EMPERADOR SUPREMO DIVORCIADO

Capítulo 20. Un viaje

Cuando ya sólo faltaba un día para su cumpleaños, el emperador Yoo Jonghyuk preparó las maletas y se dirigió al carruaje que lo estaba esperando a las afueras del palacio. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al darse cuenta que su mujer no llevaba consigo ningún tipo de equipaje.

-¿Dónde están tus maletas?

Las palabras pese a ser bruscas estaban más llenas de curiosidad que de exigencia, pese a lo cual Anna hizo una mueca de disgusto a su marido.

-Me surgieron unos asuntos urgentes, no podré salir en el carruaje contigo pero mientras tanto puedes adelantarte tú solo – respondió la emperatriz con el falso tono cortés al que Jonghyuk estaba tan acostumbrado en sus visitas a la corte.

-Si es algo grave entonces será mejor cancelar el viaje.

-Sólo estás buscando una excusa para no ir ¿no es así? – La mujer suspiró con pesadez –. Mira, no me tomará mucho tiempo. Mientras tanto aprovecha para relajarte y en cuanto termine te alcanzaré.

-Anna ¿no correrás peligro si no estoy aquí para cuidarte?

-¿Acaso me consideras una mujer indefensa? ¿Piensas que te necesito para que me defiendas?

Había cierto aire juguetón en las palabras de la profeta, pero contra lo que esperaba Yoo Jonghyuk en realidad la miró fijamente por varios minutos antes de (finalmente) negar con la cabeza.

-Emperador...

-Lo que sea que estés haciendo, hazlo con cuidado.

Con esa declaración final, Yoo Jonghyuk se subió al carruaje y emprendió el viaje.

Un viaje aburrido, por cierto.

En un principio, el emperador sólo observaba los alrededores a través de las ventanillas pero, dado que él ya conocía a la perfección ese territorio, no pasó mucho tiempo antes de que se quedara pensando en todos los cambios que había sufrido su vida en las últimas semanas.

Había habido cambios malos horrendos (es decir la llegada de King) y otros solo desagradables... y sin embargo, si algo bueno había pasado eso era que había conocido al Rey Demonio Kim Dokja.

Kim Dokja...

Ese hombre era un franco misterio, pero mientras que el deber de Jonghyuk lo obligaba a mirarlo con desconfianza, cierto es que hasta el momento el rey demonio no le había brindado sino buena voluntad y por eso mismo es que los labios del emperador debían curvarse (casi de forma obligada) en su versión de una sonrisa cuando algo relacionado con ese sujeto se hacía presente.

Y por cierto que hablando de Kim Dokja, ahora Jonghyuk recordó que había traído en su equipaje el libro titulado "Colmillo de Nieve"; una historia que a él nunca en la vida le había llamado la atención pero que el rey demonio le había recomendado encarecidamente después de casi llorar en el final.

Como sea, apenas había comenzado a leer un par de páginas cuando el guardia que lo acompañaba se aclaró la garganta para llamar su atención.

-Esto ¿emperador...?

-¿Sí?

-Su alteza... sé que no debería meterme en estos asuntos pero...

-¿Pero? – preguntó indiferente el emperador aun revisando el libro que tenía en sus manos.

-¿Podría un humilde sirviente como yo aconsejarle algo a su majestad?

-Sólo di lo que sea que vayas a decir – apuró Jonghyuk demostrando que seguía sin ser alguien caracterizado por su paciencia.