Capítulo 17

137K 8.6K 3.2K
                                    

[En Multimedia: El rostro de decepción de Matt por lo de Hannah]

—No te muevas. 

Un ardor intenso invade mi cráneo lastimado.

—¡Auch!—exclamo dolorida.

Matt, que mantenía una bolsa de hielo sobre la herida de mi cabeza, la remueve, suelta un suspiro y se queja. 

—Dije que no te muevas—regaña mientras pasa su mano por mi cabello separándolo del cráneo para intentar poner la bolsa de nuevo en la cortada que me hice anoche. Sí, sí, en nuestro intento fallido de pasar al siguiente nivel—. ¿Prestas atención a alguna cosa que te digo? 

El ardor me atormenta otra vez, pero a menor intensidad. 

—A muy pocas—respondo honestamente—. ¿Ves? Es por esto que no podemos ser pareja, es muy peligroso.

El reloj está a punto de marcar las 8:30a.m, no pudimos ir a trotar temprano porque ninguno de los dos logró despertarse y ahora nos encontramos en la cocina sentados en los taburetes ubicados frente al desayunador. 

Mi cabeza da mil vueltas. No más vino blanco para mí y menos si es de 1988.

—Sí, porque tú atraes el peligro—replica entre risas—. Pero ya sabes... me gusta el peligro.

Ah... con que coqueteando a las 8:30 de la mañana. Buen intento, Sinclair, pero no te lo permitiré. 

Pellizco su brazo, lo que hace que lo eche hacia atrás impulsivamente quitando la bolsa de hielo de mi cabeza.

—¡Oye! ¿Por qué la agresividad tan temprano?—protesta. 

Suelto un bufido. 

—Bájate de esa nube, Sinclair.

Sin previo aviso, presiona el hielo sobre mi cabeza lo que me provoca que suelte un gemido de dolor. ¡Demonios, cómo duele el amor!

—No me quiero bajar, Bennett—contraataca. 

Justo cuando estoy por abrir la boca, se escuchan unos pasos que se acercan casi corriendo a la cocina. 

—¡Buenos días, niños!—resuena la voz animada de Isabella. Desde que la conozco, me pregunto cómo rayos puede estar tan feliz siempre. 

Se acomoda del otro lado del desayunador, donde pone sus codos sobre él y nos observa con una sonrisa de oreja a oreja. Nosotros en cambio, la miramos muy serios. No hay manera de estar feliz después de lo que pasó en la madrugada y menos físicamente lastimados. 

—Entonces... ¿Qué hicieron anoche? Se ven abatidos—pregunta entrelazando los dedos de sus manos.

Matt y yo intercambiamos una mirada insegura. Estamos a punto de ruborizarnos al recordar el suceso de la madrugada. 

—Yoga—digo.

—Crossfit—dice él al mismo tiempo. 

Oh, demonios. ¿Ni siquiera para dar una excusa podemos ponernos de acuerdo?

Isabella alza una ceja con confusión. 

—Fue... yoga, pero a Matt le avergüenza que todo el mundo sepa que participó de una clase ayer...—balbuceo—. En la academia donde Hannah es instructora.

Isabella gira la cabeza de lado y enfoca sus ojos en Matt esperando que él le dé una explicación. 

Matt no titubea.

—¿Qué puedo decir? Soy un perdedor—dice alzando los brazos mientras que pone su mejor sonrisa de idiota. Es tan lindo... ¡Maldita sea, enfócate, Emma!

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora