9. Un sentimiento

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Le respondió a su familia diciendo que había dejado el lugar donde estaba y pronto regresaría a Londres. No quiso dejar la posada hasta que vio a Penélope salir. Ella iba vestida con un precioso vestido de noche color azul hielo, muy estilo griego, y recordó que estaban justo en las fechas del festival del vino. Y era evidente que Penélope asistiría. Su cabello estaba suelto con sus rizos cayendo por su espalda, una tiara de laureles dorados la adornaba.

Si Afrodita alguna vez tomó la forma de una humana, seguro era muy parecida a Penélope. Lo dejó sin aliento. Se levantó del lugar en donde estaba y se acercó rápido tomándola de la mano y haciendo que se sobresaltara. -Dios mío, Colin. ¡Me has dado un susto de muerte!

-Tenemos que hablar. -Su expresión notaba que estaba molesto. La llevó afuera jalandola del brazo y la llevó directo a los establos. Penélope quería escapar, pero era obvio que la fuerza de Colin era mayor y no servía a su causa luchar demasiado. -Y en serio tenemos que hacerlo.

-Esto no es divertido. Por favor, suéltame. -Dijo ella también bastante molesta, con el mismo tono que usara él antes.. -¿Qué quieres, Colin? Voy a ir a un festival, me han invitado y quise ir a ver cómo era.

-Llegarás ¿Acaso te invitó Aidan?

-Eso no es tu problema.

-Lo es porque lo conozco y sé que es capaz de hacerte daño, y no voy a permitir que él te haga daño. Tú no lo conoces, eres muy inocente, Penélope. -Dijo sin soltarla. -Si quieres ir a ese festival irás, pero conmigo, y primero iremos a mi casa para que yo me cambie de ropa.

-No necesito que seas mi chaperon. Soy una mujer adulta que es capaz de defenderse, ¿Puedes confiar en que estaré bien?

-No con Aidan Trathen rondando. -Dijo con determinación y demostrando que no estaba dispuesto a negociar que sería su acompañante. La soltó y Penélope se vio plantada sin poderse mover por el magnetismo que desprendía Colin, estaba tan molesto que sentía que explotaría si ella se movía siquiera un centímetro. Lo vio volver con un carruaje y le abrió la puerta. -Sube. No te dejaré por aquí mientras esté Aidan.

-Dios, esto es demencial. ¡No hay necesidad de portarse como un carcelero! Te repito, soy una adulta y sabré que hacer en las situaciones difíciles, Colin. Voy a volver a mi habitación. -Dijo seria dejando a Colin al lado del carruaje y entrando de nuevo a la posada.

Colin estaba más que seguro que Aidan había invitado a Penélope, y eso no se lo iba a permitir. Despachó al carruaje y se fue en su caballo tan rápido como pudo para ir a cambiarse de ropa. Cuando estuvo listo, con aquel abrigo, las botas, y el aspecto de pirata, fue a la posada viendo cómo Penélope salía del brazo de Aidan. Al diablo con aquel hijo de puta. No le iba a quitar a Penélope.

Y lo peor es que ni siquiera había podido hablar con ella del mensaje en la carta de Eloise.

-En los festivales del vino se celebra al dios Dionisio. También a Afrodita, la diosa del amor. Hay bailes, canciones, representaciones teatrales, todo es mucho más relajado que en Londres, debo decir. Y se ve exquisita con ese vestido.

-Me lo han prestado. Pero me gusta, es mucho más ligero que toda la seda que usaba en Inglaterra. Me siento diferente a como era antes.

-¿Conoce al señor Bridgerton? Por la forma en la que apareció en la posada me pareció que era un antiguo amante, o algo así. -Penélope se sonrojó y negó. -Creía que sí.

-Era mi vecino, y un amigo. Es todo. Preferiría que no hablara así. Soy una señorita respetable. -La hizo sentir incómoda un poco, así que era mejor ponerle una barrera para que no continuara con esa conversación. Llegaron al sitio del festival y Penélope quedó extasiada con las copas de vino, la música de las liras y las cantantes que solían contar historias de Héroes.

AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora