Capítulo 26

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26: VISITAS FORTUITAS

Iba caminando por la calle con una sonrisa de oreja a oreja. Sinceramente, no tenía motivos más que uno, ya que la semana me había ido desastrosamente mal y no era motivo de celebrar, la verdad. Peeeero, al menos veía a una cara preciosa, y también a Rhys.

Mi sonrisa se ensanchó cuando lo vi ahí, de pie, a unos diez metros de distancia, cuando Holt tiró de él tan fuerte hacia mi dirección que casi salió disparado. Yo solté una buena carcajada al ver semejante perro —sí, ya no era una bolita, no me hagas recordarlo que lloro — y se me subió por las pantorrillas.

Lo abracé como si no lo hubiese visto en cuatro años, pero me perdí su infancia, es comprensible, ¿Vale?

Cuando me puse en pie, me recorrieron sus ojos de arriba abajo. Su sonrisa era algo... ¿Insegura? No entendí demasiado bien por qué.

—¿Qué tal mi univ-

Me pegué a su pecho con ímpetu y resoplé. Al fin.

Él me rodeó con sus brazos y soltó una risita grave en voz baja. Sentaba tan bien escucharla...

Comenzamos a caminar. Como siempre, le pedía llevar a Holt con la correa y él accedía encantado, ya que ahora le daba unos buenos tirones a la correa y era agotador.

Quedamos a esa hora porque... bueno, es obvio ¿No? Atardecía.

No podía creerme que le hubiese pegado esa enfermedad visual por los atardeceres, pero así era. Creé un monstruo.

Nos sentamos bajo un árbol, frente al lago. Abrí las piernas de Rhys y me coloqué ahí, mientras atábamos la correa de Holt a la pata del banco de al lado. ¿Qué sentido tenía sentarse en el suelo? Probablemente ninguno, pero así fue.

Suspiré y sonreí inconscientemente.

Mi personita...

—Creo que el señor Roerig va a conseguir que me vuele los sesos —Murmuré, medio dormida por las caricias que me hacía en el pelo. Él soltó una risita.

—Pues ya puede ir preparándose para vérselas conmigo —Vaciló.

Giré mi torso hacia él, quedando nuestros rostros a escasos centímetros. Maldita sea, qué guapo era el condenado.

—¿Amanda y Ross te han vuelto demasiado loco?

Resopló como un toro y sonrió negando con la cabeza.

—Si a loco te refieres a el llegar a plantearme buscar otro piso sin decirles nada para que no vuelvan a saber mi paradero, sí. Me están volviendo jodidamente loco.

Solté una risita y despeiné su cabello.

Esa semana, Amanda había insistido mucho en que Rhys aceptara varias ruedas de prensa y entrevistas, sobre todo para hablar de lo que suponía ser ahora capitán y todo eso.

Él estaba contento con ello, pues es Rhys, nunca se quejaba de nada, pero... sabía que no le gustaba eso de la fama, y mucho menos hablar delante de miles de personas y dar información sobre su vida privada.

Ross, por el contrario, estaba que echaba humo porque decía que aquello era una pérdida de tiempo, y Rhys concluía con él en ello, pero en cambio, Ross insistía en que debía aprovechar las horas libres en el gimnasio.

Muchos equipos del país estaban interesándose en él, y aunque no fuese a aceptar, eso ayudaba para que le subiesen su "precio".

Odiaba que se refiriesen a él así, como si fuese un maldito número de dinero. Pero al fin y al cabo, todos lo eran, y contra más grande fuese el número, más posibilidades de éxito tendrían en su carrera.

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora