𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟖: ¿𝒒𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒆𝒓𝒆𝒔, 𝒏𝒐𝒂𝒉 𝒘𝒊𝒍𝒔𝒐𝒏?

4.9K 498 182
                                    

Noah parecía una niña a la que acababan de regañar por romper el jarrón más caro del salón. Mantenía la cabeza gacha y, sin tocar su vaso de refresco con hielo, se inclinó para darle un sorbo a la pajita.

—¿Me perdonas? —Masculló, dándole otro pequeño sorbito a la Coca-Cola, ladeando la cabeza como un cachorro ingenuo.

—¿Por qué debería perdonarte? ¿Qué has hecho? —Achiqué los ojos, agarrando la copa de vino.

—Por no decirte que tu hermana me daba mala espina. Me siento culpable. —Alzó los hombros, cogiendo un ravioli impregnado en salsa boloñesa.

—No, no, no. No lees mentes. Ojalá pudiésemos leer mentes, me habría ahorrado muchos problemas en la vida. —Enrollé los espaguetis carbonara en mi tenedor y los introduje en mi boca, manchando las comisuras de mis labios—. ¿Te sientes mejor?

—Físicamente, sí, pero acaban de echarme del trabajo. Bueno, acabo de dejar mi trabajo. —Arrugó la nariz en un gesto extraño de confusión—. ¿Tú te has dado cuenta las estupideces que hago por ti? Encima las hago sin pensar, como una imbécil. —Se echó a reír, agarrando el vaso para darle un nuevo sorbo.

—No te preocupes por el trabajo, Noah. Estos días permítete no hacer nada, relajarte.

—Tengo un piso que pagar, gasolina que pagar, comida que pagar... —Sacudió la cabeza con un bufido, limpiándose los labios con la servilleta.

Los mechones de pelo levemente rizados se balancearon sobre su frente y la camisa se apretó sobre sus hombros y sus brazos cuando puso los codos sobre la mesa. La plata de su anillo relució entre los rizos castaños de su pelo y por un momento pensé en levantarme y revolverle el pelo mientras la besaba.

—Eres buena, el trabajo llegará.

—Ni siquiera has visto las cosas que hago —bufó, terminándose el refresco de un largo trago.

—¿Me las vas a enseñar? —Alcé las cejas.

—¡No! Por supuesto que no. ¿Y si te lo enseño y no te gusta? Tendrás que fingir que te gusta. —Tuve que soltar el tenedor en el plato y mirarla con decepción.

—¿Me ves con cara de fingir que me gusta algo?

—¿Serías capaz de romperme el corazón de esa forma? —Levantó la mirada del plato, ladeando la cabeza cual cachorro.

—Claro que sí. —Bebí el último sorbo de mi copa de vino y ella sonrió, alargando la mano a la pequeña bandeja que había en el centro de la mesa. No pude evitar encender un cigarro después de ese día.

Agarró una de las alitas de pimienta, parmesano y limón y se la metió entera en la boca, sacando dos huesos totalmente limpios unos segundos después. Había sido tan hipnótico como placentero y me sentía privilegiada por ver esa escena en la que sus dedos se impregnaban de aceite, adornados con esas pequeñas motas blancas de parmesano que aún remoloneaban en sus yemas.

—Madre mía, ¿todo te lo comes así? —Escupió una chica que pasaba a su lado.

Iba en grupo, vestía un vestido de flores coloridas, rastas con la misma gama de colores, un piercing en la ceja y ojos azules que la miraban como si fuese un trozo de carne. Sabía que se quedaría en silencio, sonreiría sin saber qué decir y probablemente se sentiría mal y ridícula sin saber qué había hecho para que la asaltasen así.

—Sí —respondí, captando la mirada de ella y del grupo de chicas con las que iba—. Te aseguro que se lo come absolutamente todo así. —Sonreí ampliamente, dándole una calada al cigarro con esa actitud altiva y arrogante en la que mi cuerpo se inclinaba hacia adelante y apoyaba el codo con el que sostenía el cigarro en la mesa.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora