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➡︎ Pareja: Mizaistom y Pariston

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➡︎ Capítulo único y corto

Mizaistom Nana siempre pensó que Pariston Hill era un hombre muy escandaloso y caprichoso, pero también astuto y brillante, sobre todo brillante

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Mizaistom Nana siempre pensó que Pariston Hill era un hombre muy escandaloso y caprichoso, pero también astuto y brillante, sobre todo brillante. Quizás fue esa astucia e inteligencia lo que tanto lo atrajo, eso o un hechizo; porque de otra manera nunca se habría casado con el rubio.

Falso.

Llevaba conociendo al hombre por años, y podía aparentar ser alguien a quien no le importa recibir el odio de los demás, incluso cualquiera pensaría que le gustaba ese desagrado sentido. La verdad es que era muy calculador y sádico, cosa extrañamente interesante para el de negros cabellos, quien solía observarlo en silencio como a todos, pasando desapercibido mientras intentaba en vano hallar alguna conspiración.

Su esposo es un incomprendido como él que, a diferencia suya, tenía mala fama. El tipo malo con el inocente, un hablador con un callado, un ser odiado con uno respetado. ¿Qué clase de relación exótica tenían desde un principio? Eso no era tan secreto por culpa de los reflectores sobre el de dorada cabellera, quien se caracterizaba por mostrarse amoroso y hasta empalagoso con él ante el público. 

Pero a solas... Estando a solas era distinto.

—¡Mizai! —La dulce espera, así se llamaban momentos como este, cuando el de ojos color café reposaba con un montón de cojines y llamaba en tarareos al amo de la casa, el que se ocupaba de todos los deberes porque su adorado consorte no podía hacer esfuerzos, ¿cómo sería el más alto capaz de no prestarle atención cuando ya falta tan poco para el parto?

Sólo que a veces el más bajo se aprovechaba de aquel servicio bondadoso.

Mizaistom aparecía desde la cocina, con guantes puestos y una cubeta de agua, señales de haber estado haciendo limpieza por ese lugar. Lo mira de arriba y abajo con atención, notando el sudor sobre la frente pálida del gestante y el vientre abultado en las últimas semanas de embarazo —. ¿Necesitas algo? —preguntó, suponiéndolo por la sonrisa radiante que este solía usar para convencerlo de cualquier pedido. 

—Quiero un vaso de agua helada, nuestro pequeño ratón se está moviendo mucho y tengo contracciones tan dolorosas que no puedo levantarme. —Se quejó, echándose aire con una mano, producto del calor en verano. El rostro preocupado del mayor asentía y luego se quitaba los guantes, volviendo a la cocina para traer lo que su exigente esposo requería; curiosamente no era algo muy difícil de conseguir. Regresaba al rubio con agua y un pañuelo en manos, ofreciéndole bebida mientras secaba las gotas saladas de la piel ajena.

Un intercambio de palabras y cada uno volvía a lo suyo: Pariston al reposo y Mizaistom al aseo. 

—¡Mizai cariño!

El grito más elevado del rubio hizo que el mencionado acuda a él velozmente, más por el apodo que agregó al final —. ¿¡Qué pasó!? —Se mostraba alerta, porque sabía que la llegada de su hijo no era lejana. La tez blanca del menor se coloreaba de rosa y fingía debilidad, fatiga.

Mes de paternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora