Fugas de leche

280 11 16
                                    

➡︎ Pareja: Hisoka y Chrollo

➡︎ Au normal

➡︎ Capítulo único y corto

➡︎ Capítulo único y corto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un matrimonio forzado.

No es que ese tal Hisoka haya sido el mejor partido para su líder, pero, ¿qué podían hacer los integrantes de la araña si el jefe ya estaba embarazado?

—No pregunten cómo, porque no voy a responder —dijo Kuroro ese día, aún pasmado por la noticia de que sería padre. Una furiosa Machi se encargó de buscar al hombre perverso que había dejado encinta al de cabello negro y junto a Nobunaga intentaron matarlo, fue gracias al mismo gestante que el mayor salió ileso de una asegurada muerte.

El de rojizos cabellos no mostró resistencia a la boda, es más, parecía feliz de tener un hijo con su tan deseado líder, aquel que era el único digno de ser su rival o, mejor dicho, el compañero de su vida.

Quien no lucía para nada contento era el hombre más bajo, el que no necesitaba la ayuda de sus compañeros para solucionar sus problemas, ¿quién les dio permiso para casarlo con su aventura de una noche? La boda fue simple, amigos cercanos acudieron al interesante evento en donde el Morow y Lucifer contrajeron nupcias. No era una boda religiosa, pero aun así se casaron por obligación de Pakunoda.

Ahora, en una casa decente y llevando una vida más o menos normal, Chrollo pensaba que no era tan malo. Hisoka, su esposo, no era tan extraño como creía; simplemente se comportaba como un hombre raramente comprensivo y cuidadoso, cosa que a veces le daba escalofríos, al igual que esa costumbre de andar desnudo por la casa. 

Como todo observador analítico, además de fijarse en su marido, también notaba los cambios en su propio cuerpo durante el embarazo; en cómo los síntomas iban haciéndose más leves en el caso de vómitos y mareas, dejando paso al crecimiento de su barriga y pecho. Las patadas de su bebé no eran del todo dolorosas, pero a veces la cría pateaba en lugares que no debía.

Los miembros de su tropa aún seguían unidos, cosa que realmente le alegraba cada que iba a verlos o viceversa, simplemente para charlar. En estos últimos días no podía reunirse con ellos por su avanzado embarazo, y menos al ver cómo su ropa se humedecía sobre el pecho.

Ocurrió una tarde cuando descansaba, el azabache leía un libro antiguo sumamente concentrado, hasta que de forma inesperada comenzaron a salir gotas de leche. No se alteró ni preocupó, porque sabía que era normal, pero la daba vergüenza que alguien lo viera así, en especial su pareja.

¿Por qué tanto miedo de que Hisoka lo supiera si era algo natural?

«Demonios, no debería darme tanta pena». Pensaba, recordando que el mayor ya lo había visto desnudo incluso gestando. Era un sentimiento extraño, pero no amor, podría ser de todo menos eso. Quizás podría ser admiración, porque su consorte es una persona astuta e inteligente, Chrollo lo concluyó una vez aceptó divertirse con él.

Vio su vientre, suspirando al notar cómo su camiseta se mojaba otra vez. Fue por su computador y buscó sobre esas fugas de leche tan molestas, negando rotundamente al ver los productos para no mancharse. «Esas cosas se notarán, Hisoka puede encontrarlos y...»

Corrió a su habitación para cambiarse de camiseta al escuchar el sonido de las llaves afuera, sabiendo que su esposo había llegado; lo confirmó al oír su voz. Se metió a la cama matrimonial y tapó su cuerpo hasta la cabeza, fingiendo dormir mientras que el de cabellos rojos abría la puerta de su alcoba, intrigado al encontrarlo dormido, ya que Chrollo solía leer hasta altas horas de la noche.

—¿Kuroro querido? —Y ahí estaba la palabra que el mencionado tanto detestaba, haciendo que haga un gesto de total desagrado sin moverse. El más alto se acercó y observó su rostro, sonriendo —. Qué lindo se ve dormido —comentó, y el contrario juraba que trataba de matarlo.

El recién llegado no volvió a hablar, en cambio apagó la luz, se quitó el traje y quedó sólo en ropa interior, cosa que también le resultaba desagradable al de negra cabellera. Subía a la cama y se apegaba al cuerpo del embarazado, pasando sus manos por el vientre ajeno. «Pervertido».

El toque siempre se quedaba ahí, y el menor no lo alejaba porque no era tan atrevido y, además, era su esposo. Pero esa noche sintió un estremecimiento cuando las manos pálidas subían hasta donde no debían.

—No lo hagas —pronunció, deteniendo en seco el movimiento de su marido, este sonrió aún más.

—Así que estabas despierto, ¿por qué no dijiste algo? —Le preguntó, hundiendo su nariz en el cabello suave del gestante.

Este seguía sin entenderlo, y tampoco estaba de ánimos para formular una respuesta específica —. Porque no quería —contestó, nervioso ante el abrazo protector del hombre.

¿Por qué su relación no estaba clara? Siendo esposos, futuros padres, simples conocidos, sin amor; pero compartiendo entrecortadas caricias y momentos únicos mayormente comenzados por el Morow —. Hueles bien. —Esta vez susurró, volviendo a su labor de subir sus manos hasta donde el contrario menos quería: sus pechos sensibles.

—¡No te atrevas! —exclamó, tarde. La leche salía desde antes, cosa que simplemente mojó su pijama al sentir la presión del más alto. Este levantó una ceja.

—Nunca te había escuchado tan alterado, querido —comentó, sin dejar de tocar los senos de Lucifer, quien no tuvo el valor de enfrentarlo por el ardor en sus mejillas. ¿Por qué le pasaba algo tan vergonzoso? ¿Acaso merecía pasar tanta pena? Todo había sido muy confuso, desde su primer beso con el de cabello teñido hasta su situación actual, la cual no podía explicar por falta de comprensión. ¿Por qué estaba allí ahora? —Nuestro hijo estará bien alimentado, me alegra mucho. 

Hisoka dejó un beso en su cuello después de decir aquellas palabras y, así de rápido como lo abrazó, dio media vuelta y dispuso a dormir; dejando atónito al líder de la araña.

¿Por qué su corazón latía tan rápido?

«No puedo enamorarme de él». Se dijo, pero las patadas en su vientre hicieron que lo olvidara, al igual que las fugas de leche.

 Se dijo, pero las patadas en su vientre hicieron que lo olvidara, al igual que las fugas de leche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Día doce terminado, no sé escribir Hisokuro :(

Mes de paternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora