Capítulo Diez: Lazos forjados en el campo

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Las semanas se habían transformado en meses, y la relación entre Soldier y Torcher había evolucionado más de lo que cualquiera en la base militar habría esperado. Lo que comenzó como un trato meramente profesional había madurado hasta convertirse en una camaradería cargada de respeto mutuo y una creciente confianza. Torcher ya no veía a Soldier como un simple recluta; había comenzado a reconocer la chispa única que el joven soldado aportaba a todo lo que hacía.

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Era una mañana nublada, y las nubes grises se cernían sobre el campo de entrenamiento. Soldier se encontraba frente a un mapa extendido sobre una mesa improvisada, frunciendo el ceño mientras intentaba trazar una estrategia para una misión simulada. Torcher lo observaba desde unos metros de distancia, sus brazos cruzados y su máscara de gas oculta cualquier rastro de expresión.

"Si muevo a esta unidad aquí..." murmuró Soldier, señalando un punto del mapa, "entonces podría flanquear al enemigo. Pero eso dejaría nuestra retaguardia vulnerable."

"Por eso necesitas pensar más allá del movimiento inmediato," intervino Torcher, acercándose. "El combate no es solo un juego de piezas; es prever lo que hará tu enemigo cuando crea que tiene la ventaja."

Soldier lo miró, asintiendo lentamente. "Entonces, ¿debería fingir debilidad para atraerlos a una trampa?"

"Exactamente. La paciencia es tu mejor aliada."

Soldier volvió su atención al mapa, trazando con cuidado un nuevo plan. Cuando terminó, levantó la vista hacia Torcher con una sonrisa de orgullo. "¿Qué tal esto, general?"

Torcher revisó el mapa en silencio, y después de unos segundos, asintió. "Es una mejora. Aún queda trabajo por hacer, pero al menos no harías el ridículo frente a tus enemigos."

"Vaya, gracias por el voto de confianza, general. Siempre tan alentador," bromeó Soldier, rodando los ojos.

Torcher dejó escapar un sonido que podría haber sido una risa contenida. "Es mi trabajo mantenerte humilde."

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Después del ejercicio, ambos se sentaron a la sombra de un árbol cercano para descansar. Soldier, con su energía inagotable, empezó a hablar de su infancia.

"¿Sabía, general, que cuando era niño quería ser mago?" comenzó Soldier, mirando al cielo con una sonrisa nostálgica.

"Mago," repitió Torcher, casi incrédulo. "Eso explica muchas cosas."

"¡No se burle!" Soldier rio, lanzándole una pequeña piedra. "Mi padre incluso me compró un sombrero de mago. Era ridículo, pero yo pensaba que me veía increíble."

Torcher cruzó los brazos. "¿Y qué te hizo cambiar de idea?"

"Un día mi padre me llevó a un desfile militar. Vi a los soldados marchar con tanta disciplina y fuerza... Algo dentro de mí cambió. Quise ser como ellos. Fuerte, decidido. Y aquí estoy."

El general permaneció en silencio por un momento, asimilando las palabras de Soldier. "Tu padre parece haber sido un hombre sabio."

"Lo era," dijo Soldier, con una sonrisa melancólica. "Siempre me decía que el verdadero poder no está en los músculos, sino en el corazón y la mente. Aunque mi madre, por otro lado, siempre me recordaba que un buen desayuno también ayuda."

Torcher soltó una risa breve. "Sabia combinación."

"¿Y usted, general?" Soldier lo miró con curiosidad. "¿Siempre quiso ser soldado?"

Torcher vaciló, su mirada fija en el horizonte. "No siempre. Pero la vida me llevó por este camino, y aprendí a aceptarlo."

Soldier quiso preguntar más, pero decidió no presionar. En cambio, sonrió y dijo: "Bueno, me alegra que esté aquí ahora. Porque si no, probablemente estaría fallando miserablemente en este entrenamiento."

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Por la tarde, Torcher decidió cambiar la rutina. En lugar de los ejercicios habituales, llevó a Soldier a una pequeña área boscosa cerca de la base.

"Hoy aprenderás algo nuevo," dijo Torcher, entregándole un arco y una flecha.

"¿Caza? ¿No sería más fácil con un rifle?" preguntó Soldier, examinando el arco con escepticismo.

"En combate, no siempre tendrás lo que necesitas. Aprender a improvisar puede salvarte la vida."

Soldier intentó tensar la cuerda del arco, pero la flecha salió disparada en dirección opuesta, aterrizando a unos pocos metros de ellos. Torcher lo miró, sacudiendo la cabeza.

"¿Y me dices que querías ser mago? Porque claramente no eres un arquero."

"Ja, ja, muy gracioso, general. ¿Por qué no me muestra cómo se hace?"

Torcher tomó el arco con facilidad, tensó la cuerda y disparó, acertando a un árbol cercano con precisión impecable. Soldier lo miró boquiabierto.

"¿Cómo hizo eso?"

"Práctica," respondió Torcher simplemente.

"Claro, práctica. Y un poco de magia militar, ¿verdad?"

Ambos rieron, y Soldier pasó el resto de la tarde intentando imitar los movimientos de Torcher, fallando más veces de las que podía contar. Pero al final del día, logró acertar al árbol, y la sonrisa de satisfacción en su rostro hizo que Torcher asintiera con algo que casi parecía orgullo.

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Mientras caminaban de regreso a la base, el sol comenzaba a ocultarse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. Soldier rompió el silencio.

"General, nunca pensé que diría esto, pero creo que me está empezando a caer bien."

"¿Eso significa que antes no te caía bien?" preguntó Torcher, arqueando una ceja detrás de su máscara.

"Bueno, al principio era como un robot. Pero ahora... ahora veo que tiene su encanto," bromeó Soldier.

"Encanto," repitió Torcher, como si la palabra le resultara extraña. "No estoy seguro de si debería sentirme halagado o preocupado."

Ambos se echaron a reír, y en ese momento, quedó claro que algo había cambiado. Ya no eran solo un general y su soldado; eran dos personas que comenzaban a entenderse y a respetarse mutuamente, en un vínculo que prometía hacerse más fuerte con el tiempo.

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