo de broma cuando alguien lo hizo
por él.

Arió los ojos que había cerrado instintivamente por
el beso para ver a Seungmin mirándolo desde arriba. Muy serio.

Hyunjin sintió el verdadero terror en ese momento.
Pero su expresión cambió rápidamente al enfado.
¿Así que el podía ser todo lo cariñoso que quisiera
con sus amigos pero él no?

Seungmin al parecer se dio cuenta de esto e intento
acercar su mano a la mejilla de Hyunjin, pero éste
lo empujó lejos. Levantó a Félix y se fue de la
habitación.

Los demás no pasaron esto desapercibido, pero
nadie se atrevió a decir nada. Changbin era el
único que tenía una expresión diferente.

Mientras volvían a casa en el coche se podía notar
la tensión en el ambiente. Cuando llegaron Hyunjin
se fue directamente a su cuarto. Lo que no notó es
que Seungmin lo había seguido, y cuando fue a cerrar la puerta, el mayor los empujó a ambos dentro cerrando detrás de él.

—¿Se puede saber qué haces?

Pero Hyunjin no obtuvo respuesta. Fue empujado
contra la misma puerta y besado a la fuerza. Su
mente entró en cortocircuito. Quería esto, lo quería
a él. Pero así no. No pudo apartarlo, pero no le
devolvió el beso.

—Devuélveme el beso.

Hyunjin negó con la cabeza.

—¿No querías esto?

Hyunjin lo miró directamente.

El mayor suspiró. Acarició las mejillas de Hyunjin
con sus pulgares mientras miraba sus labios.
Luego le devolvió la mirada.

—Lo siento.

—Vale.

—Di que me perdonas.

—Di tú que me quieres.

Seungmin se quedó callado. El corazón de Hyunjin que ya estaba roto en dos ahora lo estaba en cuatro, o en veinte. Agrietándose con cada segundo que pasaban en esa posición, con las manos del mayor en sus mejillas, el sabor de los labios del otro en su boca y un amor no correspondido en el pecho.

Así que, con la pizca de amor propio que le
quedaba, apartó la mirada para que no viera sus
ojos empañarse y salió del agarre. Caminó hasta el
borde de la cama y se quedó viendo por la
ventana. Si se fijaba veía el reflejo del mayor
detrás mirándolo.

—Vete.

—Necesito...

—Y yo necesito que pienses en mí por un
momento.

Hyunjin casi gritó lo último. Se giró para verlo a la
cara y sabía que si hacía eso se rompería, pero qué
menos que mirarlo para decir un adiós.

—Se ha acabado el tiempo, Seungmin. No me quieres, nos hemos besado dos veces, llevamos así
semanas. Si no has sentido nada todavía... —
Hyunjin tuvo que coger aire para decir lo último.
No podemos ser nada, ni lo seremos. No sé lo que
quieres de mí, pero a mí no. Déjame ir, Seungmin, por favor.

Quizás algún día podrían ser amigos. Cuando
Hyunjin se sacara estos sentimientos que nunca
debió tener del pecho y su corazón ya no lata como
si estuviera en peligro cada vez que veía a Seungmin. Pero hoy no. Y mañana tampoco.

Seungmin fue a decir algo, pero ninguna palabra salió de su boca. Se dio la vuelta dirigiéndose a la
puerta, dejando a un Hyunjin con el corazón roto
detrás.

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