¡Agosto de MPREG en Hunter x hunter!
Un reto de treinta y un días que contendrá pequeñas historias de las diferentes parejas de Hunter x Hunter, entre estas encontrarán:
Killugon
Leopika
Ikalshi
¡Y varias parejas más!
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La caja de juguetes estaba llena y siempre disponible para que los pequeños de la casa jugaran, inundando la casa y los corazones de los padres con risas, alegría y amor. Sus sueños estaban realizados: una vida juntos, un hogar estable con el calor de la familia que formaron y unos mellizos preciosos. Ikalgo y Zushi sentían felicidad, siendo el castaño el que lucía más radiante por presenciar la buena salud y energía de sus amados niños.
El pelirrojo estaba orgulloso de su esposo y sus bebés, los tres igual de valientes y fuertes. Sabía lo mucho que a su pareja le gustaba verlos jugar, haciendo que este se olvidara de tan duros momentos no tan lejanos en el pasado, tiempos de llanto y angustia en un frío hospital. El de ojos ambarinos fue muy cuidadoso y dedicado desde el principio, no por nada su anhelo de ser padre se mantuvo vivo incluso antes de casarse. Oh, claro que amaba esa determinación en su mirada, esos ojos no hicieron más que llamarle la atención desde que lo vio; tan grandes, brillantes y expresivos. Ese hombre era único y cada parte que se mostraba ante él no era más que para ser apreciada. Siempre fue un adicto, débil por sus deseos, siendo aquel joven humilde y amable una de las más grandes tentaciones en su vida.
Quizás no podría ni decir cuándo comenzó todo, cuándo el sentimiento nació y floreció más rápido que tulipanes en una pradera fértil; ese cariño inocente en sus inicios, como jóvenes de preparatoria, creció en cuestión de semanas o meses, siendo para Ikalgo una tortura en cada torneo de artes marciales al que iba por ver a ese moreno en sus mayores pasiones, perdiendo o ganando, pero sin dejar de sonreír con el sudor cayendo por su frente; admirado discretamente por un pelirrojo con sus mejillas ardiendo.
Ese calor que desprendía; ese uniforme semiabierto por el pecho, zona a la que el de gorra le parecía imposible no mirar por lo brillante, atrayente y más grande de lo normal que era para su alma en llamas. Ese cuerpo delgado y esbelto, la piel fina y canela, la estatura tiernamente baja en comparación al promedio; muy provocativo para alguien como el simple amigo de ojos negros que era él.
Por eso, en la primera oportunidad que pudo desahogarse por tantos sentimientos reprimidos, Ikalgo no dudó en apoderarse del castaño que celebraba, ya enamorado, su aniversario número tres de noviazgo. A partir de ese día su adicción al menor no tuvo vaso que pudiera contenerlo.
Mientras más tranquilo y adorable se veía, más eran las ganas del hombre por "jugar". Su esposo, sin saberlo, se metía a la boca del lobo y no podía hacer nada para impedirlo; tampoco es como si quisiera intentarlo. ¿Qué guardaban esas orbes doradas tras ese resplandor de nobleza?
—Qué bonitos son —comentó el castaño inconscientemente en una ocasión, observando a sus retoños caminar y reír en la sala, que ya estaba con juguetes esparcidos por doquier. El contrario lo escuchaba a su lado, ambos parados en la entrada que daba a las cuatro paredes en donde los hermanos jugaban con tranquilidad. Las manos morenas juntas tras la espalda del más bajo lo hacían ver lindo, y que Zushi acostumbrara a estar así le dificultaba a su marido mantenerse controlado —. Me alegra mucho que no peleen. Bueno... Aún están pequeños, pero no creo que lleguen a pelear de igual manera, nos encargaremos de que sean hermanitos unidos, ¿verdad, querido?
